29 de marzo de 2024

Medios impresos que descansaron en paz

15 de mayo de 2021
Expresidente Alfonso López Pumarejo

Así como nos hemos propuesto rescatar algunas veces en pasadas entregas la historia de la radio antañona, ahora procuramos inventariar los nombres que el viento se llevó como por arte de magia del ámbito periodístico editorial en varias ciudades del país.

Salieron de circulación en distintas épocas, en Bogotá, el diario El Liberal, del ex presidente Alfonso López Pumarejo, y el semanario La Calle, de su hijo Alfonso López Michelsen, cuando era el ‘Compañero-jefe’ del MRL. Le fue mejor en el futuro, al ponerse al frente de la afortunada resurrección de Semana, al nieto del primero e hijo del segundo, Felipe López Caballero.

Antes desaparecieron en el periodismo político Jornada y El Unirista, dirigidos por el inmolado caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán; El Diario de Colombia, del inolvidable mariscal Gilberto Álzate Avendaño; La Paz, del dictador Gustavo Rojas Pinilla, avalado por Alberto Acosta Penagos; la revista Nueva Frontera, del ex presidente Carlos Lleras Restrepo; la revista Guión;  el diario La Prensa, del ex presidente Misael Pastrana Borrero, y La Nueva Prensa, de Alberto Zalamea.

Jorge Eliécer Gaitán

Caducaron también El Catolicismo, de la Arquidiócesis de Bogotá, al que le daba látigo el cardenal Luis Concha Córdoba; El Vespertino, de don José Salgar, “El Mono”; Intermedio, que sustituyó temporalmente a El Tiempo, cerrado por la dictadura rojista, y Sucesos, el espléndido magazine que crearon y dirigieron con notorio éxito Rogelio Echavarría y Felipe González.

Más defunciones: Antena, la revista del espectáculo, que dirigía Fernán Martínez Mahecha; Consigna, la publicación turbayista del binomio Lemos-Eastman; Hoy por Hoy, la revista de la finada Diana Turbay; Al Día, de las hermanas de Plinio Apuleyo Mendoza; El Bogotano y El Periódico, de Consuelo de Montejo, y La Meta, especie de “Plaboy” de los aficionados a la hípica. (Aquí cabe un largo etcétera, aunque un sabio del periodismo dijo alguna vez que “el etc. etc. es el bastón en el que se apoya la mala memoria”).

En Medellín desaparecieron del espectro periodístico el hebdomadario Pantalla, de Carlos Piedrahíta y Óscar García; Proyección, de Hernán Restrepo y Gabriel Cuartas, que intentó competir con el primer semanario, pero no logró su cometido; Sucesos Sensacionales, de Octavio Vásquez; La Defensa, diario en el que se inició como reportero político Belisario Betancur; Pomponio, semanario humorístico de Francisco Bedoya, “Febo”;  El Mundo, El Correo y El Diario, tres cotidianos liberales; El Obrero Católico, de la mano de don Alfonso Lopera, formador de muchos periodistas de la vieja guardia paisa, y Toriles, de don Ramón Ospina Marulanda. Capítulo aparte amerita la Revista Micro, pionera del periodismo del espectáculo, nacida en Medellín en 1940 para propulsar y agitar el ambiente radial, artístico y fonográfico del país.

Ramón Marín

En Manizales desaparecieron el diario La Mañana, de Ramón Marín Vargas; el cotidiano Renacimiento, el decano del diarismo manizaleño, cuyo último director fue el poeta Juan Bautista Jaramillo Meza, y La Voz de Caldas, diario con más nombre de emisora, que dirigía don Eudoro Galarza Ossa, primer periodista asesinado en Colombia por un irracional oficial del Ejército, en su oficina de redacción, en presencia de sus subalternos.

Otras publicaciones que se extinguieron: El Editorial, que se inventaron Arturo Gómez y Ómar Yepes; Integración, de José Fernando Corredor y María Virginia Santander; Chamberí, de Guillermo Ramírez; Arte y variedades, de Juan de Jota Giraldo, y Nuevo Estadio, creado por Javier Giraldo Neira.

Se fueron para siempre, en otros pagos, Relator, El Pueblo y El Caleño, en el Valle del Cauca; Diario del Caribe y Crónica, en Barranquilla; El Diario de la Costa, de Cartagena; El Diario de la Frontera, de Cúcuta; El Diario Vallenato, de Lolita Acosta; La Tarde, El Fuete y El Imparcial, de Pereira; El Cronista, de Ibagué, y La Tierra, de Tunja.

La apostilla: En el Palacio de San Carlos, en tiempos del ‘Mandato Claro’ de López Michelsen, le cambiaban el nombre a la Nueva Frontera, la revista del ex presidente Lleras Restrepo. Los íntimos del mandatario de turno la llamaban en son de burla “La Nueva Arrechera”.