El impar humorista de las “charlas” (VII)
(Serie de cartas dirigidas al periodista, escritor y profesor Carlos Mario Vallejo sobre los 100 años de La Patria)
Carlos Mario.
Roberto Londoño Villegas se educó con su padre, y con esa castiza enseñanza entró de lleno al periodismo. Poeta lírico, muy joven, con su poema “Ruta del Bien” fue laureado en 1916 y por otro poema “Símbolos rojos” fue premiado en 1918. Los manizaleños de entonces, memorizaron con deleite “Ego sum”.
Dirigió el periódico político Lampos, que fundó mi tío Carlos Patiño, en 1911, Colombina en 1912, con Ignacio Gómez Calderón, que reunió un magnifico grupo, fundó la revista exclusivamente literaria Palabras, en 1913, integrándose su generación, y colaboró en casi todas las publicaciones de ese tiempo. Hizo parte también de Renacimiento, pero fue de los primeros redactores de La Patria. El seudónimo de Luis Donoso, te repito, lo usó a partir de 1935. En este diario empleo más: Cristina de Lucena y Rosa de Marillac, entre otros. Escribió también en El Criterio, Colombia y Renacimiento Literario. Y su prestigio creció tanto que periódicos como El Tiempo, El Espectador, El Siglo, Diario del Pacifico y El Colombiano, lo solicitaron.
De lleno en el periódico La Patria, fue enviado a Bucaramanga a cubrir los IV Juegos Nacionales de 1936, en los que a la delegación de Caldas se le otorgó una medalla especial. Ocupó las secretarías de obras y gobierno en el municipio y fue hasta alcalde encargado. Dirigió la revista Civismo, como secretario de la SMP, y fue Jefe de control de obras del Centenario.
Su humorismo sin par lo recogió en “Por el lado flaco” “Charlas”, “De perfil y de frente”(1947) “De reojo”, y en la selección póstuma de “Charlas de Luis Donoso” (1980), en las que las noticias sangrientas, pasionales, curiosas, que leía, o le enviaban, y las he estado releyendo mientras te escribo, pues provoca seguir y seguir, porque ingenio y gracia no envejecen, pero de las que por espacio es imposible darte muestra ahora y ya vendrá alguna carta que lo requiera. Con todo, el soneto en el que le hizo homenaje en 1938 el maestro Guillermo Valencia, lo consagró definitivamente, con versos como:
“Oye Donoso, tu charlar me agrada.
Eso no es escribir, eso es portento.
Eso es dejar que un río de talento
apure su caudal por la llanada.
El aire de tu Musa emancipada,
su sabroso reír y su ardimiento
se imponen con heroico atrevimiento
en cualquier académica jornada
Si das, rimando, al filo del abismo,
sueltas como pontón un neologismo
y ganas de través la opuesta orilla.
No tiene fin tu pródigo salero.
Eres as de poetas y el primero
de todos los guasones de Castilla.