29 de marzo de 2024

Fábula del Poder Anhelado.

5 de septiembre de 2021
Por Celmira Toro Martínez
Por Celmira Toro Martínez
5 de septiembre de 2021

Nada había sido tan anhelado como llegar a gobernar su pueblo.

Fueron muchos los intentos, las alianzas, los encuentros; las jornadas intensas de trabajo comunitario, la entrega sin fin por afirmar su liderazgo entre su gente.

De la causa campesina hizo su fortaleza y a través de las Juntas Comunales fue integrando su grupo de apoyo, sus aliados.

Su mayor interés era tener el reconocimiento de su pueblo, para lograr un día el honor de llevar sobre su pecho la Bandera de su tierra y así representarla ante propios y extraños, y firmar Decretos y presidir Consejos y marcar el camino a seguir según su Plan de Gobierno construido entre expertos, que de su patria de amor, poco o nada sabian y entonces, en el papel quedó un proyecto hermoso que en el manejo de los mercaderes de la falsa política, de la inmoral democracia, de la manipulable justicia y de leyes que se dejan corromper por la avaricia, fueron mostrando al ser que sin ser tuvo que ser; que sin querer tuvo que querer; que sin entender tuvo que entender y así, las riendas de su pueblo llegaron a otras manos; el afán por servir se convirtió en la obligante tarea de pagar favores y las decisiones fueron tomadas por quienes, sin amar su tierra, la entregaron al inclemente fin de sus anhelos.

Así lo que entre todos fue posible, se volvió decisión de unos pocos.

La palabra de honor empeñada se ocultó en decretos; se acabó en promesas incumplidas, en ausencias, en distancias.

Los logros alcanzados por su pueblo se fueron marchitando con el tiempo y la cultura implantada como un acto de amor por sus raíces, por la herencia inmortal de sus ancestros, se regresó al instante en que indolentemente el mismo pueblo, extinguíó sin piedad los tesoros que fueron su orgullo, su patrimonio inmenso.

Nadie pudo advertirle sus errores ni exigirle respeto por los emblemas propios de su raza mancillados y muertos.

Solo hubo un cómplice silencio que acabó con la historia del pueblo que en amor ciudadano se decidió por ser ejemplo, por abrir un camino a la cultura, a rescatar su historia, a guardar las raíces perennes que sostienen el honor inmortal legado por sus viejos.

Este ser empeñado en la búsqueda del poder, recordará que un día tuvo el honor de lucir en su pecho la Bandera de la parcela aquella, plena de gente buena, de frutos y cosechas y sentirà el vacío del anhelado sueño que se fue como el agua entre los dedos y fue dejando huellas de nostalgias, de recuerdos sin fecha, que se llevaron la oportunidad maravillosa de haberle rescatado sus derechos y la  esperanza de devolver a los suyos su honra y su grandeza.

» Es necesario ser un mar para poder recibir una sucia corriente sin volverse impuro».

( Friedrich Nietzsche)