29 de marzo de 2024

Molinos y quijotes son el esplendor del Homo ludens

11 de septiembre de 2021
11 de septiembre de 2021

Por: Universidad de Manizales

Entrevista con el profesor Miguel Alberto González González, oriundo de Manzanares – Caldas, filósofo y literato, pintor, docente e investigador universitario en ciencias sociales y de la educación. Profesor del doctorado Formación en Diversidad de la Universidad de Manizales. Su exposición “Elogio al homo ludens”, compuesta por 39 pinturas en óleo sobre lienzo y ocho en acrílico sobre lienzo, puede visitarse hasta el mes de diciembre en la Biblioteca del centro educativo.

Esta obra hace parte de la segunda muestra “Arte, Saberes, Diversidades” promovida desde la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, a través del Doctorado Formación en Diversidad y el Departamento de Humanidades de la Universidad de Manizales.

¿Cómo y cuándo surge su interés por el arte?

Miguel Alberto González: Ha sido un producto de lecturas. En los años 80 empecé a leer los suplementos literarios en El Espectador donde dedicaban secciones a literatura y artes. En esa época no conocía museos ni había participado en exposiciones. En aquella ocasión vi la escultura “El pensador”, de Rodin, quedé sorprendido de la misma, con varias intrigas sin resolver. En otro suplemento encontré algo sobre los surrealistas, ahí sentí que el mundo es algo distinto cuando la metáfora, la ironía y la paradoja en la estética son el estilo. En adelante me nace un profundo interés por estudiar artes plásticas o literatura, hago la segunda, pero voy alimentando ese mundo de la pintura en visitas a museos de cualquier ciudad que conociera y, a su vez, en asistir a cuantas exposiciones locales encontrara. De hecho, las disfrutaba y las sigo disfrutando por los vinos en honor al artista y, luego, por las curiosas conversaciones que se suscitan de asuntos desuetos.

¿Quiénes fueron o son sus referentes artísticos?

Es difícil sustraerse a los grandes maestros que el mundo va anunciando y enunciando en el campo de las artes. Van Gogh, ante todo por su irreverente estilo de vida, pero también gusto bastante de los clásicos del Renacimiento. De Colombia, Omar Rayo me sorprendió desde que vi sus obras hasta encontrar el museo que gesta en Roldanillo, de hecho, allí está su cuerpo con un homenaje a su estilo “Aquí cayó un Rayo”.

En algún momento de mi existir me encuentro en la pintura con el surrealismo y en la literatura con el realismo mágico: esa fusión de estilos es la que más me ha influenciado en estas búsquedas pictóricas y escriturales.

Para no presumir de que toda mi vida es pintar, que soy un iluminado por las musas, voy por claridades autobiográficas, sólo, a partir del 2014, ya mi cuerpo visitado en años y apoyado en los estoicos, decido soltar los prejuicios, libero mis miedos al que dirán, me emancipo de la extraña idea de que se me pasó el tiempo, entonces, compro unos lienzos, unos óleos y empiezo a representar el mundo, mis poéticas, mis frustraciones y mis utopías que son las de la humanidad.

Homo Ludens, es el título del libro del holandés Johan Huizinga, que aborda el fenómeno lúdico en un contexto científico y académico. ¿Qué le motivó a utilizarlo para presentar su exposición?

El libro lo conozco, al igual que uno del profesor argentino Eduardo de la Vega, titulado “Elogio del homo lundens”. Llevo un tiempo escribiendo y realizando eventos académicos en Horizontes Humanos de Kalkan explorando los distintos homos que hemos sido y que aún habitan entre nosotros. Tengo textos propios en torno al homo faber, homo demens, homo fatigans, homo consumers, homo digitalis, así mismo vengo elaborando conversaciones escriturales sobre el homo economicus, homo mendax, homo dolens, homo videns, homo prosaicus, homo peoticus y el homo ludens.

El homo ludens es la explosión de posibilidades que todos tenemos para superar o, al menos, distanciarnos de aquellas realidades formateadas, digitalizadas, parametrizadas, estatalizadas, curriculizadas, cronometrizadas. Un poco, reírse del agendamiento de nuestros tiempos, de nuestro existir sin sorpresas por el largo agendamiento que disponemos. Es un tensar la cadena con las intoxicaciones de los tiempos y de los lenguajes que hoy, más que nunca, padecemos. Intoxicados los tiempos y los lenguajes al homo sapiens sapiens nos va quedando el homo machina como producto, un ser bien comido, vestido, hablado, editado y programado, bien informado, pero mal dormido, aislado y desconectado de lo plural. Hoy asistimos, de manera triste, a las aventuras guiadas por las cavernas de las pantallas.

¿Pinta más el cerebro, el ojo o la mano que ejecuta la técnica?

En mi caso van conjuntos. Hay distintos momentos, en algunos se elaboran varios bosquejos, bocetos, se deciden colores, formas y mensaje que se desea integrar al lienzo, en ese sentido es una pintura cerebral, claro, apoyada en la visión y elaborada por la mano.

En otros momentos nos ponemos frente al lienzo, como quien va a una hoja en blanco, muchos de esos trabajos se rehacen, se reconceptualizan porque es casi imposible que se sienta placer a primera vista de un cuadro elaborado por las primeras sensaciones, ocurre, pero de forma esporádica. Siempre nos convocan los problemas de una época, los sueños de una sociedad, las propias expectativas y ese viaje a nuestra infancia a esas primeras veces que recuerdo donde el mundo es siempre un big bang, el primer abrazo, el primer beso, el primer amor, el primer miedo, el primer desamparo, la primera ilusión, la primer vez que conocí el mar o Castilla La Mancha, son momentos que están en esta exposición. En cualquier caso, la interacción cerebro, ojo, sensaciones y manos es directa.

¿Qué desea expresar con su exposición?

Son unas 47 obras que van desde el 2014 al 2021 y tienen distintas secuencias y apuestas: algunos paisajes relatan y retan momentos específicos de mi existir, del habitar el mundo, alguna nostalgia, en el sentido de olvido, que hacemos de la naturaleza; algunos abstractos conceptuales que se apoyan para ironizar y paradojar ciertas teorías científicas, educativas, económicas y políticas. Hay unos molinos y quijotes que son el esplendor del Homo Ludens. De ese hombre que lucha por ideales aún sabiendo que no se pueden cumplir, pero que sin embargo da la vida por ellos, incluso dona su condición de locura para que se entienda que es un juego. Los quijotes figuran ese mundo simbólico tan poderoso que los humanos movilizamos. En los distintos lugares del mundo que he estado saben del Quijote, algunos lo aman, quieren seguir ese estilo de vida, otros adoran a Sancho y desean ser esos conversadores totales que nunca incomodan, que están para escuchar, para conversar sin permitir que la palabra tenga fin. Otros tantos han hecho películas, poemas, novelas, ensayos y todo tipo de expresiones humanas para homenajearlo. El Quijote es un símbolo fantástico que nos conjunta a casi todas las culturas ¿Existe el Quijote? No, pero sí. Es una creación fantasiosa literaria, pero ha venido para quedarse, ha venido para mostrarnos que sin Quijotes no podemos vivir los más curiosos ideales, que si nuestra vida no siembra un ideal tendrá poco sentido transitarla. El Quijote no existe como ser de carne y hueso, nunca vivió en La mancha o Barcelona, sin embargo, jamás se irá de nosotros porque lo necesitamos, porque está en cada uno de nosotros, una parte que es Quijote y otra que es Sancho.