Jorge Eliécer Gaitán. el sectarismo enceguece
“El circo de Santamaría ha sido siempre destinado a los espectáculos de género bárbaro como los toros, el boxeo, etc. Ningún sitio más apropiado para lanzar la candidatura del doctor Gaitán, que éste”.
Con esta frase comienza el artículo publicado por el diario La Razón el 24 de septiembre de 1945. Sobre el particular hay que considerar que el artículo no tiene autor conocido, asumimos que el periódico se hace responsable de su contenido. Esto no es difícil entender por cuanto el diario, a pesar de ser liberal, es de orientación opuesta al gaitanismo. Su director, Juan Lozano y Lozano, era un poeta y periodista perteneciente a una aristocrática familia, educado en Cambridge y Roma, gran humanista, diplomático y político, secretario personal de Enrique Olaya Herrera durante su campaña contra la hegemonía conservadora. Además, desempeñó los principales cargos en la política partidista: concejal, representante, senador, ministro y embajador, incluso miembro de la dirección nacional del partido. Fundó el periódico La Razón en 1936 y lo dirigió durante doce años.
El perfil y la actitud del director del periódico nos da indicios de su cercanía con el ´régimen´ y su alianza con la élite dominante, a la cual Jorge Eliécer Gaitán enfrentaba abiertamente. Por consiguiente, es fácil concluir que su candidato presidencial era Gabriel Turbay, escogido por los liberales oficialistas para su campaña a la presidencia para el período 1946-1950 frente a la candidatura disidente de Jorge Eliécer Gaitán. Estas elecciones, es bueno recordarlo, llevaron al liberalismo al fracaso permitiendo el regreso del conservatismo al poder en la persona de Mariano Ospina Pérez.
Fue Gaitán un importante político colombiano, asesinado el 9 de abril de 1948, lo cual ocasionó una de las épocas más violentas por efectos partidistas en Colombia, que dio lugar al llamado Bogotazo, consistente en una oleada de crímenes e incendios y desórdenes de todo tipo en la capital de Colombia, caos que fue extendido a todo el país. Esto fue el preámbulo de uno de los períodos más dolorosos de la historia colombiana, conocido como La era de la Violencia, enfrentamiento político que dejó miles de muertos en los dos partidos tradicionales.
En 1944 Jorge Eliécer Gaitán lanza su candidatura presidencial, manteniéndose en el partido liberal con un movimiento denominado Movimiento Gaitanista. El lema de su campaña, “por la restauración moral y democrática de la República”, buscaba construir un proyecto político anti oligárquico, que enfrentara a las élites de los partidos liberal y conservador. La disciplina del movimiento desconcertaba a los políticos tradicionales, asombrados ante la forma tan vertiginosa como ascendía el cubrimiento nacional del gaitanismo. Para la difusión y organización tenían su propio periódico, La Jornada. La labor de organización de la campaña presidencial, que duró varios meses en perfecta armonía, alcanzando éxitos sin precedentes en la historia de los partidos, concluyó el 23 de septiembre de 1945, en la plaza de toros, La Santamaría, de Bogotá.
A esa jornada democrática, con la cual se concluía un período de organización de una importante candidatura presidencial, no queda bien que un periódico, liberal en este caso, permita la calificación de circo para un evento de tanta trascendencia, precisamente al día siguiente de su culminación. Tampoco es admisible que a la audiencia gaitanista, constituida en su mayoría por las clases populares, se le señale como bárbaros que andan por las calles bebiendo y causando desorden. Un acontecimiento tan importante para ellos desenfrena las emociones y saca a relucir las costumbres tradicionales: tumultos bulliciosos que se embriagan, celebran con cohetes y pólvora (aún lo hacen en muchas partes civilizadas). Se ve en el artículo, por ende, en el periódico que lo acoge, el afán de ridiculizar una campaña y a unos seguidores solo por el sectarismo y el interés de defender otros intereses.
No era Gaitán ningún director de circo, sino uno de los hombres más prominentes que ha producido Colombia, desafortunadamente en tiempos tan duros. La violencia política no admitía contradictores, por ello en las zonas rurales y apartadas de Colombia se mataban entre sí los campesinos y, desde la capital a través de los medios de comunicación, se atizaba esta hoguera descalificando al contrario.
Fue Gaitán un eminente abogado graduado en 1920 en la Universidad Nacional de Colombia, cuya tesis, Las ideas socialistas en Colombia, fue muy controvertida, dado el pensamiento de la época, sectario rural y tradicionalista. En 1926 viaja a Italia, allí estudia en la Real Universidad de Roma, en la prestigiosa escuela de derecho dirigida por Enrico Ferri, el penalista más importante de la época, graduándose como Doctor en Jurisprudencia, mereciendo su tesis la calificación Magna cum laude, ganadora del Premio Enrico Ferri.
