27 de abril de 2025

Los media worker

21 de junio de 2020
Por Eduardo Aristizábal P.
Por Eduardo Aristizábal P.
21 de junio de 2020

Hace 13 años, el 23 de enero de 2007 falleció  en Varsovia- Polonia- uno de los grandes maestros del periodismo, Ryszard Kapuscinsky.  Había nacido  en Pinsk, Bielorrusia,  el 4 de marzo de 1932, entonces parte de Polonia.

Kapuscinsky,  el mismo que nos dejó muy claro una verdad indiscutible:“Las malas personas no pueden ser buenos periodistas”.

En la celebración de un nuevo aniversario de su  nacimiento, el diario El País de España publicó el 13 de marzo de 2013 un trabajo de profundo contenido sobre la profesión,  10 reflexiones de Ryszard Kapuscinsky sobre el periodismo.

En una de esas reflexiones, la cuarta en el orden de edición, Kapuscinsky consignó las siguientes observaciones.

 “Antes, los periodistas eran un grupo muy reducido, se les valoraba. Ahora el mundo de los medios de comunicación ha cambiado radicalmente. La revolución tecnológica ha creado una nueva clase de periodista. En Estados Unidos les llaman media worker. Los periodistas al estilo clásico son ahora una minoría. La mayoría no sabe ni escribir, en sentido profesional, claro. Este tipo de periodistas no tiene problemas éticos ni profesionales, ya no se hace preguntas. Antes, ser periodista era una manera de vivir, una profesión para toda la vida, una razón para vivir, una identidad. Ahora la mayoría de estos media workers cambian constantemente de trabajo; durante un tiempo hacen de periodistas, luego trabajan en otro oficio, luego en una emisora de radio… No se identifican con su profesión”. (El País)

Ese media worker que muchos lo traducirían con cierta lógica como trabajador de medios, yo  libertinamente,  tratando de  interpretar el pensamiento del maestro le daría la connotación de  trabajadores de calle, para utilizar un término muy nuestro.

Y de trabajadores de calle se llenaron los medios de comunicación en Colombia, que además de los periodistas profesionales, abrieron su espacios a ciertos personajes que posan de periodistas sin serlo, simplemente se convierten en negociantes del periodismo y se camuflan entre los verdaderos profesionales. Pero si no tiene acceso a los medios serios, se inventan sus propios espacio en la nube, aprovechando ya la gran facilidad que se tiene para la comunicación digital.

No se pierden ninguna rueda de prensa, porque para ellos, más importante que la información, son las relaciones públicas y aprovechan para hacerlas en ellas.

No  respetan las ruedas de prensa, van a todas, independiente de que sea o no su fuente de información; las convierten en ruedas de negocios, ofreciendo  sus propuestas publicitarias.

Siempre preguntan, cualquier cosa, para que quede la constancia  que si asistieron y cuando llegan al sitio determinado lo primero que hacen es preguntar por la hoja en donde se debe firmar la asistencia, fea costumbre que adoptaron algunas entidades públicas.

“ Como ya son periodistas “ consideran que ya han adquirido el derecho a contar siempre con las pautas oficiales de publicidad y  que las entidades del Estado tienen la obligación de ordenárselas y el funcionario que no lo haga corre el peligro de caer en desgracias con el concejal, diputado, congresista que muchas veces se convierten en representantes de los mencionados chupamedias.

Cuando nos sorprenderá algún ejecutivo del sector público, poniéndole orden y seriedad a la actividad del periodista profesional, investigando quien es el verdadero periodista, quien tiene derecho a ingresar a las ruedas de prensa, a quien se le debe enviar boletines de prensa y a quienes se les debe acreditar como periodista profesionales.

Si la Corte Constitucional en Jurisprudencia de 1998   decidió cancelar la calificación de profesional al periodismo, a pesar de la discrepancia de la mayoría de los órganos del Estado y de las principales universidades del país, las entidades públicas y privadas tiene todo el derecho a auscultar quien cumple verdaderamente con la sagrada misión de ejercer el periodismo y poner orden en la casa.