28 de marzo de 2024

Pavarotti, el inmortal

6 de septiembre de 2019
6 de septiembre de 2019

Cuando Luciano Pavarotti murió, en la noche del 6 de septiembre de 2007, en su ciudad natal de Módena, Italia, aún “brillaban las estrellas” (‘Lucevan le stelle’, de la ópera Tosca). El aria que repite esta frase, y lo llevó al estrellato, sonó en todo el país para despedirlo.

El país lo lloró a la par que acompañaba su adiós con otra de las arias que lo llevó a la fama: ‘Nessun dorma’ (‘Nadie duerma’) de Turandot. No parecía ser coincidencia que el tenor murió a las 5 a.m., víctima de un cáncer de páncreas, en una noche sin tregua, pero como dice la canción en su estribillo final, venció al alba para convertirse en un inmortal.

Doce años después de su muerte, Pavarotti es un mito. Su fama, en vez de aminorar, sigue creciendo.

Es más, el tenor más popular del último siglo sigue recibiendo homenajes. En Italia se han organizado conciertos para rendirle homenaje en 2019. Un holograma con su figura y su voz participará en un musical que prepara el director Michael Gracey (El gran showman, 2017) que se estrenará en 2021.  En la villa de Módena donde murió, se acaba de anunciar la creación de una Casa Museo en su honor.

En Colombia, la celebración llega de la mano del director ganador del Oscar, Ron Howard. Este creó una cinta sobre la vida de Pavarotti, dividida en tres actos, al estilo de las óperas. Incluye un sonido envolvente que revive su leyenda y recuerda su impresionante legado musical, el cual estará en salas de 16 al 22 de septiembre con preventa ya disponible. Una oportunidad única para acercarse al mito y al hombre.

La superestrella lírica

Pavarotti partió en dos el mundo de la música, a pesar de un principio poco auspicioso. Sus primeros años no fueron sencillos: cantó en un coro, luchó por competir en escenarios y durante muchos años no consiguió destacarse. Obtuvo buenas críticas en Europa, pero siguió siendo solo un buen cantante entre los cientos que recorrían el mundo. Pavarotti se había resignado a no atraer la atención de los sellos disqueros —en un momento en que grabar un disco era crucial para destacarse— hasta que la gran dama de la ópera de su época, Joan Sutherland, descubrió el talento del tenor y se enamoró de su simpatía. Ella lo impulsó al estrellato.

Su humanidad voluminosa, su timbre de voz único, su risa sonora, su pañuelo blanco y su capacidad pulmonar lo lanzaron a la estratosfera del mundo del canto lírico. Las grabaciones que realizó de sus roles como Rodolfo en La Bohéme de Giacomo Puccini, Nemorino en la ópera L’Elixir D’Amor de Donizetti, los papeles de Ricardo, Ernani y Manrico en las óperas Baile de Máscaras, Ernani El Trovador de Verdi, entre otros, le ganaron un espacio exclusivo en el universo operático.

Los críticos de Pavarotti señalan que su repertorio operístico era escaso, casi siempre centrado en las mismas obras, porque no se arriesgaba con aquello que podía hacerlo quedar mal. Pero no fue necesario más para consagrarlo. En su vida personal era un amante de la cocina, en particular de la gastronomía de su país, y aparecía siempre sonriente ante el público.

Pero vendría un momento de popularidad desbordada, gracias al proyecto que creó junto a sus colegas Plácido Domingo y José Carreras: Los tres tenores. Logró que sus presentaciones se convirtieran en los más exitosos eventos operísticos jamás producidos hasta la fecha.

Pavarotti llegó a vender más de cien millones de discos y acumuló una fortuna cercana a los 150 millones de dólares. Su vida pasó del teatro a codearse a diario con celebridades, desde presidentes hasta princesas como Lady Di o líderes como el Dalai Lama. Fue embajador de la ONU en un momento en que su lado filantrópico salió a flote. Su último trecho como artista lo dedicó a conciertos de beneficencia con grupos célebres y grandes bandas de rock como U2, The Cranberries o las Spice Girls.

El proyecto de Pavarotti & Friends arrancó en 1993, y aunque inició con sus amigos José Carreras y Plácido Domingo, terminó uniendo artistas de distintos géneros en un mismo escenario. A su lado cantaron artistas como Queen, Bon Jovi, Stevie Wonder, Aretha Franklin, Zucchero y BB King, entre decenas de otros. Muchos críticos y fanáticos de la ópera no se lo perdonaron, porque consideraron que desaprovechaba su talento.

La obra que desvela al hombre

El dinamismo, risa, corazón, capacidad vocal y grandeza que lo caracterizaron siempre quedan evidenciados en Pavarotti, de Ron Howard. “Una de las metas más ambiciosas de Pavarotti era expandir el alcance de su arte para que más gente se enamorara de la ópera. Tengo la esperanza de que nuestro documental ayude a continuar ese trabajo de llevar la belleza a la mayor cantidad de gente posible en el mundo”, asegura Howard.

La película une la tecnología multidimensional de sonido Dolby Atmos con la genialidad vocal de Pavarotti en los legendarios estudios Abbey Road. La estructura del director estadounidense divide la historia en tres actos, siguiendo la estructura de la ópera, para narrar su vida, excesos y filantropía.

En el aniversario de su fallecimiento, Pavarotti sigue congregando público de todos los continentes gracias a la tecnología del cine que revive, una vez más, a este inmortal.