Un hombre a un soneto pegado
A Hugo Álvarez Restrepo, Huguis para su furioso colectivo de admiradoras, lo llaman para hacer un soneto, invento italiano, o una décima, creación del español Vicente Espinel, y está ocupado redondeándolos.
Este “boquisucio” de 78 abriles que suelta madrazos como quien desgrana rosarios, interpreta su visión del mundo en “los catorce versos dicen que es soneto”, o en una de las jijuemil décimas o espinelas que ha parido.
Filántropo y profesor de arquitectura, vive debajo de un sombrero. Si las modelos exitosas no repiten cucos, Hugo, el de cuidado bigote exlibidinoso, no repite sombrero. Usted ve a “Penjaus” Hugo sin sombrero y lo desconoce. Se lo quita para fornicar. Dicen.
Nada de lo humano le ha sido extraño. Es arquitecto-poeta de la UPB y sus casas, como sus versos, son firmes. Imposible encontrarle un edificio Space en cualquiera de sus edificios. O de sus sonetos.
Parte de su diploma lo invirtió en el diseño y construcción del Palacio Municipal de Envigado. El alcalde Cardona y su gente, pueden dormir, perdón, trabajar tranquilos. También metió el palustre en el Edificio de la Cámara de Comercio de Medellín. (En la foto, Hugo Álvarez la noche que fue proclamado Envigadeño ejemplar, durante la gestión del alcalde Héctor Londoño).
¿Quiere escuchar alguna canción vieja, de esas que le llevan ocho días a cualquier solar de Buga? Pídansela al coleccionista y miembro de la Corporación Daniel Uribe de Envigado.
Hugo es una anécdota que camina. Siendo piernipeludo le montó la perseguidora al seco Agustín Lara en una visita a Medellín. Descansó cuando logró coronarle autógrafo al amor de María Bonita, María Félix, quien llevaba al artista como un paraguas debajo del brazo.
Para el canal TELEVIDA hizo dos series de 24 capítulos. Una llamada Abuelos de hoy, y otra, más tierna, Canas al aire.
La noche de Otraparte pasó la ponchera en demanda de fondos para sus cuchitos sonsoneños. (Estas líneas son una infame lagartada para que acepte mi hoja debida de aspirante al ancianato. “Cuando llegue la ocasión”, que quede claro).
Le ha rendido el batido vital para ser modelo de la agencia Informa. No fue modelo siendo el muchacho pispito de ojos que se las comía a todas, sino ahora, gechón, como le gusta escribir esta palabreja dándole un patadón en las partes nobles a la ortografía.
Hizo comercial para pañales desechables y “espero que me tengan en cuenta para uno de Campos de Paz”, pontificó, irónico, mamagallista siempre, en alguna tertulia de La Bastilla, liderada por Begow, alias Bernardo González. Porque se tiene confianza pa echar paja.
Según doña Lucila González de Chaves, quien presentó el libro, Hugo “es un ser humano excepcional, gentil, alegre, leal, buen amigo de sus amigos, inteligente… “. Mejor dicho, lo hicieron y botaron la horma.
Ahora mismo prepara un soneto con décima de ñapa para inmortalizar un tromboembolismo pulmonar que lo mandó a la Cardiovascular. Los médicos, su esposa María Isabel “i”hijos dicen que hay “Huguis” para rato.
Álvarez Restrepo cerró así esa charla: