28 de marzo de 2024

Para atrás como el cangrejo

2 de junio de 2019
Por Eduardo Aristizábal P.
Por Eduardo Aristizábal P.
2 de junio de 2019

Elucubraciones

Tengo la sensación que mientras la comunicación en la parte técnica presenta un progreso vertiginoso, en su contenido la información y opinión periodística, adolece, cada vez más, de muchos errores.

En prensa, los artículos son en su mayoría, bien redactados, pero también hay mal redactados y eso no puede suceder en un medio masivo de comunicación y muchos menos en la gran prensa colombiana. Periodista que se respete debe dominar la sintaxis.

Y qué decir de los títulos. Parece que los tituladores que eran famosos en épocas pretéritas desaparecieron y ahora titula cualquiera. Antes eran profundos, claros, concisos, breves y muchos tenían su gracia, de acuerdo con el tema. Ahora no es extraño ver títulos ordinarios y a veces, vulgares

Los pié de foto actuales, sobran, pues no dicen nada. Los grupos los ilustran con una especie de leed de la noticia, pero muchas veces no identifican a las personas, que siempre será necesario e importante.

Los correctores generales y los de estilo han pasado a mejor vida o los actuales no tienen la necesaria preparación, pues no faltan los errores semánticos, los horrores ortográficos y eso es imperdonable.

En radio, cualquiera que coja un micrófono ya se considera periodista y como la gran mayoría de los gerentes actuales son administradores, sin ningún sentimiento por la verdadera radio, a los cuales solamente les interesa el P Y G, ceden sus espacios en concesión a cualquiera, siempre y cuando pague oportunamente. El locutor, el vendedor, el predicador, el estilista, el chef de cocina, tienen todos el derecho a hacer buena radio, si es que la saben hacer, pero no a fungir de periodistas. Afortunadamente hay excelentes periodistas independientes tanto en su criterio, como en su organización empresarial.

No podemos excluir la televisión en la cual muchas veces prima más la forma que el fondo. Inexpertos presentadores que miran a la cámara que no los está enfocando. Otros que cubren información en medio de muchas personas y quieren ganarle al sonido ambiente, gritando y no pueden faltar aquellos que no han podido entender que los periodistas somos medios, no protagonistas, que no somos figuras y en las ruedas de prensa leen primero su hoja de vida antes de hacer las preguntas; ¡qué horror!

¿Qué estará pasando? problema de la academia, tema de control de costos, contratando lo barato? Hay que ser exigentes. Primero la calidad y ésta cuesta. O tenemos que concluir en lo que tanto hemos repetido en nuestros comentarios: lagartos, relacionistas, no periodistas.

Redactando ésta nota, me viene a la memoria el brillante periodista y escritor polaco Ryszard Kapuscinski, quien nació en 1932 en Bielorrusia. Considerado un verdadero maestro del periodismo y creador de la famosa y real frase: » Las malas personas no pueden ser buenos periodista”.

En una entrevista que concedió al periódico El País de España, el maestro hizo una excelente radiografía del periodismo actual:

“Antes, los periodistas eran un grupo muy reducido, se les valoraba. Ahora el mundo de los medios de comunicación ha cambiado radicalmente. La revolución tecnológica ha creado una nueva clase de periodista. En Estados Unidos les llaman media worker. Los periodistas al estilo clásico son ahora una minoría. La mayoría no sabe ni escribir, en sentido profesional, claro. Este tipo de periodistas no tiene problemas éticos ni profesionales, ya no se hace preguntas. Antes, ser periodista era una manera de vivir, una profesión para toda la vida, una razón para vivir, una identidad. Ahora la mayoría de estos media workers cambian constantemente de trabajo; durante un tiempo hacen de periodistas, luego trabajan en otro oficio, luego en una emisora de radio… No se identifican con su profesión”.