28 de abril de 2025

En defensa del departamento de Caldas

Abogado, analista y columnista de opinión en El Espectador, Revista Semana y Eje 21.
23 de julio de 2020
Por Uriel Ortíz Soto
Por Uriel Ortíz Soto
Abogado, analista y columnista de opinión en El Espectador, Revista Semana y Eje 21.
23 de julio de 2020

Comunidad y Desarrollo

Esperamos que el honorable Consejo de Estado, en su sana sabiduría y de lógica jurídica, esta vez falle en derecho, la demanda que cursa  por nulidad electoral, -doble militancia-, contra el actual gobernador de Caldas.

En los escasos siete meses, que lleva la administración del doctor Luis Carlos Velásquez, se ha caracterizado por ser  mandatario ecuánime, de buenos resultados, con  programa de gobierno para todos los sectores del departamento; razón por la cual en los actuales momentos, según sondeos de opinión, tiene el reconocimiento de los caldenses en un 80%.

Se ha caracterizado, por ser funcionario dinámico, siempre listo a resolver los problemas de la comunidad, sin importar los factores políticos, puesto que en su agenda de gobierno existen  soluciones a todos los problemas, que agobian al departamento de Caldas.

Sin embargo, como todo no es color de rosas, sus enemigos políticos, – muchos de ellos dolidos porque no les han dado el pastel burocrático- o perdieron las elecciones en franca  lid, le  han montado  demanda de nulidad electoral  por doble militancia, que en los actuales momentos, hace curso en el Consejo de Estado.

Nadie se explica donde está la doble militancia  para este caso, si la candidatura del doctor Velásquez, fue avalada por firmas de ciudadanos, reconocidas por la Registraduría Nacional del Estado Civil.

El hecho, que merced a la fuerza que tomó su candidatura, por su novedoso programa de gobierno, se le hayan  unido otros grupos políticos, no quiere decir, haberse, declarado militante o vinculado oficialmente a todos ellos, lo que sería un exabrupto y manía de torpes y de tontos.

Es verdaderamente aberrante lo que viene ocurriendo en el departamento de Caldas; desde hace más de veinte años, partiendo de la administración de Mario Arístizabal hasta la fecha , incluido el actual gobernador Luis Carlos Velásquez, van veinte mandatarios, es decir un mandatario por año.

¿Se imaginará querido lector, cuantas fechorías han podido cometer estos funcionarios interinos, en la administración de nuestro departamento y sus municipios?

Un funcionario interino no ejerce con seriedad y responsabilidad su cargo, su paso es tan parecido como al desocupado, que llega simplemente a guarecerse del asfalto, mientras su jefe político le consigue algo duradero.

Todo indica que hay u n grupo de politiqueros y desocupados, empecinados en entorpecer las labores de los mandatarios que resultan elegidos, es decir, ni gobiernan, ni dejan gobernar.

Caldas en la actual administración, debe retomar el liderazgo de otras épocas,  como el departamento modelo de Colombia, puesto que siempre ha sido poseedor de un invaluable recurso humano, frente a los diferentes factores de desarrollo; salvo las excepciones de: politiqueros, marrulleros y vagos sin oficio, que se atraviesan como mulas rengas a la vera del camino.

El Caldas que nos legaron nuestros antepasados, debemos hacerlo respetar de los: corruptos, oportunistas, ladrones y politiqueros de turno, que siempre están a la zaga para  torpedear las buenas acciones de los gobernantes bienintencionados, en desarrollar planes y programas de gobierno, para  presentes y futuras generaciones.

Debemos reconocer también en el actual gobernador, el buen manejo que ha venido dando a la pandemia del Covid 19, como es de público conocimiento, Caldas y sus municipios, son los que menos contagio registran a nivel nacional.

Con el reciente incendio en la ciudad de Chinchina, que causó estragos, dejando a varias familias en la miseria, la labor presencial del gobernador, ha sido reconocida por el mismo alcalde y sus habitantes en general.

Los caldenses esperamos confiados, que el fallo del honorable Consejo de Estado, sea ecuánime y en derecho, con la sana lógica  y la razón, puesta al servicio de la verdad jurídica y la justicia.

 

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