28 de marzo de 2024

Manizales y las guerras del siglo XIX

Por Albeiro Valencia Llano
18 de octubre de 2021
Por Albeiro Valencia Llano
18 de octubre de 2021

La estratégica posición de Manizales, ubicada sobre las principales vías de comunicación y en el filo de una montaña, hizo que tomara importancia militar después de 1850 cuando se convirtió en puerta de frontera que controlaba el acceso al sur de Antioquia y al norte del Cauca. Esto fue demostrado en las guerras de 1860 y 1876, pues en estos conflictos la aldea jugó destacado papel como la plaza fuerte de Antioquia en esta parte del territorio.

La guerra de 1860

En agosto de este año el general Tomás Cipriano de Mosquera se declaró en rebeldía contra el gobierno del presiente Mariano Ospina Rodríguez y promulgó un decreto separando el Estado del Cauca de la Confederación Granadina; como respuesta el Estado de Antioquia situó un ejército en la cuchilla de Manizales, a donde llegaron los generales Joaquín Posada Gutiérrez, Braulio Henao y Marceliano Vélez para evitar que Mosquera siguiera con la tropa hacia Bogotá. Hubo un combate, el 28 de agosto, duró 7 horas, pero nadie ganó; Mosquera izó bandera blanca, dialogó, se comprometió a suspender toda hostilidad y a desarmar su ejército si el acuerdo era aprobado por el gobierno nacional y Manizales quedaría como campo neutral. Mosquera fue invitado a pasearse en su caballo por la aldea de Manizales y reconocido como Jefe Supremo del Estado del Cauca, después se retiró de la zona. Como el gobierno central no aceptó el armisticio de Manizales, Mosquera reorganizó sus fuerzas y el 18 de julio de 1861 entró triunfante a Bogotá. De aquí surgió la Constitución de Rionegro de 1863.

Esta guerra transformó la aldea de Manizales porque la hizo conocer en todo el país, además desplazó a Salamina, que era un pueblo más grande y rico, porque a Manizales llegan las contribuciones de guerra, el dinero de las expropiaciones para alimentar el ejército conservador de Antioquia, acantonado en este lugar. Aquí creció el mercado interno porque a los soldados había que abastecerlos con carne, panela, tabaco, sal y aguardiente. La sal para conservar la carne, la panela para comer con agua cuando no había más comida, el tabaco para espantar mosquitos, zancudos y para entretenerse cuando no había nada que hacer y el aguardiente para soportar el frío, distraer el hambre y darse valor antes del combate. En esta época los más beneficiados fueron los hacendados que producían caña de azúcar, tenían trapiche panelero, explotaban haciendas de ganado vacuno y caballar y controlaban las minas de sal, después los campesinos y los arrieros y por último, los políticos y autoridades de los pueblos que hacían las expropiaciones de guerra y manejaban los recursos.

La guerra de 1876

El conflicto se inició en julio de 1876 cuando algunos conservadores se levantaron contra el gobierno del Cauca; ante esta situación los mandatarios conservadores de Antioquia y Tolima mantuvieron inicialmente la neutralidad, pero por motivos religiosos y preocupados por la defensa de la soberanía de los Estados, invadieron el norte del Cauca con tropas conservadoras inscribiendo la guerra dentro del contexto nacional. Decidida la participación en la guerra, el 8 de agosto, se dictó el Decreto declarando el Estado en situación de guerra, y el 17 había un ejército que contaba con una fuerza de 8.000 a 9.000 hombres.

Manizales se convirtió en plaza fuerte por su condición de ciudad de frontera, allí se concentraba parte del ejército de Antioquia listo a apoyar las fuerzas conservadoras del Cauca, levantadas contra el gobierno de ese Estado. Ese 17 de agosto había salido de Manizales hacia el Cauca la División Vanguardia, a órdenes del coronel Francisco Jaramillo, integrada por 800 hombres; luego la Segunda División del Sur, con 750 soldados, a órdenes del general Cosme Marulanda y la tercera División del Sur, con 650 hombres, comandados por el coronel Juan Manuel Llanos.

