¿Cómo empezó el sueño americano?
La primera migración fue la de los británicos que llegaron a colonizar, pero hacia 1820 entraron masivamente los irlandeses y se fueron asentando en la Costa Este. Veinte años después apareció un movimiento nacionalista contra las minorías, especialmente contra irlandeses y alemanes. Desde esta época América se estaba convirtiendo en la tierra prometida, pero especialmente Estados Unidos, país en pleno crecimiento territorial, a costa de los indígenas, de los mexicanos y de naciones coloniales como España. En la segunda mitad del siglo XIX, después de la Segunda Guerra del Opio, llegaron los chinos y se instalaron en el Oeste, en California; muchos empresarios los contrataron como mano de obra barata para la construcción del Ferrocarril Transcontinental. Como consecuencia se creó un movimiento antichino, porque los blancos protestaron por competencia desleal, y estalló una oleada de violencia, que llevó a la Ley de Exclusión China. Otro período cruel contra los inmigrantes se produjo a raíz del ataque del gobierno japonés contra la base naval estadounidense de Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941; como consecuencia unos 120.000 japoneses fueron internados en campos de concentración en la Costa Oeste. En la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos se convirtió en la primera potencia y en el gran abastecedor de Europa, escaseó la mano de obra y llegaron en auxilio los vecinos; por esta razón se aprobó el envío de miles de mexicanos para trabajar, especialmente en el sector agropecuario. Y entre 1942 y 1964 entraron aproximadamente 4,5 millones de mexicanos, que cruzaron la frontera con sus documentos en regla y se ubicaron preferiblemente en el Oeste. Fue en esta época cuando llegaron millones de latinos, buscando el paraíso.
Pero llegó la pesadilla
Sin embargo la primera potencia entró en crisis. En el auge de la economía global se impusieron los conceptos de libre comercio, apertura económica, globalización y neoliberalismo; en esta euforia los ideólogos del capitalismo despreciaron el papel del Estado y permitieron que se desbocara el capitalismo salvaje. En diciembre de 2007 entró la depresión económica a Estados Unidos, cuando poderosas firmas aseguradoras y sólidas instituciones financieras se desplomaron en forma abrupta. Y se desvaneció el “sueño americano” que ya había sufrido un duro golpe con el ataque a las Torres Gemelas, en Nueva York, y por los continuos atentados del terrorismo; como había que identificar más enemigos señalaron a los inmigrantes. El 23 de abril de 2010 la gobernadora de Arizona, Jan Brewer, sancionó una ley que castigaba la inmigración ilegal: por lo tanto, no portar documentos que sustentaran el estatus migratorio se convertía en infracción y las penas incluían privación de la libertad, multa de 2.500 dólares, e inclusive la deportación. En ese momento había 460 mil inmigrantes ilegales en el Estado de Arizona, de una población de 1,8 millones de hispanos (30 por ciento de la población). Es que a los arizonianos les preocupaba el incremento de los impuestos para la cobertura de salud, el aumento de prisioneros latinos en las cárceles del Estado y el desempleo producido por la crisis económica que padecía el país. A esto hay que sumarle que la población latina de Arizona había crecido 11% desde el año 2000. Pero la comunidad hispana protestó por los atropellos; miles de personas desfilaron en varias ciudades rechazando las medidas, y una inmensa manifestación se plantó frente al Capitolio de Arizona, en Phoenix, portando carteles que decían: Stop the hate (paren el odio). Mientras tanto llegaron las protestas de los ministros de Relaciones Exteriores de México y de Centroamérica, quienes afirmaban que “No se trata de cazar al ilegal, sino de criminalizar al mestizo”.
La pesadilla de los latinos
En esa época de crisis se hizo muy popular entre los inmigrantes latinos el tema musical “Somos más americanos”, interpretada por el grupo Los Tigres del Norte: ya me gritaron mil veces, que me regrese a mi tierra, porque aquí no quepo yo. Quiero recordarle al gringo: yo no crucé la frontera, la frontera me cruzó. América nació libre. El hombre la dividió. Ellos pintaron la raya para que yo la brincara, y me llaman invasor. Es un error bien marcado. Nos quitaron ocho estados ¿Quién es aquí el invasor? Soy extranjero en mi tierra. Y no vengo a darles guerra. Soy hombre trabajador. Nos compraron sin dinero las aguas del río Bravo, y nos quitaron Texas, Nuevo México, Arizona y Colorado […] Yo soy la sangre del indio. Soy latino, soy mestizo. Indios de dos continentes, mezclados con español ¡Somos más americanos que el hijo de anglosajón!
En esa época el clima de pánico ayudó a unir la inmensa población hispana. Durante varios días los indocumentados permanecieron escondidos en sus hogares, pero los legales se solidarizaron y se lanzaron a las calles para luchar contra la xenofobia. Y aunque la administración de Obama se había comprometido desde su campaña política a regularizar la situación de 10 millones de indocumentados, el proceso iba muy lento; sin embargo recordemos que este presidente demócrata deportó 2,5 millones de personas. La diferencia radica en que Obama deportó a personas con antecedentes criminales y Trump se propone deportar a todos los ilegales.
El país de Trump
Con la llegada del nuevo presidente a la Casa Blanca el país se dividió porque se dispararon las tensiones étnicas y culturales; en su afán por convertir a Estados Unidos en la primera potencia del mundo emprendió una campaña contra los inmigrantes. Afirma que la llegada de trabajadores extranjeros mantiene los salarios bajos y el desempleo alto y que, por lo tanto, los estadounidenses y la clase obrera no pueden vivir como la clase media. Sin embargo, Trump pertenece a una familia de inmigrantes. Su abuelo paterno llegó de Bremen (Alemania) en 1885 y amasó su fortuna por medio del montaje y administración de bares y burdeles. Por el lado materno sus abuelos eran de Escocia y arribaron a Estados Unidos, en la década de 1930, buscando el sueño americano. La primera esposa de Trump era de nacionalidad checa, trabajó como modelo en Nueva York, donde conoció a su esposo; en cuanto a la tercera esposa, Melania Knavs, nació en Eslovenia y ejerció como modelo en Estados Unidos, sin visa de trabajo. El presidente primero atacó a los latinos, pero las medidas contra los musulmanes abrieron grietas en la sociedad norteamericana y en el mundo. El decreto que veta el ingreso de inmigrantes y refugiados de siete países musulmanes es combustible para los extremismos. Para ISIS Trump es el “cruzado malvado”, el maligno, que quiere acabar con el islam, que polariza la sociedad; el odio hacia los musulmanes los obliga a unirse en la lucha contra Occidente. Como consecuencia ISIS se convierte en el salvador, ante la persecución de los infieles.
Por último, el país que después de la Segunda Guerra Mundial se convirtió en un paraíso para su pueblo y para los inmigrantes, hoy vive la peor pesadilla de su historia, porque la pandemia del coronavirus, el racismo y la discriminación, le asestaron una estocada mortal al llamado “Sueño Americano”.