Estructura prefabricada para construcción recibe patente de la SIC
Los usos de la innovación van desde estructuras de campaña militar y un campamento de obra hasta viviendas de interés social de construcción rápida, pues se despliega, se ensambla y se estabiliza, y después se desarma fácilmente.
Así explica las ventajas de su invento el arquitecto Darío Alejandro Marín, magíster en Construcción de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien se propuso disminuir el impacto de la actividad de la construcción en el medioambiente, especialmente con sistemas plegables in situ.
Su solución, que recibió “protección de invención” de la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC), consistió en desarrollar una estructura prefabricada desplegable con elementos reciclados que se puede adaptar a los lugares de construcción con características propias.
Según el Consejo Colombiano de Construcción Sostenible (CCCS), las edificaciones amigables no solo ahorran un 70 % de energía, sino que además utilizan un 90 % menos de agua que una construcción tradicional. Su impacto ambiental radica tanto en los tipos de materiales que se utilizan como en la disminución de los tiempos requeridos para las tareas.
El principal hallazgo de esta investigación es la posibilidad de crear una estructura desplegable con una planta libre, es decir totalmente independiente de los elementos verticales (como los edificios) que dividen el espacio y se pueden usar según se requiera; en este caso, su aplicación es en el campo de la construcción.
Lo primero que se hizo fue explorar los sistemas desplegables que facilitan el alzado existente para realizar una nueva propuesta, trabajo que se adelantó con el grupo de investigación Madera y Guadua liderado por el profesor Jorge Lozano, quien dirigió la investigación.
Al respecto, el arquitecto Marín comenta que “con el profesor Lozano ya veníamos trabajando en una línea de investigación de despliegue horizontal, y por tanto encontramos que al plantearla de forma vertical se podría tener una utilidad en este campo”.
Para esto, inicialmente se utilizó el patrón Yoshimura, el cual reparte eficientemente las cargas a los apoyos y se usa en muchos proyectos arquitectónicos, y además ya se empleaba en el grupo de investigación.
Sin embargo, después de realizar varias pruebas, como analizar el movimiento y su desarrollo, “se determinó que la mejor construcción geométrica con la serie de características deseadas en el principio era el antiprisma, que resultó tras reemplazar la barra más larga de este patrón por una más corta que cambió el sistema que se había pensado”, explicó el arquitecto.
Con este cambio, la estructura pasó de ser un cilindro a uno con base prisma con el que se logró una estructura más eficiente y una mayor área útil para el uso de la planta de cada piso de construcción.
Control de calidad
A esto se le sumó el desarrollo de uniones dinámicas que conectan los elementos y permite que ambos se muevan en su punto de convergencia o de apoyo, dándole movimiento a los componentes. Con esto se logró un diseño más sencillo, una mayor área útil y una mejor articulación de la estructura. Para esta tarea se contó con la ayuda del ingeniero mecánico Gabriel Linares, de la UNAL.
Según el magíster, “lo esencial de la estructura es que conserva todas las ventajas de un sistema prefabricado y se pueden controlar las dimensiones, la calidad de los materiales y el maquinado de los componentes de las uniones, lo que garantiza un mejor control de calidad al momento de terminar las piezas y en el ensamblaje de la estructura”.
Así, las personas llegan al sitio de la obra y pueden ensamblar la estructura y desplegarla en un día, por lo que es liviana y fácil de armar, agregó el magíster.
Con información de la Agencia de Noticias UN -Unimedios