25 de abril de 2024

Locos

Periodista, abogado, Magíster en ciencia política, Magíster en derecho público, escritor, historiador y docente universitario.
10 de diciembre de 2021
Por Víctor Hugo Vallejo
Por Víctor Hugo Vallejo
Periodista, abogado, Magíster en ciencia política, Magíster en derecho público, escritor, historiador y docente universitario.
10 de diciembre de 2021

Quienes han trascendido en la historia por la ejecución de hechos importantes, que los han convertido en personajes objeto de reseñas de historiadores e investigadores,  pues no todos logran un lugar en el registro de los hechos que deben permanecer en la memoria de la gente, en razón a sus influencias determinantes o sus singularidades  extrañas, si se quiere, han tenido algo de locos. Las grandes hazañas humanas tienen casi todas las características de algo salido de la razón corriente, que es en la que nos movemos la mayoría de los habitantes de la tierra. De muchos locos brillantes está hecha la historia. Pero ha habido unos locos que no han trascendido tanto en el contexto histórico como para alcanzar a destacarse en forma constante, pero que tampoco pueden ser borrados, porque sus influencias y sus hechos corresponden de alguna manera a los contexto de los personajes alrededor de los cuales hicieron la vida. Pocas veces los historiadores en tono solmene, se ocupan de ellos. Es que la historia tiene mucho de solemnidad, aunque algunos historiadores confunden este concepto con el de aburrimiento, que no es lo mismo que formal. Esto es serio, pero jamás aburrido. Y no siempre debe ser así, pues el mundo nunca ha sido cuadriculado, ni serio en todo momento. Que sería del ser humano si siempre estuviese serio. El humor es lo que permite que se vayan llevando tantas dificultades que todos los seres humanos deben soportar.

Quienes han hecho historia en muchas ocasiones no lo han tenido como propósito, sino que lo que hacen llega a corresponder a registros que no pueden ser ignorados por nadie. Los grandes personajes de la historia siempre se han caracterizado por hacer cosas que se salen del común comportamiento de los demás. Se destacan y por eso construyeron determinantemente  circunstancias que ahora son las que se conocen a través de esos textos referidos al pasado. Para decirlo en concreto: los grandes personajes de la historia han tenido un mucho o un poco de locos. No se han parecido a los demás y por eso hicieron lo que hicieron, porque se atrevieron a ser diferentes.  Y entonces, el interrogante que surge es ¿quién es un loco? Alguna vez, alguien, con quien tuvimos cercanías, que lucía poco ajustado a las costumbre practicadas para entonces, por lo que más de uno lo llamaba loco, nos miró de frente y nos dijo:¿Quién es más loco, el loco que sabe que no está loco o los demás que piensan que no están locos, pero son más locos que los locos de verdad? No fue fácil obtener  una explicación de su parte, pues en todo momento insistió que lo que expresaba era demasiado fácil de entender, que si no se le entendía era porque el interlocutor estaba loco. Y se fue. Tantas veces hemos pensado en esa expresión, que mejor se ha tomado la decisión en dejarla como enunciado, sin el afán de que todo hay que entenderlo hasta el fondo. Hay cosas que lucen mejor cuando no se logran entender bien  y se mantienen como expresiones de impacto.

De pronto ni los psiquiatras, que son los profesionales dedicados al tratamiento de quienes sufren dificultades comportamentales de cualquier naturaleza, ni siquiera logran entender que es un loco, cual es el concepto de loco, porqué se es loco o deja de serlo.  Alguien para salir por la tangente dijo en cualquier ocasión que de loco todos tenemos un poco. Y los demás se pusieron a pensar en eso, sin pasar del enunciado.

Pero hay de locos a locos. Hay locos muy serios, dañinos y perversos, como los dictadores, los autócratas, los absolutistas, los que piensan que el mundo sólo puede funcionar como el ejercicio de una tiranía. Esos son locos peligrosos de quienes se puede esperar todo, incluso que den muestras de que no están locos.

Hay locos agradables, cuya compañía disfrutamos, pues toman las cosas de una manera más simple de lo que las toman los demás, que a lo mejor todo se lo toman demasiado en serio.

Hay locos que se meten por ciertos rincones de la historia, a manera de colados, que desempeñan papeles de trascendencia en determinados momentos, porque a lo mejor carecen de la suficiente locura para salirse completamente del esquema de lo que llaman normalidad o ausencia de locura.

