29 de marzo de 2024

La propuesta de Seidel Arango

6 de octubre de 2020
Por Mario De la Calle Lombana
Por Mario De la Calle Lombana
6 de octubre de 2020

Con los teléfonos inteligentes (y con las redes sociales), nos están llegando permanentemente noticias, informaciones y comentarios de todo tipo; muchos llegan como resultado de una búsqueda interesada. Pero también aparecen muchos que ni siquiera sabemos quién nos los remite.

Hace unos días apareció en mi whatsapp, en lo que parece ser el facsímil de una publicación periódica de la Academia Caldense de Historia, un escrito firmado por el señor Octavio Hernández Jiménez, fundador y miembro de número de dicha institución, bajo el título «Lamentable destino de la CHEC».

En ese documento el autor hacía un completo recuento del proceso a través del cual se nos sometió al despojo, en favor de Empresas Públicas de Medellín, del control accionario de la Central Hidroeléctrica de Caldas, CHEC, tal vez el más importante patrimonio que teníamos manizaleños y caldenses. Según el artículo, por la misma época (año 2003), tanto las Empresas Municipales de Cali (EMCALI), como la CHEC se debatían entre graves dificultades financieras. Pero mientras los caleños, como gato patas arriba, defendieron con éxito la continuidad de EMCALI como empresa de su ciudad ─con marchas, pedreas universitarias, bloqueos a edificios, paros amenazantes, bloqueos en sitos estratégicos de Cali y apoyo de los medios de comunicación─ los dirigentes manizaleños coadyuvaron a la entrega de la CHEC, y la ciudadanía local ni se enteró. Apenas 40 sindicalistas de la empresa desfilaron solitarios por la carrera 22 sin recibir la más mínima atención. Siempre de acuerdo con el artículo, contribuyó con entusiasmo en esta maniobra el gobierno central. Un paisa de racamandaca, el presidente Álvaro Uribe Vélez, prefirió ayudar a EPM, la gran empresa de sus paisanos, a beneficiarse con la operación, más bien que preocuparse por defender con equidad a Caldas, esa provincia menor que tan poca cosa significaba para él. La nación no pagó a la CHEC la gran suma que le debía por concepto de subsidios de energía, con lo que se habría salvado la empresa. Tampoco se concedió un alza de tarifas que se necesitaba con urgencia. Para autorizarla, se esperó a que la empresa ya estuviera en manos de EPM. Si esa autorización, y el pago de esa deuda del Estado, se hubieran llevado a cabo oportunamente, todavía los manizaleños y caldenses seríamos dueños de la CHEC, y sus utilidades estarían respaldando la débil economía caldense, no la poderosa de los antioqueños. Y trae el escrito un ejemplo de lo mucho que perdimos en esa aventura: transcribe lo publicado por Juan Carlos Layton en La Patria (marzo 30 de 2007) bajo el título «CHEC bate récord en distribución de dividendos»: «la Asamblea de accionistas aprobó ayer la repartición por $ 56.467 millones, luego de registrar utilidades netas por 62 mil 827 millones de pesos en el 2006, lo que se convirtió en una cifra histórica». El 56% de ese dinero se fue a engordar las arcas de la boyante EPM, y la nación recibió el 27,5%, de acuerdo con sus respectivos porcentajes en la propiedad de la empresa. A los socios minoritarios, por supuesto, solo les correspondieron unos mendrugos: Caldas e Inficaldas recibieron en total $ 4.307 millones de pesos, y Manizales, a treves de Infimanizales, 916 millones. También se beneficiaron con sumas menores: los Comités de Cafeteros de Caldas, Quindío y Risaralda con el 3,96% y varios municipios caldenses con el 2,3%.

Por supuesto, nada nos ganamos ya con llorar sobre la leche derramada. El único remedio que nos quedaría sería tratar de rescatar la propiedad de la CHEC. Y así lo entendió Bruno Seidel Arango, quien había sido tiempo atrás gerente de la propia CHEC y era en ese momento (junio de 2018) gerente de la concesión Pacífico 3. El día 15 de ese mes escribió en La Patria (siempre según el artículo de Octavio Hernández Jiménez) con el título «Mi CHEC, ya es justo que vuelva»: «Me atreví a manifestarle al Sr. Gobernador (Guido Echeverri P.) lo siguiente: actualmente EPM está atravesando un duro momento y fruto de esa coyuntura ha decidido vender activos hasta por 3 billones de pesos. No se trata de “al caído caerle”, EPM requiere recursos frescos y allí se presenta una oportunidad única. El el 80% de la CHEC, que es lo que no tenemos, seguramente tiene un valor asequible para la región… Gobernador: Hoy el panorama es claro para que entregue un departamento con futuro; la recompra de la CHEC, junto con Miel II, que con tanta visión fue comprado por usted y que hoy vale su peso en oro, con una Licorera recibida de las cenizas, generando utilidades, con un proyecto de aeropuerto regional estudiado con técnica y de manera juiciosa, tiene en sus manos una oportunidad histórica para recuperar recursos para la sustentabilidad y que garanticen un camino de prosperidad».

Por lo visto, el gobernador no quiso, o no pudo, atender el consejo de Seidel Arango. Pero valdría la pena reconsiderarlo. Los problemas de Hidroituango no están resueltos y es muy posible que EPM esté todavía necesitando dinero. La recuperación para Caldas y Manizales de la mayoría de las acciones de la compañía nos hará ser más dueños de nuestro futuro y menos dependientes de «la segunda colonización antioqueña», como llama Octavio Hernández en su artículo a esta situación. Recuperar la propiedad sobre la CHEC parecería una meta suficientemente importante como para que se discutiera ampliamente. Esto beneficiaría a la región y, por supuesto, a los otros municipios caldenses y demás accionistas minoritarios que también deberían poder adquirir más acciones. Además, podría pensarse en la posibilidad de que ciudadanos del común también pudieran comprarlas, incluso en pequeña escala. Las autoridades local y regional, Inficaldas, Infimanizales, la Sociedad de Mejoras Públicas, las universidades, podrían estudiar esta posibilidad. Si hace dos años la propuesta de Seidel Arango no tuvo eco, no quiere decir que no pueda rescatarse, estudiarse y quizás, para buena fortuna de los caldenses, ponerse en práctica.