28 de marzo de 2024

Confesión en el confinamiento en Colombia

2 de septiembre de 2020
Por Miguel Ángel Hoyos Zuluaga
Por Miguel Ángel Hoyos Zuluaga
2 de septiembre de 2020

Al buscar las causas de los problemas más graves de Colombia (Violencia, inseguridad, pobreza, desigualdad, corrupción y desempleo), encontramos deficiencias en las instituciones y en la educación. La mala calidad de la educación a la que acceden la mayoría de los colombianos está en la raíz de todos nuestros males, incluso la de las instituciones. Y la solución, es el primero de nuestros problemas, no está dentro de las prioridades de la mayoría de nuestros dirigentes.

La educación debería cumplir por lo menos tres funciones claves: formar para una ciudadanía tolerante, solidaria, justa y honesta; formar para participar con éxito en una economía global y competitiva, creadora de riqueza y bienestar.

Por eso es importante contar que el confinamiento que tuvimos durante 6 meses fué determinante para defendernos de una plaga maligna que a pesar de todos los esfuerzos, derrotó algunos seres humanos. Pero no quiere decir que se haya ido de la noche a la mañana, la guerra biológica todavía sigue y  seguiremos luchando para atacar a ese adversario. Se podría decir también que una de las enseñanzas que nos dejó la lucha contra este virus es la de replantearnos nuestro comportamiento como seres humanos. Creo de una manera personal que el mundo cambiara según sus intenciones porque sigo convencido de que la humanidad no tiene la mínima intención de cambiar, por razones de peso, la economía es un factor que impide el cambio de una sociedad, no genera progreso en términos políticos. Cuando esta no proporciona bienestar y si hace un daño feroz cuando arremete contra sus compradores, eso no es garantía de reciprocidad.

Realmente la confesión del confinamiento me da el espacio para compartir varias inquietudes y tener un objetivo único, del cual soy participe y deudor de mi país. Héctor Tassinari dice “cada hombre puede mejorar su vida mejorando su actitud”.

Debemos comprender de manera tácita que la confesión no es singular sino también pluralista, tenemos la obligación de hacernos una auto valoración y rendirnos a nuestras equivocaciones para empezar de nuevo. De esa manera podríamos llegar a la cúspide del éxito, somos dueños de nuestro destino, sea el fracaso o el triunfo. Para eso debemos construir y no destruir lo que no nos pertenece. Mirándolo retrospectivamente el confinamiento nos puso a pensar o cambiamos o nos morimos. Esa es la consigna de mi confinamiento.

En el tema de mi confesión, es realizar mi literatura como la diatriba de mi creencia y de mi propia convicción. La pobreza, la corrupción, la inseguridad y el desempleo es la dicotomía de una sociedad capitalista, Bismark bien lo decía, “Cuando quieras engañar al mundo, di la verdad”, es la apología al deterioro de una colectividad. Los cambios de una asociación deben ser convincentes y no mitómanos, porque desde ese momento se llamaría POPULISMO.

Por consiguiente la corrupción, la desigualdad, el desempleo y la inseguridad están en ese mismo estándar, el populismo es el peón, es el subordinado de una plutocracia abyecta. Por eso las mismas instituciones son las artífices de un mal manejo por un modelo económico subyacente y solo inocultable para los potentados, eso es denigrante e indignante.

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