Antes de marchar, los batallones oían misa y el padre Nazario Restrepo «colocaba a todos los que podía, pero con especialidad a los soldados de Manizales, un escapulario del Corazón de Jesús», además se les entregaba una faja de género como divisa, con la leyenda: «Dios, Patria y Libertad», despertando un fervor religioso, casi místico, que se orientaba contra los liberales. Con uno de los batallones de La Ceja, Antioquia, llegó un hombre de regular edad, de baja estatura y con barba de nazareno quien cargaba una cruz. Fue bautizado por los liberales “El Mesías de los godos”.

El 31 de agosto de 1876 se libró la batalla de los Chancos, donde participaron 7.000 soldados aproximadamente; intervinieron como jefes del ejército liberal los generales Julián Trujillo, Miguel Bohórquez, Payán y otros; y por parte de las fuerzas conservadoras, los generales Gutiérrez (Botella) y Joaquín María Córdoba.

Mientras tanto llegó a Manizales don Marceliano Vélez, como general en jefe con el objetivo de reorganizar el ejército y emprender otra campaña sobre el Cauca; poco a poco arribaban las fuerzas del Estado a la ciudad y el 19 de septiembre había allí un ejército de 9.000 hombres bien armados y equipados.  El plan del general Vélez era fortificarse en Manizales, preparar su ejército durante dos meses y luego emprender el ataque.

El 22 de febrero de 1877 el general Trujillo ocupó Villamaría y en una ofensiva que casi no encontró resistencia, cruzó el río Chinchiná, estableció su cuartel general en El Tablazo y, luego, se apoderó de puntos estratégicos como La Manuelita, Alto de La Pava, La Cabaña, El Rosario, Morrogacho y El Arenillo.

Mientras estos acontecimientos tan graves se sucedían y se producía el asedio de Manizales, don Recaredo de Villa se retiró de la presidencia del Estado y fue reemplazado por don Silverio Arango P., quien empezó a ejercer desde la sitiada ciudad y, como cosa extraña, el general Marceliano Vélez abandonaba la aldea en momentos de gran expectativa, cuando todos esperaban un ataque general.

La batalla se inició el 5 de abril, a las cinco de la mañana, en una línea de combate de 35 kilómetros, desde el paso de Montaño o la Florida hasta el alto del Canasto y la Garrucha; desde los primeros disparos el ejército conservador inició su huida en plena derrota. Ante la tremenda ofensiva del general Trujillo el ejército conservador quedó anonadado y como no había unidad de mando, por la retirada del general Vélez, le correspondió al gobernador de Antioquia, Silverio Arango P., levantar bandera blanca. Como consecuencia el 6 de abril se firmó la Capitulación del Alto de San Antonio; de este modo cayó la plaza fuerte de Manizales.

La importancia de las guerras para Manizales (la del 60 y la del 76) radica en que a pesar de ser ésta una pequeña aldea, se une a la región y a la historia del país por la calidad de los fenómenos que aquí se desarrollaron. La guerra favoreció a Manizales en lo económico, en lo político y en lo social; la convirtió en un centro directivo, siendo elevada a la categoría de capital de provincia y por consiguiente fue trasladada la Prefectura que estaba en Salamina. Su vida económica se vio estimulada y desarrollada notablemente debido a los miles de soldados que permanecieron concentrados en la plaza lo que aumentó la población a 30.000 personas aproximadamente; sin embargo no hubo escasez de víveres, ni el precio de ellos sufrió alteración sensible pues de todos los pueblos de Antioquia llegaban cargamentos con artículos de primera necesidad.

Pero lo más importante es que los campesinos de Manizales y poblaciones vecinas lograron vender sus excedentes de producción, para una población flotante superior en número a la de la joven aldea, que apenas contaba con 12.000 habitantes. Los soldados ayudaron a impulsar las relaciones mercantiles porque cada uno recibía como ración diaria, una libra de carne, una de panela, un poco de arroz, un puñado de sal y un real de plata.

Las dos guerras contribuyeron a transformar la aldea de Manizales en el último baluarte del Estado de Antioquia frente al Estado del Cauca y, por lo tanto, en sitio estratégico de las fuerzas conservadoras antioqueñas; se convirtió en el punto de demarcación de las dos fuerzas más claramente caracterizadas del país, durante el período 1857- 1876: Antioquia como bastión del Partido Conservador y el Cauca como fortaleza del Partido Liberal.