28 de marzo de 2024

No más exenciones

1 de octubre de 2020
Por Juan Alvaro Montoya
Por Juan Alvaro Montoya
1 de octubre de 2020

Una tercera reforma tributaria en el actual gobierno es un hecho. Con pérdidas proyectadas de 330 billones de pesos con ocasión de la pandemia, un crecimiento negativo del -15.7% durante el segundo trimestre y una cifra cercana a un millón de contagios por SARS-Cov2, no hace falta ser agorero de cartel para conocer el futuro opaco de las finanzas públicas.

Sombras ya existían sobre ciertos sectores de nuestro aparato productivo antes que apareciera el virus chino. La construcción, como uno de los motores del consumo interno, ha venido presentado una contracción contante durante los últimos 3 años, registrado al cierre del año 2019 una disminución acumulada de casi el -4% en comparación con los registros de 2016. De hecho, de las series publicadas por el Dane, los únicos sectores que se destacan corresponden al bancario y de consumo, con cifras positivas del 5.7% y 4.9% respectivamente, impulsado principalmente por el flujo constante de migrantes que estimulan el gasto en materiales básicos como alimentos y artículos de primera necesidad. En otras palabras, lo que estas cifras parecen expresar, es que la atención de los economistas del gobierno está puesta en algunos sectores que resultan, en momentos de crisis, mejor librados que otros. Con todo, resulta paradójico que las medidas de emergencia adoptadas en virtud del estado de emergencia social, económica y ecológica vengan a fortalecer precisamente los sectores que ya han salido robustecidos de este embate histórico, pues los subsidios que destina el ejecutivo nacional a través del sistema bancario (primer beneficiado) serán gastados precisamente en almacenes de cadena que distribuyen artículos de consumo masivo (segundo beneficiado).

Este panorama dantesco posee un agravante adicional. El modelo tributario actual contempla exenciones de impuestos, descuentos, beneficios tributarios y tarifas diferenciales por una cifra cercana a los 80 billones anuales, lo cual representa cerca del 30% del presupuesto general de la nación. En otras palabras, de cada 100 pesos que se pagan en impuestos, el modelo fiscal nacional regala 30 pesos a otros sectores que han mantenido sus prebendas y gabelas a costas del sacrificio tributario de 50 millones de colombianos. Algunas cifras son dramáticas:

El impuesto sobre la renta contempla exenciones por cerca de 12.4 billones de pesos, de los cuales 10.1 billones corresponden a rentas exentas, 1.3 billones a descuentos y 0.8 billones a deducciones por inversión de activos. En estas categorías se ubican empresas del sector minero y energético que tienen derecho a solicitar deducciones por compra de activos necesarios para su operación o corporaciones y fundaciones que se encuentran exentas de todo tipo de rentas a pesar que sus organizaciones se encuentra construidas como verdaderas corporaciones comerciales, como sucede con algunas universidades de renombre nacional que, amparadas en estos beneficios tributarios, contratan cada año miles de millones de pesos sin cancelar un solo centavo por concepto de tributos nacionales.

Por su parte el IVA acumula la mayoría de las exenciones de impuestos a nivel nacional. Las tarifas diferenciales le representan a la economía pérdidas por más de 78.5 billones al año e irónicamente benefician a los mismos sectores que resultaron favorecidos durante la actual crisis de salud pública. En efecto, al cierre de cada periodo fiscal, estas compañías tienen el derecho de solicitar la devolución de los valores cancelados por concepto de IVA, toda vez que sus mercaderías se encuentran exentas. El Estatuto Tributario prevé un total de 66 productos y servicios excluidos de IVA, que a pesar de lo extenso del listado, concentra cerca de 52 billones de exenciones en servicios inmobiliarios, administración pública, salud, educación y agricultura y combustibles. Un ejemplo de esta dramática realidad es que el biodiesel acumula pérdidas por mas 1.8 billones par la economía nacional por vía de gabelas tributarias.

Como mecanismo de equidad, cualquier reforma futura deberá conservar las exenciones para los productos básicos de los hogares de estrato 1 y 2, y desmontar con premura los enormes beneficios que existen para otros sectores que se han enriquecido sobre el suplicio fiscal de todos los colombianos. Dejemos atrás estas sanguijuelas que se han hecho expertas en predicar el capitalismo en las ganancias y el socialismo en las pérdidas y aceptemos que la igualdad también empieza por el bolsillo.