19 de marzo de 2024

Guillermo Perry

2 de octubre de 2019
Por Óscar Alarcón
Por Óscar Alarcón
2 de octubre de 2019

MACROLINGOTES

Hace cerca de tres meses le hicimos un reportaje a Guillermo Perry para la revista Economía Colombiana, de la Contraloría General de la República, con los colegas Javier Ayala y Jaime Viana. Lo observamos de muy buen semblante, rememorando el trámite en la Constituyente de las propuestas económicas en las cuales tuvo una muy activa y definitiva participación. Luego, a los pocos días, invitó al lanzamiento de su libro Decidí contarlo, un largo diálogo sobre cincuenta años de economía y política con Isabel López Giraldo, del cual me ocupé tangencialmente hace ocho días al tratar su desempeño como ministro de Minas en el gobierno de Virgilio Barco.

Tamaña sorpresa me llevé el pasado jueves cuando conocí la noticia de su fallecimiento. La vez de la entrevista estaba lúcido, amable y con ese humor del que hacen gala los bogotanos (a pesar de haber nacido en Boyacá) con el que adorna su charla en el reciente libro, casi testimonio póstumo. Allí, si bien lo inicia con el gobierno de Carlos Lleras, no deja de echarle sus vainazos al anterior: “La magnitud del pico inflacionario de ese año (1963) se debió a que cuando el Banco de la República convenció al entonces presidente Guillermo León Valencia que tenía que devaluar, este decidió elevar los salarios por decreto, como cualquier Maduro”.

Fue director de Impuestos de López Michelsen, pero eso no lo inhabilitó para revivir un apunte del director de Proexport de la época, que le costó el puesto: “El presidente López se comprometió a convertir a Colombia en el Japón de Suramérica. Y miren ustedes que cumplió: redujo el CAT y los exportadores quedaron amarillos”.

Su libro es un excelente análisis de la transformación económica, social e institucional de Colombia -como lo sostiene el prologuista Alejandro Gaviria—, propósitos enfrentados al clientelismo, la corrupción, el conflicto armado y, sobre todo, el narcotráfico. Además, a lo largo del libro, le echa puyas al Perry y al gato.

Que buen testamento nos legó Perry. Ojalá desde el más allá pueda ver la paz que tanto anheló.