29 de marzo de 2024

La memoria de Galán vive

26 de agosto de 2019
Por Alberto Zuluaga Trujillo
Por Alberto Zuluaga Trujillo
26 de agosto de 2019

Contrario a lo dicho en los ríos de tinta que han corrido con ocasión de haberse cumplido  30 años de la muerte del líder inmolado por Pablo Escobar, en los que se asegura que su presencia y su legado se mantienen vivos al paso de los años, muy a nuestro pesar hemos de decir que pese a ellos,  la lucha continúa sin resultados positivos. El atrayente y carismático exponente de su generación que cautivara a la juventud colombiana, liberal y conservadora con  su contundente discurso en favor de una sociedad más justa e incluyente, señalando el clientelismo como una enfermedad crónica del ejercicio político, fue en su momento, a no dudarlo, el máximo representante de la honestidad y del coraje político en una Colombia que se resiste a aceptar su legado, para seguir inmersa en la corrupción y el narcotráfico, del cual fue su víctima. Ese indiscutible baluarte de fe y esperanza cuya presidencia le fue inútilmente arrebatada a Colombia, hoy,  tres décadas después, la lucha continúa. ¿Para qué sirvió su muerte? ¿Cambió en algo la suerte del país, que no fuera solo para cambiar abruptamente la sucesión presidencial? Regresado Galán al seno del partido Liberal una vez disuelto su grupo El Nuevo Liberalismo, inicia su batalla hacia la Presidencia de la República buscando afanosamente ganarse el afecto del presidente Barco, entendiendo que al tenerlo de su lado  le sería menos difícil llegar a la Casa de Nariño. Aconsejado sin duda alguna por el jefe del liberalismo Julio César Turbay Ayala, estratega sin par, le ofrece al ministro del Interior César Gaviria Trujillo la Jefatura de Debate de su campaña política, a sabiendas de que Gaviria es el hombre fuerte del Gobierno Barco, su Ministro estrella y hombre de confianza. El presidente Barco entiende que dicho ofrecimiento le garantiza al liberalismo la continuidad de las políticas en que está comprometido y le da el guiño a Gaviria para que este asuma la conducción de la campaña de Galán. De ahí para adelante el país conoce el resto de la historia. Asesinada la esperanza, los colombianos asistimos a las honras fúnebres de este mártir de la democracia, unos con su presencia física y los más por televisión, siendo espectadores del hecho casi providencial cuando Juan Manuel, el hijo mayor de Galán, en su oración ante el féretro de su padre le entrega las banderas a Gaviria para que continúe la lucha de su progenitor. El país entero en ese momento, anonadado y desorientado vio por los receptores  televisivos la figura de quien supuestamente lo reencarnaba, aceptando inmediatamente su reemplazo y comprometiéndose con él. ¿Qué sucedió a partir de ese entonces? El desmantelamiento total del pensamiento Galanista. A los fieles jóvenes rebeldes que acompañaron la prédica del líder inmolado, se les cerraron las puertas del poder  siendo reemplazados por el kínder  Gavirista. Unos, lograron en la Constituyente sembrar alguna de sus ideas, los más, por ahí andan desperdigados sin mayor trascendencia. Sin lugar a dudas, su muerte cambió el rumbo de nuestra historia, historia sin la cual, Gaviria no hubiese sido Presidente.

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