29 de marzo de 2024

No perder el juicio

Comunicador Social-Periodista. Especialista en Producción Audiovisual. Profesor universitario, investigador social y columnista de opinión en diferentes medios de comunicación.
26 de abril de 2019
Por Carlos Alberto Ospina M.
Por Carlos Alberto Ospina M.
Comunicador Social-Periodista. Especialista en Producción Audiovisual. Profesor universitario, investigador social y columnista de opinión en diferentes medios de comunicación.
26 de abril de 2019

Al parecer a ciertas fracciones intransigentes y propensas a la sensiblería, les conviene promover la desinformación y la táctica de la artimaña con el fin de justificar sus mezquinos intereses. Inconsecuentes, frustrados e infelices buscan llevar tras sí a otra comitiva de fanáticos contra las vacunas, poniendo en juego la existencia de millones de niños y comunidades desprotegidas.

Algunos se están embruteciendo, hasta el cuello, por seguir una tendencia nociva e incivilizada que, poco o nada, ha evolucionado desde la aparición de las asociaciones antivacunas en Europa y con mayor fuerza en Londres en 1867. Previo a esa fecha, el gobierno inglés, realizó la primera campaña de vacunación en 1853, lo que desató diferentes protestas por el carácter obligatorio, las multas y el encarcelamiento de los padres que no inmunizaran a sus hijos. Este movimiento opositor hizo presencia en Estados Unidos a finales del siglo XIX.

Debido a los orígenes pretéritos, el tema dejó de ser novedoso y, por el contrario, adquirió la representación de “conducta o moda retro”, carente de imaginación y sustento científico. El primer ejemplo de alboroto surgió en 1998 con la publicación de un artículo de A. Wakefield en la revista The Lancet que culpaba a la vacuna contra el sarampión como causante del autismo. Una década después, el Colegio de Médicos Británicos, descalificó la supuesta investigación de Wakefield y le retiró la licencia para ejercer la medicina juzgando el escrito de antiético. Esta fake news, falsa noticia, produjo la retractación de The Lancet; sin embargo, el mensaje engañoso quedó incrustado en el portafolio de mitos y leyendas urbanas. (Grossman Z, van Esso D, del Torso S, Hadjipanayis A, Drabik A, Gerber. Primary care pediatricians’ perceptions of vaccine refusal in Europe. Ped Infec Dis J. 2011:30:255-6)

Nadie puede negar que la industria farmacéutica dispone de grupos especializados en lobby gubernamental. Ellos saben endulzar el oído del poder legislativo e invertir miles de millones de dólares en mercadeo y promoción de los compuestos químicos. Por lo tanto, le veeduría ciudadana es válida para defender el derecho a la salud, a la conservación del medio ambiente y a la divulgación explícita de los efectos adversos de los productos inoculados en el organismo de la persona.

Otro punto distintivo gravita en torno de la vacunación infantil con relación a la efectividad, el control de enfermedades prevenibles, la protección, la calidad de vida y la transformación del mundo. Los niños en zonas de conflicto armado, pobres y marginados están más expuestos a contraer sarampión, rubéola, tétano y difteria, entre otras enfermedades graves, debido a la falta de profilaxis. Parafraseando a la ONG, Global Citizen, es urgente comprender que el lugar donde vive un niño no debe determinar su existencia.

Desde 2000 se han logrado salvar más de 10 millones de infantes, quienes, en vez de estar paralizados a causa de la poliomielitis, andan sanos. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud en la tierra hay más de 20 millones de niños no vacunados o vacunados de forma incompleta. “La ampliación del acceso a la inmunización es fundamental para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la reducción de la pobreza y la cobertura sanitaria universal. La inmunización sistemática permite establecer contacto con el sistema de atención sanitaria al principio de la vida y ofrece a todos los niños la posibilidad de tener una vida saludable desde el inicio y hasta una edad avanzada.” (Organización Mundial de la Salud, Semana Mundial de la Inmunización 24 – 30 de abril de 2019).

Hoy día se han reportado 695 casos de sarampión en 22 estados de la Unión americana, destacándose los brotes en Washington y Nueva York. Este país eliminó el padecimiento contagioso a finales del siglo XX. Las autoridades luchan por controlar y erradicar esos nuevos resurgimientos para evitar “de que el sarampión vuelva a tener una posición sostenida” (Sala de prensa de los CDC, Centers for Disease Control and Prevention, 24 de abril de 2019). Los Centros estadounidenses de Control y Prevención de Enfermedades alientan a intensificar las campañas de inmunización contra el sarampión, las paperas y la rubéola, enfatizando en la seguridad de la vacuna triple viral.

Según el Instituto Nacional de Salud (INS), el fenómeno migratorio de Venezuela trajo consigo la importación del Sarampión, erradicado en Colombia hace varios lustros. A octubre del año pasado se identificaron 149 casos repartidos en Norte de Santander, La Guajira, Bolívar, Bogotá y Atlántico. Tres de los cinco brotes ya fueron controlados de acuerdo con Jon Andrus, presidente de la comisión regional de monitoreo y verificación de la eliminación del sarampión en Colombia de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

La OPS “…recomendó la recolección de muestras para detección viral cada dos meses, analizar los casos de infección desconocida, registrar el número de contactos investigados por cada caso sospechoso encontrado y fortalecer las segundas dosis en menores de 5 años, para asegurar la inmunidad poblacional ante futuras importaciones del virus.” (Boletín de Prensa No 049 de 2019 Minsalud). En síntesis, todo apunta a reforzar el programa nacional de vacunación del Ministerio de Salud y Protección Social.

La inmunización es un derecho fundamental que apunta a proteger y a garantizar la salud pública. El miedo a los efectos adversos, la supuesta saturación del sistema inmune de los niños y la preferencia por la medicina alternativa; en ningún caso, debe ayudar a la propagación de las infecciones virales o poner en riesgo la vida de la gente. El berrinche debe fundamentarse en la educación, el diálogo, el estudio probado, la crítica constructiva, la información balanceada, la atención médica de calidad y la orientación profesional. Sin restringir las garantías individuales, la cuestión de fondo es el presente y el futuro de la población infantil. ¿Para qué exponer a los niños a potenciales riesgos? El valor en sí mismo del acto de existir, ya es un albur.

Enfoque crítico – pie de página. La Asociación Americana de Pediatría recomienda una actitud más activa y sugiere que “…en general los pediatras deberían esforzarse por no rechazar a los pacientes de sus consultas solo por el hecho de que los padres se nieguen a vacunar a sus hijos” (American Academy of Pediatrics. Reaffirmation: responding parents who refuse immunization for their children. Pediatrics. 2013;131;e1696 [en línea]. Disponible en http://pediatrics.aap publications.org/content/131/5/e1696.full)