Muchos de esos son locos lindos, en una concepción muy propia de los habitantes del sur del continente, quienes consideran que los locos lindos son aquellos que hacen la vida más llevadera y se meten en muchos rincones de la existencia para dejar huellas no tan marcadas como las de los más locos, que son los que se meten a la historia, pero que tampoco pueden ser ignorados, porque su papel fue importante en los hechos en que se vieron involucrados o ellos mismos quisieron protagonizar.

El periodista, escritor, académico, columnista de opinión, humorista de fino  e inteligente contenido Daniel Samper Pizano se dio a la tarea de investigar la vida de diez personajes de la historia, que bien podrían ser denominados de segundo orden, aunque cada uno en lo suyo, lo fueron de primer orden,  como que sin su presencia la historia no hubiera sido lo que fue. Con unas muy serias investigaciones y la demostración de la cantidad y calidad de lecturas que ha asumido en su vida, va contando esas vidas en tono de cronista, con el humor que desde siempre lo ha caracterizado, como que en el género es considerado uno de los mejores  en los dos últimos siglos del periodismo colombiano. El idioma limpio, pulcro, bien manejado y las expresiones precisas de quien informa, ayuda a tener en las manos un texto histórico, pero con la seguridad de que todo lo que cuenta es cierto, porque no es el producto de ficción alguna, sino de la recolección de datos e informes que se encuentran debidamente acreditados. Son 10 los personajes que pasan por esas  365 páginas del libro “Locos lindos”, de editorial Aguilar, en incómodas pastas duras de carátula y muchas sonrisas que se desprenden de la manera agradable en que va contando detalles de seres humanos, que se hicieron notables al lado de otros más notables que ellos, pero dejando una huella, que asumida en su conocimiento con el estilo de Samper Pizano, es una muy agradable manera de pasar las horas con las manos y los ojos sobre un texto.

El desfile de locos lindos incluye a personajes como:

  • Francois Vatel, el cocinero francés de gran originalidad
  • Aimé Bonpland, quien legó a la humanidad herramientas inmensas
  • Aida Byron, quien hizo aún más grande su apellido ilustre
  • Temístocles Solera, a quien su nombre no le quedó grande
  • Esquiel Uricochea, opacado en sus lealtades
  • Aimé Okley, a quien temieron los hombres
  • Graciela Olmos, entre boleros y bandidos
  • Sidney Franklin, torero extraño y gay
  • Hedy Lamar, a quien le llegó a doler la belleza
  • Mané Garrincha, genio en una cancha con sus débiles y torcidas piernas.

Un libro en el que se aprende mucha historia, porque la investigación fue asumida con la misma responsabilidad  con que el autor ha actuado en todo su trabajo como periodista de investigaciones, autor de muchas noticias en medios masivos de comunicación, en las que puso al descubierto alguna parte de la mucha corrupción estatal que siempre ha estado presente en este Estado fallido de tiempo atrás que es Colombia. Los finos toques de humor con que cuenta algunos detalles de esos personajes, hacen percibir esa lectura como un tanto ligera, pero antes que nada es deliciosa como diversión, como lo que debe ser en todo momento la lectura, que es la mejor manera de no estar solo nunca, en ningún espacio.

Debe decirse que todo libro con la firma de Daniel Samper Pizano es una garantía de calidad. Su obra, ya extensa, ha sido seria, sin abandonar ese humor que llegó a encumbrarlo en circunstancias populares, como las series de Tv que han contado con sus libretos y guiones. Siempre se ha dicho que una de las mejores maneras de poder contar la veracidad de la realidad, es a través del humor, que de alguna manera permite ciertas licencias en las que se sueltan crueldades que de otra manera serían dolorosas. Samper Pizano es especialista en la materia.

La indagación pretérita es de tal seriedad, en su forma humorística de contarla, que son muchos los hechos y personas que se llegan a conocer, incluso para quienes de alguna manera, le hemos dedicado buena parte de nuestras lecturas al acceso al conocimiento histórico. Los personajes se cuentan en lo que fueron, con sus carnes y sus huesos, sus virtudes y defectos, que en algunas ocasiones pueden terminar siendo preponderantes. Con todos esos defectos el lector sonríe, porque a pesar de ello hicieron cosas en la vida que llegaron a trascender y sin cuya presencia los personajes ciertos al lado de quienes vivieron, no hubiesen podido alcanzar los niveles de notoriedad que consiguieron.

De manera relajada, sonriente, agradable se van pasando las páginas de este libro, sabiendo detalles históricos desconocidos para casi todos, que en no pocas ocasiones permiten entender a fondo muchos de esos episodios que teníamos en una especie de atmósfera medio oscura. Es que los personajes nunca llegaron a serlo en soledad. Todos ellos estuvieron rodeados de otros seres que les hicieron parte de la tarea que debía ser conjunta.

Todos los personajes del libro son atractivos. Escoger uno de ellos para destacar no es fácil, pero como una especie de provocación a acercarse a la obra de Samper Pizano, queremos transcribir un corto fragmento de la biografía de Graciela Olmos, quien no se llamaba así, pero así ha pasado a la historia y lo hizo como la Bandida, por ser la esposa del Banido, a quien de alguna manera emuló, pero se mantiene en la inmortalidad por haber sido compositora de exitosos boleros y del corrido más conocido de la Revolución Mexicana “Siete leguas”, el caballo de Pancho Villa, en cuyas tropas de bandoleros, cuatreros, abigeos y finalmente revolucionarios anduvo en asocio de su esposo, quien murió en su ley, con una de esas muchas balas incustrada en el pecho. Saber de su vida en detalle es pasar por el mundo imperfecto de lo que somos todos los seres humanos. Como para que lo lean:

Los artistas que se presentaban estaban a la altura de la casa: al menos tres tríos clásicos, Lara, José Alfredo Jimenez, Cuco Sánchez, Benny Moré, Pepe Jara, el gran compositor y guitarrista Álvaro Carrillo y Marco Antonio Muñiz… Este barítono romántico era, a los vientipico años, la voz de planta del establecimiento, hasta cuando Graciela lo despidió: <<Tú eres muy joven y vales demasiado como artista– le dijo-. No debes seguir cantando en sitios de putas, lárgate>>. Tenía razón. Muñiz ha sido uno de los grandes cantantes mexicanos de las últimas décadas. A él le regaló la bandida una guitarra española que había encargado al gran torero de la época, Manolete. Los clientes que acudían a la mancebía estaban, por su parte, a la altura de los artistas. En su biografía sobre el poderoso y corrupto periodista de la época Carlos Denegri, el escritor Enrique Serna recrea una visita a la casa de la Bandida: <<Don Alfonso Reyes [famoso escritor] tenía sentada en las piernas a una rubia en baby doll negro a quien recitaba al oído la égloga tercera de Garcilaso>>. Otro torero, el Soldado (Luis Castro), se cambiaba antes de las corridas en la habitación de Graciela. En la lista de visitantes aparecen el poeta chileno pablo Neruda, el educador José Vasconcelos, el pintor Diego rivera y también numerosos políticos, supuestos espías y capitalistas exitosos de todos los cuales ya no queda sino, para decirlo propiamente, el polvo. El escritor Juan Villoro, que nació cuando ya se había cerrado la casa y le quedaban solo seis años de vida a Graciela, dice que sabe, por testimonio directo, que los escritores Carlos Fuentes y Fernando Benítez, entonces cachorros de intelectuales, eran clientes ocasionales de Graciela y hablaban de ella en términos << teñidos de la más alta admiración>>. Carlos Payan, celebre periodista y político no conoció a la compositora personalmente, pero la define como <<una locachona encantadora>>. Es decir, una loca linda. Su prostíbulo era altamente democrático, añade Payán pues atendía por igual a  <<la crema de la intelectualidad y  cualquier hijo de vecino>>. En él, Graciela exhibía sus dotes de madama y de compositora y a menudo entonaba sus canciones acompañada por el habitual conjunto musical de base. Muchas veces interpretó el corrido << Siete Leguas>> en recuerdo de su inolvidable Pancho Villa y sugirió el baile lento y apretado a las parejas con sus boleros:

 

Ya la enramada se secó,

El cielo el agua le negó.

Así tu altivo corazón

no me escuchó.

Como ave errante viviré

Buscando olvido a mi dolor;

Con la añoranza de tu amor

         Yo moriré.

 

(Páginas 255, 256 y 257)

 

Un libro delicioso y de mucho interés de conocimiento histórico, el que nos trae para este fin de año el autor colombiano Daniel Samper Pizano, quien se ha convertido en uno de los referentes del periodismo serio, sin que el humor le sea extraño, porque sabe burlarse de si mismo y de los demás. Que sería del mundo sin el humor. La seriedad es tan seria que termina por ser aburrida.