28 de marzo de 2024

La guerra fría llama a la puerta 

15 de abril de 2019
Por Humberto de la Calle
Por Humberto de la Calle
15 de abril de 2019

Claro que tiene razón Duque en objetar la carta del parlamento ruso. Es cierto que la carta no es una declaratoria de guerra, pero tampoco es un documento anodino. Hay aviones rusos en Venezuela. Se monta una fábrica de mantenimiento de helicópteros militares. Se acumulan hechos preocupantes. La Duma refleja el pensamiento político básico del gobierno de Putin.

Pero pongamos el asunto en contexto. Desde la campaña sostuvimos, al igual que Duque, que un cambio de régimen en Venezuela era conveniente. En beneficio de la democracia, de la estabilidad regional, de nuestra seguridad interna ya que allí se refugian nuestros delincuentes y, por fin, no seamos hipócritas, porque la recuperación de ese mercado nos significará un crecimiento adicional de unos puntos del PIB. Pero a diferencia de Duque, sostuvimos que Colombia es demasiado vulnerable como para ir cortando viento de primero. Diplomacia firme, pero en el pelotón. Como los gringos prefieren un mascarón de proa, el gobierno ideal para esa tarea era Chile. Su presidente es hombre de derecha, empresario, goza de la confianza de los gringos y pone de por medio más de 6000 kilómetros de lejanía.

Por razones geopolíticas, Colombia se verá afectada siempre por lo que pase en Venezuela. Haga Duque lo que haga. Pero el activismo superlativo aumenta la vulnerabilidad. Sólo el ser el líder continental, nos coloca en el centro del tiro al blanco.

Y esto es aún más grave, si vemos que lo que realmente está pasando es un coletazo de la guerra fría, lo que implica una pelea de elefantes. Peor: es un deja vú de la Doctrina Monroe. Miren ustedes: Los estadounidenses se quejan de la presencia Rusa. Trump dice que deben salir de Venezuela. La OEA repite y nosotros nos sumamos al coro.

Si la lógica sirviera a la política, el argumento carece de ella si se considera la profusa presencia gringa en Latinoamérica. América para los Americanos. Que los rusos se vayan a Ucrania y que no merodeen por aquí. Pero la lógica abstracta no sirve. Aquí lo que juegan son intereses. Yo no propongo cambiar el paradigma. Nuestra política mira el norte desde Marco Fidel y así está bien. Pertenecemos al bloque. Pero si ello es así, obremos en bloque. Ahí, en la posición medianera, porque nada satisfaría más a Maduro que provocar una confrontación bilateral con Colombia.

Los halcones del Centro Democrático dirán que esa es la misma política blandengue de Santos. Las cuotas diarias de 25.000 inmigrantes que ya rebasaron la Guardia Nacional son culpa de Santos y su cohorte de castrochavistas. Fuera del CD, todo lo que queda es mamertismo irredento y solapado. Pero tengo la convicción de que una actitud firme pero cuidadosa, sin altisonancia ni anuncios precipitados sobre la caída de Maduro, es lo que le conviene a Colombia.

De paso: tampoco seamos bobitos. Un interés superlativo de Trump es su reelección. Los votos de la Florida son claves. La presencia del Senador Marco Rubio en todo lo que tenga que ver con Venezuela, o sea con Cuba, no es una devota peregrinación de boy scout romántico. Y ahora, como patriarca furioso, Trump le cae a Duque por la coca como si este país no se la hubiera jugando heroicamente. Lo que está matando a los gringos son los opioides fabricados por flamantes y reputados laboratorios transnacionales.