28 de marzo de 2024

Viernes cultural Enrique Quintero, poeta

18 de septiembre de 2020
18 de septiembre de 2020
Enrique Quintero Valencia recibiendo un reconocimiento de la Universidad de Caldas.

El Profesor Enrique Quintero Valencia, podría catalogarse dentro del selecto grupo de los Humanistas modernos. Dedicado durante casi toda su existencia a la Academia, ha desempeñado desde la cátedra universitaria su papel de Maestro, reconocido como tal por sus colegas y alumnos. Ha participado en la fundación de revistas culturales como Siglo 20, Papel de Oficio, Erga Omnes. Una de las vetas casi desconocidas del profesor Quintero es la del ejercicio poetico, en el que a todas luces exhibe una frondosa inspiración, que ha recogido inicialmente en su libro POEMAS DE UN MÁXIMO GRIS. Al borde de sus 78 años de edad, ofrecemos en el día de hoy algunos de sus poemas, que son muy significativos dentro de la lírica caldense. Enrique Quintero Valencia, salamineño, es una de las figuras que no se podrían olvidar por los estudiosos y críticos de las letras de la región.

NO HAY MÁS GUERRA, MUJER.

No hay más guerra, mujer, que mi recuerdo
asaltando las torres de tu olvido,
y de las balas de tu lejanía
asolando los campos y los nidos
para que yo te rinda mi esperanza
y deje de invadir tu azul destino…

 

No hay más guerra, mujer, que tu mirada
asesinando noches con su brillo;
y no se entienden campos de batalla
otros que tus ojazos sorprendidos
que tienen a mis ojos insurrectos
por el hambre doliente de tu hechizo
las ametralladoras de tu risa
para dar tumba gris a mis suspiros…

 

No hay más guerra, mujer, que la trinchera
de tus brazos cerrados y escondidos
para que no te asalten mis abrazos
y derriben a besos tus castillos…
No hay más guerra mujer, que mi locura
arrastrando barreras con su grito
para que no se muera mi recuerdo

sin ese pan de miel de tu cariño…

 

SENTIDO DEL AMOR

Anoche te cercaron mis abrazos
y te inmolé en la pira de mis besos
entre mis abismales aletazos.
Tenía tu pupila tanta llama
prendida de mi piel,
que fue campo guerrero nuestra cama
donde luchó mi sangre con tu miel…
Y hoy estás en mis brazos sin abrazos;
y miro derrotados en mis besos
los cien caminos rotos de tus pasos.
En tu boca se pierde la sonrisa;
y el suspiro que infla mi camisa
tiene toda la llaga del cansancio.
Con mis labios te arguyo y te distancio
ciñendo a mis solapas el olvido.

Y me anudan a ti las esperanzas
porque sé que ya tienen su sentido
¡tus senos tristes y mis manos mansas!

VENGO DE VER LA SANGRE

Vengo de ver la sangre colombiana
tendida como un alma del camino.
Uvas de promisión vertieron vino
en el mapa de viajes de una ruana.

Se detuvo en sus manos la mañana.
Él olvidó que ser un campesino
es navegar hacia cualquier destino

con semillas de cielo y de campana.

Él olvidó la paz de sus abuelos.
Creyó que si sembraba sus anhelos

cosecharía sol y golondrinas.

Y con azada y recatón al hombro
cayó en el surco que cavó su asombro

cuando lo ametrallaron sus espinas…