La Corte y el Fiscal
Se inicia el año judicial y la Corte Suprema de Justicia se encuentra enfrentada a un problema, ya casi endémico, de elegir a su presidente. Además, le toca escoger los reemplazos para ocupar las vacantes que se han venido sucediendo y que ya afectan el quorum para tomar decisiones como es la elección del Fiscal General.
Hace un tiempo tan alta corporación pasó casi todo un año sin elegir presidente en propiedad y solo en noviembre o diciembre cumplió con esa función que es la más elemental que tiene. Si las corporaciones públicas, que están llenan de políticos y manzanillos, eligen su presidente desde el primer día de sesiones ¿por qué no lo hace ese organismo cuya función principal es aplicar pronta y cumplida justicia?
Y además no habla bien de la Corte, que la Constitución de 1991 le mantuvo su título de Suprema, el que siga en interinidad un cargo tan importante como es la Fiscalía General de la Nación.
El legislador de comienzos del siglo XX fue más previsivo que el Constituyente de 1991 al darle facultades del presidente de la República en el Código de Régimen Político y Municipal (artículo 68, numeral 11) para “nombrar interinamente, en receso del Congreso, a los empleados que éste o cualquiera de sus Cámaras debiera elegir, siempre que falten o no haya suplentes que puedan reemplazar”. La norma aún está vigente pero no se puede aplicar para el Fiscal General de la Nación porque la facultad no es del Congreso sino de la Corte Suprema de la Justicia. Ojalá lo fuera.
Mediante esa facultad el presidente Lleras Restrepo nombró interinamente a uno de los más importantes procuradores que ha tenido el país, Mario Aramburo. A pesar de esa condición (ser interino) este funcionario no solo le jaló las orejas a Lleras por intervenir el política sino que además hizo que renunciaran su ministro de Agricultura, Enrique Peñalosa, y su director del Ifi, Miguel Fadul.
Pero eso eran otros tiempos. Hoy la Fiscalía sigue interina, con una terna que se volvió eterna.