29 de marzo de 2024

*Cuestión de resultados*…

27 de enero de 2022

Por Esteban Jaramillo Osorio.

El sábado, el Once Caldas perdió dos puntos ante el Unión y, contra Equidad, ganó tres. Resultado vital en el propósito de alejar fantasmas de la tabla. *Pero el reto semanal continúa con sus acentuadas exigencias*.

Ante un rival áspero, pegador, intenso, el blanco no brilló. Jugando al error, encontró el camino para la victoria tras enfrentar gran parte del partido sin ideas, sin conexión en las líneas, sin gol, castigado por los caprichos de los árbitros que validaron el primer tanto en contra, en fuera de lugar.

El VAR incidió ante un juez sin autoridad que tomó el camino fácil.  No revisó la complicada acción que, como todas en el futbol, tuvo una libre interpretación.

Movió el pizarrón el entrenador Corredor cuando su cuadro peleaba sin brújula y el partido se hacía complejo. Los errores de concepto se alternaron con aciertos desde el banco que maquillaron el discreto rendimiento. Pasaba el asunto por buscarlo todo o nada.

Dos acciones aisladas, no premeditadas del rival, cuando el Once arremetía sin orden, abrieron el camino a la victoria. Un penalti tonto de Palacio y un fallo infantil del guardameta Ortega, que el Once capitalizó.

Visto el juego desde rendimientos colectivos no hubo brillo. El Once no supo pelearle el partido a Equidad, por las deficiencias técnicas, especialmente en el primer tiempo.

En ensamblaje, el técnico cocina fórmulas para encontrar los intérpretes ideales de su patrón de rendimiento, como local y como visitante.

Entran y salen jugadores que un día aportan y al otro desaparecen. Es la irregularidad propia del comienzo de la campaña. Explica esto, en parte, el relevo de Rodríguez, eje habitual del equipo, cuando no trascendía y defraudaba fuera de posición.

Los goles, que premian a Ménder y a Valdés, dan confianza

Tema aparte.

 Mención crítica al mal trato al público, en el juego anterior en casa, por las deficiencias de la logística, brigada abusiva que no requisa, sino que manosea.

Obliga al hincha, por su inoperancia, a permanecer quince o veinte minutos fuera del estadio, mientras en su interior rueda la pelota. Una boleta compra un partido y no parte de el.

Como la rabieta del presidente, una más, por la pancarta publicada sin agresividad hace unos días en el estadio local, en la que solo se recalcaba que *“EL ONCE PELEA COPAS Y NO DESCENSOS”*.

Nada tuvieron que ver los futbolistas, ni los técnicos, víctimas de turno de sus desenfrenados improperios. Esteban J.