29 de marzo de 2024

El momento que vivimos

10 de mayo de 2021
Por Alberto Zuluaga Trujillo
Por Alberto Zuluaga Trujillo
10 de mayo de 2021

Las circunstancias que el país vive en razón de la pandemia y los hechos violentos de las protestas, sumado al interrogante que como Nación enfrentamos de escoger a quien ha de suceder  al presidente Duque, nos abruman y llenan de temores ante la posibilidad, hoy cierta, de que quién congrega en torno suyo el querer mayoritario es precisa y contradictoriamente Gustavo Petro, con quien Colombia, sin duda alguna, se sumiría en la  miseria como Venezuela. Cincuenta y dos precandidatos presidenciales es una falta de seriedad y una colosal burla al patriótico acto de escogencia del más capaz y preparado de los colombianos para gobernarnos. En el pasado escrito del 23 de noviembre: “Urge un coscorrón” decíamos que lo que el país requiere “es un hombre de mano dura pero de pensamiento amplio dispuesto al diálogo e igualmente inflexible en hacer cumplir la ley” refiriéndonos a Germán Vargas Lleras como el más idóneo y experimentado para conducir esta nave por las azarosas y procelosas aguas de esta mar embravecida. No es nuestra intención presionar tan trascendental decisión. Su cálculo político y su rígida formación de estadista le indicarán el día y la hora, pues de sobra la vida le ha enseñado que no basta la diligencia ni conviene precipitarse  para apresurar el logro de algo, pues los acontecimientos deben seguir su curso natural, obedeciendo a las realidades y exigencias del momento. Solo que, dada las especiales circunstancias que vivimos, se hace necesario el acertar sin equívocos en esa determinación, no sea que el momento escogido esté fuera de lugar, bien por ser demasiado temprano o lo contrario, que cuando decida hacerlo ya esté la gente comprometida, por aquello del complejo juego de las adhesiones políticas en el que nadie da puntadas sin dedal y el cual Vargas Lleras bien conoce. Como Vicepresidente manejó las obras de Infraestructura para cuyo cometimiento tuvo un presupuesto descomunal  sin que al día de hoy se conozca una sola denuncia por desviación de los mismos. Pocos colombianos han tenido en sus manos la coordinación de una inversión no inferior a los setenta billones de pesos manejados con clara transparencia, sin permitir que persona alguna interfiriera en los procesos de licitación entregando las obras en tiempo récord y en óptimas condiciones.  La confección de sus listas al Congreso en el reciente pasado dio lugar a que se especulara que en Cambio Radical escampaban los corruptos expulsados de otros partidos. En su momento fue claro en señalar que los avales los extendieron personas ajenas a Él. Gracias a su paso por el Congreso hizo aprobar 42 leyes que se constituyen en el más formidable arsenal para combatir la corrupción. Dos atentados, uno en el 2002 y otro en 2005, reivindicados por las Farc, dan cuenta de lo incómodo que resulta para la izquierda. Deberá, una vez decida aspirar a la presidencia, reorganizar sus cuadros directivos en los distintos departamentos y ciudades capitales, para cerrar el paso a los indeseables y corrompidos oportunistas responsables de los avales en las distintas corporaciones públicas. Su modo de ser, malgeniado y altanero si se quiere, poco importan. Interesa su apego por los principios de la autoridad. Para el logro de tan urgente propósito es necesaria la unión de todos los matices  para que, un solo candidato, enfrente el inminente peligro de la izquierda. Su inteligencia, preparación y capacidad de servicio, son condiciones excepcionales que el país nacional hoy, con esperanza reclama.

 

 

Alberto Zuluaga Trujillo                                                                     [email protected]