28 de marzo de 2024

Los Samper

5 de mayo de 2021
Por Óscar Alarcón
Por Óscar Alarcón
5 de mayo de 2021

Un superintendente, de cuyo nombre no quiero acordarme, se atrevió a decir hace unas semanas que “Samper es un apellido que da vergüenza”. Vergüenza debe darle a él no saber lo que ha sido esa prestigiosa familia. Es el mismo funcionario a quien el actual gobierno quiso postular a la Corte Penal Internacional, y le dieron corte, porque el “tipo” resultó antijurídico.

De esa familia han sido miembros Miguel Samper Agudelo, a quien llamaron “el gran ciudadano”, candidato presidencial cuando –ahí si también para vergüenza del país–ganó el anciano Manuel Antonio Sanclemente, a quien le dio golpe de estado el vicepresidente Marroquín, y nos hizo perder a Panamá. Fue don Miguel un gran economista, puede decirse que fue de los primeros que tuvo el país. Ancestro espiritual de la Generación del Centenario y precursor de lo que más tarde se llamó el republicanismo.

Un hermano suyo fue José María Samper Agudelo, el primer constitucionalista del siglo pasado, constituyente del 86, y el único que se le enfrentó a Miguel Antonio Caro cuando se discutía su Constitución y la de Núñez.

Don Santiago Samper, hijo de don Miguel, fue quien instaló el servicio de luz eléctrica en Bogotá, al comienzo del siglo XX, y con varios de sus hermanos fue de los pioneros de la industria en Colombia, con la fábrica de Cementos Samper. Una empresa muy concreta.

Si tampoco lo sabía el burócrata de Industria y Comercio, Silvestre Samper Agudelo, fue un prominente hombre de empresa, quien inició en esas actividades a Pedro A. López, hijo de un modesto sastre, que se convirtió, en su época, en el hombre más rico de Colombia y padre de dos presidentes: López Pumarejo y López Michelsen.

Como gana bien, el superintendente a quien me refiero, no sabe lo que es el Sisbén, ni quien lo instituyó.

En fin, hay más de 8.000 razones para destacar a los Samper. En cambio, Barreto ¿será un apellido Super? No, barro, como dirían en la Costa.