19 de abril de 2024

Damos pena.

31 de marzo de 2021
Por Alejandro Loaiza Salazar
Por Alejandro Loaiza Salazar
31 de marzo de 2021

Cuando se sale del país y se tiene la oportunidad de conversar con extranjeros, si es que ellos saben algo de Colombia, no es extraño que su primera idea sobre nosotros sea la de relacionarnos con drogas; algo así como la falsa idea que tenemos de los habitantes del medio Oriente, imaginándonos sus territorios como eternos desiertos en donde abundan las bombas y los atentados suicidas, o de las naciones africanas plagadas de pestes y jungla por doquier,
Todas visiones equivocadas, Colombia es mucho más que drogas, como medio Oriente es mucho más que fanatismo religioso, y África no es tan desoladora y pobre como la imaginamos, o por lo menos no tan lejos de lo que tenemos en nuestro país.
Al parecer, nosotros los colombianos, nada estamos haciendo para desdibujar la arraigada idea que se tiene en el exterior, y no porque nos preocupe que piensen ellos de nosotros, sino porque es un reflejo de la triste sociedad que tenemos.
El 27 de marzo, “The New York Times” uno de los periódicos más influyentes en todo el territorio de los Estados Unidos, tiene como portada el velorio de la niña asesinada por la fuerza pública colombiana en un bombardeo a uno de tantos campamentos del asesino y narcotraficante Gentil Duarte. (https://www.nytimes.com/2021/03/27/world/americas/colombia-children-war-FARC.html)

Solo la foto de la portada deja ver una Colombia desolada, triste, decadente, de la cual nos deberíamos de avergonzar.

Mientras en nuestras placidas casas, o en los cómodos cafés de interminables debates políticos, muchas veces insulsos, discutimos como acceder al poder, como aprovechar cualquier oportunidad de negocio, como planear nuestras futuras vacaciones; miles, cientos de miles de colombianos pelean por sus vidas, huyen despavoridos de las balas tanto de los terroristas, como de la fuerza pública, donde para ellos ambas son lo mismos, ambas cobran la vida de civiles por igual, ambas los ponen en el mismo nivel de riesgo.

Mientras en Colombia nuestro ministro de defensa, trata a menores de edad reclutados forzosamente como maquinas guerra cuando apenas tienen 15 años, mientras que en poblados como “Puerto Cachicamo”, de donde era la joven Yeimi Sofía Vega quien murió en el bombardeo no tengan una escuela pública, pues la única que hay es de una ONG que solo llega hasta grado Decimo, mientras no exista en estos territorios, casi que en el centro geográfico de nuestro país, los servicios mínimos de los que debe gozar un ciudadano en el siglo XXI, este país da vergüenza.

Seguimos siendo tan indolentes como en los albores de nuestra República, cuando Bolívar extermino casi que por completo a la ciudad de Pasto en Nariño, incluyendo niños y mujeres sin una sola arma en su hombro, mientras les acusaba de torpes y brutos en Bogotá, acusación que aun por muchos ignorantes persiste, sin ni siquiera conocer su origen.