La política como profesión
Garapullo
Según Max Weber, “hay dos formas de hacer de la política una profesión. O se vive para la política o se vive de la política”. La política, ha sido entendida como el proceso por el cual se toman las decisiones que se aplican a todos los miembros de una comunidad; en otras palabras, se trata del ejercicio del poder que tiene como fin el bien común. En el Estado colombiano, la política se ejerce en el nivel nacional (presidente de la República), en el nivel departamental (gobernadores) y en el nivel municipal (alcaldes).
El ejercicio de la política se ha corrompido de tal manera que ya los pseudo-políticos no viven para la política, sino que viven de la política; por eso es común ver actualmente “gamonales criollos” que se creen dueños de los pueblos y hacen hasta lo imposible por quitar y poner a quienes dirigirán los destinos de las entidades territoriales sin importar si sobre los señalados pesan inhabilidades, incompatibilidades, conflicto de interés o sin que sean conscientes de la preparación y las condiciones que deben tener los dirigentes para regir el destino de los pueblos.
Y esta realidad no solo se percibe en el nivel territorial, sino también en el nivel nacional, pues en la pasada elección presidencial fue elegido como presidente de la Republica Iván Duque, no por sus calidades y por el conocimiento del Estado, sino por ser “el que dijo Uribe”. La política está viviendo un periodo de caudillismo que es dañino para la sociedad, pero no por eso debemos caer en la antipolítica, es decir, caer en el rechazo a los políticos de siempre y de generalizar en la idea de que todos los políticos y gobernantes utilizan la política para su beneficio personal y no para el bien común, como debe ser.
La antipolítica fue clasificada por Moisés Naim en su columna de El Tiempo, como una de las seis toxinas políticas que cambiarán el mundo, y puso como ejemplo de esa toxina política a quienes votaron a favor del brexit en el Reino Unido, quienes votaron por Donald Trump en los Estados Unidos y quienes votaron por Hugo Chávez en Venezuela, que lo hicieron porque pensaban que solo desalojando a quienes gobernaban mejoraría su situación personal o al menos serviría para darle una lección a los poderosos. Es decir, que la antipolítica es esa predisposición de los ciudadanos a pensar que todos los políticos son malos y que todos, sin excepción, tienen la política como profesión para vivir de ella y no cómo ejercicio del poder que tiene como fin el bien común. Muchas veces el remedio puede ser peor que la enfermedad.
En el departamento de Caldas tenemos municipios en los cuales hay politiqueros que tienen la política como profesión, viven de ella sin que les importe el bien común; politiqueros que dejaron de ejercer su profesión para dedicarse a vivir de la política, pretenden perpetuarse en poder local a través de sus parientes más cercanos, como por ejemplo con los cuñados, con el único interés de tener la política como profesión para vivir de ella, cuando la política desde la antigüedad siempre fue catalogada como una de las profesiones más nobles, pero siempre y cuando no se viva de ella, sino para ella en beneficio del bien común.
Por eso, en las próximas elecciones de gobernadores, diputados, alcaldes y concejales municipales a realizarse en el territorio nacional el próximo 27 de octubre, debemos votar a conciencia y escoger a los mejores candidatos, votando no por quienes vivien de la política, sino por quienes viven para la política; votando por los candidatos que ven en la política una oportunidad para ejercer el poder en pro del bien común y no por quienes prestan sus nombres para ser mandaderos de otros que quieren perpetuarse en el poder. Esa es la cuestión.