Bicoca, horrorizar, enfundar-se, inédito-a
Quisquillas de alguna importancia
Esta peste no es ni ‘nueva’ ni ‘desconocida’ ni ‘fresca’ ni ‘original’. Ni, mucho menos, ‘inédita’.
Un titular de Eje21, conspicuo, además, dice lo siguiente: “Una vicoca de la vivienda” (Aquelarre, 4/7/2020). ‘Bicoca’, señor. De esta palabra enseña Corominas: “Bicoca. 1580, ‘cosa de poca estima’, antes ‘fortificación insignificante’, del italiano bicocca, ‘castillo en una roca’, 1360, de origen incierto”. Pero El Diccionario le da otro origen: “Del it. ‘bicocca’, y este de Bicocca, población italiana al oeste de Milán, y nombre de la batalla que en este lugar libraron franceses y españoles en 1522”. Y le asigna las siguientes acepciones: “Coloquialmente. Cosa de poca estima y aprecio. // 2. Col. Ganga (cosa apreciable que se adquiere a poco precio). // 3.Fortificación pequeña y de poca defensa”. Nota: Nosotros empleamos esta palabra en forma sarcástica, con el significado de su antónimo, para acentuar la magnitud escandalosa de una cifra, por ejemplo, ‘los contratistas se robaron la bicoca de ochenta mil millones de pesos’. Como dicen en la calle, ‘la medio bobadita de…”. ***
Esto, inexplicablemente, escribió el columnista Arturo Guerrero de El Espectador: “Se hace la ilusión de que sus decretos (…) son varitas mágicas para que los cincuenta millones se laven las manos, se enfunden en máscaras, se horrorizen el uno del otro” (10/7/2020). Inexplicable, no por lo que dice, pues tiene el derecho de hacerlo, sino por el error ortográfico, imperdonable, además, por tratarse de un periodista que debió pasar siquiera, me imagino, por el bachillerato. “Horroricen”, así. En castellano, todos los verbos de la primera conjugación, regulares e irregulares, que terminan en ‘-zar’ cambian la ‘zeta’ por ‘ce’ en las inflexiones cuya terminación empieza por ‘e’, por ejemplo, ‘almuerce’, ‘empiece’ y ‘horrorice’. Esta norma se aplica solamente en todas las personas del presente de subjuntivo, ‘modernice, modernices, modernice; modernicemos, modernicéis, modernicen’; en la primera persona del singular del pretérito simple de indicativo, ‘analicé’, y en la tercera persona del imperativo: ‘garantice él, garanticen ellos’. ***
En el mismo artículo, su autor garrapatea: “…se enfunden en máscaras…”. En esta frase sobra la preposición ‘en’ y el verbo ‘enfundar’ está fuera de lugar, obviamente, porque ‘enfundar’, verbo transitivo, es “poner algo dentro de su funda”, verbigracia, ‘enfundar una almohada’; reflexivamente, “ponerse una prenda de vestir”, por ejemplo, ‘me enfundo el saco’, no ‘me enfundo en el saco’. Los ‘tapabocas’ se ponen o se colocan, no ‘se enfundan’. ***
¿Ha oído usted hablar de una peste mundial que algunos llaman ‘la covid-19’, otros, ‘el covid-19’, y unos pocos, acertadamente, COVID-19’? Y ¿quién no, si desde que las autoridades chinas tuvieron que develarla no se habla de otra cosa? Sin embargo, todavía algunos se refieren a ella como si aún no la estuviéramos padeciendo, entre ellos, el editorialista de El Tiempo y una columnista del mismo diario, que escribieron lo siguiente, respectivamente: . “Frente a esto hay que decir con claridad que, ante un enemigo inédito, letal y devastador como el coronavirus…” (12/7/2020). “…y acatar la idea de que esta contingencia inédita…” (Esther Balac, 12/7/2020). Aludí hace poco a términos que alguien emplea por primera vez, bien o mal, que ‘pegan’ y que ya nadie suelta, no importa si son apropiados o no, únicamente porque están ahí. Es el caso del adjetivo ‘inédito-a’. ‘Inédito’, un cuento que no ha sido publicado; ‘inédita’, una novela que no ha llegado a las librerías, o un ‘artículo’ que se quedó en el computador. Nada más, porque ‘inédito’ es lo “escrito y no publicado”, y se dice del “escritor que no ha publicado nada”. Eran las únicas definiciones que daba El Diccionario hasta su vigésima edición (1984). Pero, y por ello su actual uso arbitrario, la misma fuente le agregó una tercera acepción en la siguiente edición (2001): “Desconocido, nuevo”. ‘Fresco, original’, agregan los diccionarios de sinónimos, no sé por qué. Sea de ello lo que fuere, esta peste no es ni ‘nueva’ ni ‘desconocida’ ni ‘fresca’ ni ‘original’. Ni, mucho menos, ‘inédita’.