25 de abril de 2025

Oraciones impersonales, violación, dos puntos, abuelo

Profesor y catedrático, algunos años; rebuscador, otros tantos, y hoy, escritor y defensor ferviente de nuestro hermoso lenguaje castellano.
16 de junio de 2020
Por Efraim Osorio
Por Efraim Osorio
Profesor y catedrático, algunos años; rebuscador, otros tantos, y hoy, escritor y defensor ferviente de nuestro hermoso lenguaje castellano.
16 de junio de 2020

Quisquillas de alguna importancia

En la calle, por ejemplo, desconocidos me dicen ‘abuelo’, y me siento honrado.

La semana pasada traté de las oraciones impersonales indeterminadas, en las que, dije, el complemento debe concordar con su verbo en número, por ejemplo,  ‘se buscan médicos para el hospital regional’. En ésta, el complemento es indeterminado, pues no se especifica cuáles médicos son los que el hospital está buscando. Por esta razón, no se emplea la preposición ‘a’. En cambio, si el complemento es determinado, se requiere la preposición y, en este caso, el verbo se construye en singular, verbigracia, ‘se busca a los delincuentes que asaltaron la tienda de don Chepe’.  Y suena bien, ¿cierto? Como sí disuena en la siguiente oración del doctor Flavio Restrepo Gómez: “…no se trata de opiniones al azar para volverlas decretos con los que se marginalizan a aquellos sobre cuyos hombros…” (LA PATRIA,  4/6/2020). “…con los que se marginaliza a aquellos…”, doctor, porque, repito, el complemento es determinado. De ahí, la necesidad de la preposición. La lógica de la gramática, ¡qué le vamos a hacer! ***

¿Podrá uno violar la ley lícitamente? Buena pregunta para un jurisperito. Oí en las noticias de la noche de RCN a uno de sus lectores hablar de ‘violación ilícita de las comunicaciones’ (6/6/2020). Pensé que se trataba de un ‘lapsus linguae’, pero no. En la ampliación de la noticia, y citando, creo, a la fuente, informaron que a dos policías los habían acusado de “violación ilícita de las comunicaciones”. Un absurdo, indudablemente, porque ‘violación’ es la “acción y efecto de violar”, verbo que significa “infringir o quebrantar una ley, un tratado, una promesa, etc.”. Sin mencionar la violación de la integridad o dignidad de las personas. Y el adjetivo ‘lícito-a’ califica todo aquello que es “justo, permitido, según justicia y razón”. En conclusión, en ese informe sobra el adjetivo, porque no hay violaciones permitidas ni justas, es decir, no hay ‘violaciones lícitas’. Se trató, considero, de una escogencia equivocada de términos. Si hubiesen dicho ‘interceptaciones’, habrían dado en el clavo, pues las ‘interceptaciones telefónicas’ –‘chuzadas’, coloquialmente–, por ejemplo, pueden ser ‘lícitas’ o ‘legales’, si autorizadas por un juez; e ‘ilícitas’ o ‘ilegales’, si se realizan sin esa autorización. De Perogrullo. ***

El signo ortográfico ‘dos puntos’ “anuncia una enumeración”, por ejemplo, ‘las virtudes teologales son tres: fe, esperanza y caridad’,  o establece relaciones semánticas de diverso tipo entre las unidades que separa”, verbigracia, ‘la pandemia nos encerró: los viejos no podemos salir a asolearnos ni a estirar las extremidades inferiores’. Entre paréntesis, este signo debe emplearse pegado a la palabra que lo antecede y separado de la que le sigue. Aunque son muchas las circunstancias en las que se puede usar este signo, una de ellas no es la de separar el complemento de su verbo, como en la muestra siguiente: “Cuatro amores en uno que piden: aceptación, respeto, paciencia…” (LA PATRIA, Oasis, 7/6/2020). “…que piden aceptación…”, castizamente. Otro gallo le habría cantado al padre Gallo si hubiese redactado así: “Cuatro amores en uno que piden lo siguiente: aceptación…”. ¿Ve la diferencia, padre? Además, si los dos puntos anuncian una cita, ésta debe escribirse con mayúscula inicial y entre comillas. La violación de esta norma, como de la anterior, es más frecuente de lo aceptable. ***

Solamente conocí a mis abuelos maternos, es decir, a los papás de mi mamá. Y mis nietos me dicen ‘abuelito’, con razón, porque soy el papá de uno de sus papás, que es la acepción primaria de este sustantivo. Les decimos también ‘abuelos’ a nuestros antepasados, a nuestros ancestros. Además, llamamos ‘abuelos’ a los ancianos, a los viejos y, en Colombia, a los ‘cuchos’. En la calle, por ejemplo, desconocidos me dicen ‘abuelo’, y me siento honrado. Sin embargo, cuando el presidente nos dijo ‘abuelitos’, se levantó una polvareda tal, que ni en el desierto del Sahara: muchos, ¿sus opositores de oficio?, se sintieron ofendidos. ¿Por qué?

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