Rebelde sin causa
El título es el de una famosa película, drama-ficción de 1955 protagonizada por uno de los ídolos de la época, el actor norteamericano James Dean, muerto prematuramente a los 24 años, en pleno cenit de su popularidad y Natalie Wood; cae de perlas para el tema de hoy.
Soy viejo o viejito, abuelo o abuelito y no he podido entender a éstos chicos de pelo blanco que protestan por el cariñoso calificativo que nos están dando y por la implementación de las lógicas medidas de protección sanitaria que el Estados a traves del gobierno nos está prodigando respaldado por la Constitución Política de Colombia, articulo 88 y la ley estatutaria consagrada a la salud como un derecho fundamental.
Lo más extraño es que son destacados profesionales de la industria, el comercio, la política, la cultura los medios de comunicación, personas cultas y educadas, que en una sana lógica debemos creer que fácilmente debían de entender claramente la particular situación del mundo actual y las medidas de excepción del gobierno nacional con el único interés de preservar la salud de los colombianos.
Esa extraña actitud de autosuficiencia que no sé si también aflorará cuando algún medico los ha obligado a tomar alguna medicina o les ha dictado medida de aseguramiento sin ningún beneficio en una clínica u hospital en donde alguna vez han estado en sus 70 años o más, sin derecho a visitas, ni a protestas, con la obligación de aceptar y ejecutar las órdenes impartidas.
La actitud de estos viejos o viejitos, abuelos o abuelitos a quienes no les falta nada, contrasta con la paciencia de otro grupo de personas, trapo rojo, menesterosos que viven de actividades diarias, necesarias para obtener mínimos ingresos para lograr el sustento familiar.
Esperemos que pasa con éste ejército de cabecitas blancas que han prometido organizarse como grupo de presión, para lograr sus objetivos.