19 de abril de 2024

Exudar, como-cómo, concordancia, gerundio

Profesor y catedrático, algunos años; rebuscador, otros tantos, y hoy, escritor y defensor ferviente de nuestro hermoso lenguaje castellano.
9 de marzo de 2021
Por Efraim Osorio
Por Efraim Osorio
Profesor y catedrático, algunos años; rebuscador, otros tantos, y hoy, escritor y defensor ferviente de nuestro hermoso lenguaje castellano.
9 de marzo de 2021

Quisquillas de alguna importancia

Recuerden, señores, la canción del Jibarito. 

Creo que esto nos pasa a todos. Me refiero a la duda que nos asalta con respecto a la ortografía de algunas palabras. Por ejemplo, con el verbo ‘exhortar’, del que, tiro por tiro, dudo si lleva o no la ‘hache intermedia’. Recurro, entonces, al diccionario –para esto los hacen– o al recuerdo de su etimología latina (de ‘ex-’ y ‘hortor’ – ‘animar’).  Quizás –no lo sé– ésta fue la razón por la cual el escritor manizaleño y columnista de LA PATRIA Eduardo García Aguilar le puso ‘hache intermedia’ al verbo ‘exudar’ en esta oración: “…se ve a jóvenes cantantes que dieron conciertos en la cava medieval cuyas piedras milenarias exhudan aires de existencialismo y jazz…” (21/2/2021). ‘Exudar’ se escribe así, porque viene del verbo latino ‘exsudare’ –que puede escribirse también ‘exudare’–, ‘evaporarse completamente, destilar, perder gota a gota’. En la misma columna escribió: “Los miembros de la familia ampliada del viejo George viven cerca unos a otros en casas…”. “…cerca unos de otros…”, porque en la locución preposicional ‘cerca de’, esta preposición señala el punto de origen de esa distancia, no de su término, como cuando decimos ‘estamos cerca de llegar a un acuerdo’. Lo mismo vale para ‘lejos de’. *** 

En la página de El Tiempo, ‘Pasatiempos’, hay una sección llamada “La casa de las palabras”, variada e interesante, sin duda. La del jueves 25 de febrero de 2021 fue dedicada a un fragmento del cuento “Juan sin miedo y el cura” del ‘sabedor’ Jesús María Quiñones. En ese fragmento encontré un par de errores, el primero, la falta de la ‘raya’ o de las ‘comillas’ que, generalmente, introducen los elementos del diálogo, signos ortográficos que ayudan a la lectura; el segundo, la omisión de la ‘coma’ del vocativo y de otra necesaria en la redacción. Cuenta su autor de este modo: “Cuando llegó el cura lo llamó: ¡Juan! Él le respondió: empuje la puerta padre”. Correctamente, así: “Cuando llegó el cura, lo llamó: –¡Juan! Él le respondió: –Empuje la puerta, padre”. Más adelante: “¿Eso qué es Juan?”. Bien, así: “¿Eso qué es, Juan?”, o, mejor, “¿Qué es eso, Juan?”. La coma, señor. Su fuente, anota El Tiempo, El Instituto Caro y Cuervo, que, quizás, en este caso prefirió lo auténtico a lo castizo. ***

Al día siguiente, en la misma página, pero en la sección “¡Aquí contamos todos”!, leí esto: “Puedes sentir, sin tocar, como la superficie es rugoso por las capas de pintura…”, comentario sobre la pintura “El mercado”, de Andrés de Santa María, del Museo Nacional de Colombia. “…cómo la superficie es rugosa…”, obviamente: ‘cómo’, porque no se trata del adverbio ‘como’ (‘me disgusta la manera como lo dice’), sino del adverbio interrogativo ‘cómo’ (‘¿cómo así?’), que, aunque en la muestra desaparece la pregunta, puede decirse que permanece flotando, a saber, de manera implícita. Y ‘superficie rugosa’, de Perogrullo. ***

Dos gerundios ‘fuera de lugar’ por la misma razón: “…así hay tanto docente queriendo que no se haga” (Papel Salmón, Fernando-Alonso Ramírez, 27/2/2021) y “…y de pronto empiezan a gotear en la llave señales anunciando que el agua regresa” (LA PATRIA, Elceario de J. Arias Aristizábal, 27/2/2021). Como en el fútbol, para que un ‘fuera de lugar’ se configure, tiene que haber  ‘simultaneidad’ de dos hechos, a saber, el ‘pase’ del que patea el balón y la ‘posición ilícita’ de su destinatario; así, para que un gerundio no esté ‘fuera de lugar’ en la oración, es indispensable que haya ‘simultaneidad de dos hechos’ –regla de oro–, verbigracia, ‘en este momento estoy escribiendo’, oración en la que hay dos hechos simultáneos, ‘estar’ y ‘escribir’. Recuerden, señores, la canción del Jibarito. En las muestras glosadas, sus autores debieron echar mano del pronombre relativo ‘que’ y del verbo en el tiempo requerido en lugar del disonante gerundio, así: en la primera, “…hay tanto docente que quiere que…”, y en la segunda, “…empiezan a gotear señales que anuncian…”. ¿No les parece más armoniosa esta construcción?

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