Su paso por Italia, sus siguientes visitas a Europa y el conocimiento de los líderes de Alemania e Italia, Hitler y Musollini, respectivamente, influyeron en sus actitudes y gestos, por eso el puño alzado, y “a la carga”. Ahí radica la recriminación del articulista de La Razón sobre el “Heil Hitler”. Aunque lo anterior me parece muy contradictorio porque precisamente el pensamiento de Gaitán y su posición anti oligárquica y defensora de los más débiles lo ubica en posiciones muy distantes a la de esos dictadores. Sin embargo, la crítica lo pintaba en caricaturas mostrándolo como un peligroso fascista que arrasaría con el decoro, la libertad, el pueblo, la prensa, el pensamiento y el trabajo, conductor de una masa de bárbaros y salvajes incivilizados opuesta al progreso.
Cuestiona el articulista las frases de la campaña gaitanista cuando dice: “a la carga” y “por la restauración moral de la república”, argumentando “que como todas las frases que parecen geniales a los apasionados de tal o cual candidato no quieren decir absolutamente nada”, y manifiesta que esos juegos de palabras talvez signifiquen algo sólo para el asesor extranjero vinculado a la dirección de la campaña. “A la carga” es un término motivacional como todos los que buscan despertar el apoyo popular, igual como los utilizados posteriormente por el liberalismo como “dale rojo, dale”. En cuanto al llamado a la restauración moral de Colombia estaba muy bien consignado en la plataforma de Gaitán que proponía la reivindicación del país nacional frente al país político que todo lo absorbía y contra la violencia que desde el gobierno se desataba contra los opositores políticos.
La trayectoria política de Gaitán explica el significado de esa frase, por cuanto su vida fue una constante lucha por la restauración moral del país, con todo lo que esa frase significa. Después de su regreso a Colombia, en 1928, Gaitán es elegido Representante a la Cámara, donde hace una fuerte denuncia por la masacre de las bananeras, lo que le motivó el título de Tribuno del pueblo. Llega posteriormente a la presidencia de la Dirección nacional liberal, segundo Designado a la presidencia de la república y más tarde Rector de la Universidad Libre.
Y sigue el articulista: “¿Qué ofrece Gaitán al pueblo? Nada. Absolutamente nada, como lo demostrara las veces en que sacrificó sin el menor reparo a quienes entregaron sus dineros y esfuerzos para la extinta Unir. Como pagó a los choferes cuando estuvo de alcalde, tratando de uniformarlos y señalarlos como salvajes”.
Lo anterior lo explica la historia del gaitanismo y las actividades de Gaitán en la confusa vida política nacional: funda en 1933 la Unión Izquierdista Revolucionaria, UNIR y en su órgano periodístico, El Unirismo, adelantó grandes campañas por la reforma agraria. El movimiento fracasó rápidamente por la presión de los liberales y conservadores, apelando a métodos violentos. Esto fue una de las razones que llevó a Gaitán a la necesidad de volver al liberalismo, por fuera perdía mucho poder cada día entre sus seguidores. En nombre del partido es nombrado alcalde de Bogotá, viéndose obligado a salir de la Alcaldía cuando pretende uniformar a los conductores de los vehículos públicos.
En 1939 es elegido magistrado de la Corte Suprema de Justicia, en 1940, Ministro de Educación. En 1941 Gaitán formó parte del grupo contra la reelección de Alfonso López Pumarejo. En 1942, durante la presidencia interina de Darío Echandía, Gaitán es nombrado ministro de Trabajo.
Con toda esta trayectoria y su lúcido pensamiento era mucho lo que Gaitán ofrecía al pueblo, por tanto y no como expresa el artículo que no ofrecía “nada, absolutamente nada”.
El fracaso del ensayo unirista dejó heridas en quienes creyeron que ese era el camino para enfrentar a los partidos tradicionales y consideraron como actitud traidora con la causa el hecho de que su caudillo volviera a las huestes liberales, lamentando su pérdida de dinero, tiempo y esfuerzos, consecuencia de la finalización del movimiento, esto fue imperdonable para muchos. En cuanto al rechazo de los choferes a ser uniformados y con cuya huelga, empujada por los políticos opositores de Gaitán, lo sacaron de la Alcaldía, puede interpretarse como una tempestad en un vaso de agua, procedimiento muy acostumbrado por los políticos quienes viven a la expectativa de cómo perjudicar a su rival. Y el periódico La Razón hace eco de eso para favorecer la candidatura de Turbay.
Vanessa Lya Giraldo Orozco