«cuando pa’Chile me voy…»
Había llegado Chile a cifras de bienestar impensadas. Estadísticamente la miseria iba en vías de extinción y la pobreza a punto de desaparecer. El ingreso per cápita, el más alto de América Latina. Casi todos los índices, por no decir todos, mostraban realidades favorables; en medio de una nación que no era perfecta, pero sí muy destacada a nivel mundial, por sus logros.
Y no era mejor porque la corrupción disminuía su mayor progreso.
Podría afirmarse que sus habitantes tenían un buen lugar para vivir.
Y que pasó?
Que después de unos comicios de adoctrinamiento de odio y de repudio al sistema que los había llevado por el camino del éxito, decidieron por amplia mayoría, en una votación reciente, destruir lo que entre todos habían construido y logrado.
Votantes inoculados con ideas que “medio entendieron” pero suficientes para llevarlos a votar, como las del mutualismo, la anarquía, el anarcocolectivismo de Bakunin y otras.
A veces con cuentos provincianos y anecdóticos, es más fácil ilustrar actos intrincados, que la simple razón no comprende.
En una remota vereda le correspondió a un inspector novato hacer el levantamiento del cadáver de un individuo que había sido clavado con un puñal, en una pared. Él no sabía qué hacer. Se puso a mirarlo y seguro, con la misma lógica de los de Chile, determinó :
“Para que pueda haber levantamiento, (entiéndase progreso) tiene que haber tumbamiento”. ¡Y lo desclavó! Ambos, muerto y puñal, cayeron al suelo.
Y por ahí vamos.
Hay quienes hacen un diagnóstico de lo ocurrido en Chile como la resultante de haber llegado ese país a tener un estado depresivo, mediante una instrucción pública que azota mentalmente a los ciudadanos inoculándoles el odio por quienes hacen lo que existe y que por no ser perfecto, habría que destruirlo para empezar de nuevo. Y afirman estos tratadistas que la raíz del problema fue psicológica.
Podría agregarse que lo fue también de descuido del elector. En efecto la oposición mostró todo como si fuera malo y sobre todo, por las redes sociales, nuevos medios de consolidar opinión y votantes, mientras que los que construyeron lo bueno no se molestaron en difundirlo a nivel de instrucción primaria y secundaria y mucho menos por mensajes envolventes en esas redes; solo en foros de burócratas que no aportan votos. Dejaron que una mayoría de votantes migrara aterrorizada con lo mal que iba el país que les mostraban y anhelantes por llegar al verdadero paraíso que los esperaba, si votaban con ellos.
¿Si estamos tan contentos aquí, por qué no buscar algo diferente? ( frase común).
Los dueños del poder vislumbraron tarde la debacle, y en desbandada, no encuentran como proteger lo que tienen (o tenían) y buscan cómo salir indemnes físicamente del desastre.
Y para los dirigentes perdedores: “Así como no es honrado robar, tampoco lo es no hacer nada por evitarlo”.
Esto es sin duda lo que ocurre con Chile.
¿Y si tanto bienestar no importó, que podría esperarse de otro país de la región, con mayores desequilibrios, que parecería más vulnerable?”.
(*) Título canción de Carmen Amaya.
PÍLDORAS LITZ 6
Enero 6 2022.