El país descuadernado
Nadie ha dicho que gobernar sea fácil y menos en un país como el nuestro, lleno de problemas y de politiqueros, dispuestos a hacer ingobernable la patria en que vivimos. Lo sucedido con la minga indígena en el Cauca al paralizar por cerca de un mes la Panamericana, con una pérdida no inferior a los 100 mil millones, vuelve a suscitar la discusión sobre si dichas manifestaciones deben manejarse de la manera como el Gobierno las sorteó o deben ser atendidas de forma diferente. Para ser honestos debemos advertir que una cosa es ver la corrida desde las graderías y otra distinta es estar frente al toro. Siempre, los gobernantes han respondido: “Rechazamos las vías de hecho, no dialogaremos bajo presión”. Días después, cuando la protesta empieza a tallar, los gobiernos aflojan y comienzan los diálogos para terminar negociando a un precio por debajo del exorbitante pedido. Debería entonces, negociarse rápido dos tres días para evitamos, a más de las incomodidades, atropellos y desmanes, unas cuantiosas pérdidas, o proceder con la ley haciéndola respetar. Al fin de cuentas, los bochinchosos siempre obtienen parte del pedido. Por eso piden exagerado para, en la rebajona, quedar más que satisfechos. Por este camino el boquete queda abierto. Bajo este Gobierno se ha negociado con los 32 rectores de las universidades estatales, con los estudiantes y ahora con los indígenas. La presión de las centrales obreras que se sumaron a las marchas estudiantiles en protesta por la Ley de Financiamiento que, según ellos, constituye la reforma tributaria número 14 en 30 años, le costó el IVA a toda la canasta familiar. Fecode y los estudiantes anunciaron nuevos paros, los cafeteros igual y la única salida será más plata. ¿De dónde saldrá? Como siempre ha sucedido, con tal de solucionar momentáneamente el problema, el Gobierno firma, sin haber de dónde. El Presidente ha advertido que lo contenido en el documento firmado con los indígenas será incluido en el Plan Nacional de Desarrollo; sin embargo, su sola firma no basta, la única manera de concretar los compromisos de inversión es incluyéndolos en la ley de presupuesto que se aprueba todos los años en el segundo semestre. ¿Quién garantiza que este Congreso lo hará? ¿Tiene el Gobierno la certeza del manejo legislativo? Como van las cosas no, antes, por el contrario, parecería empeorarse. Ante este caótico estado, Néstor Humberto Martínez y por segunda vez anuncia a las puertas del encuentro del Presidente con los indígenas que su despacho ha descubierto un plan para asesinar al Jefe del Estado. Dentro del pesado y enrarecido ambiente que el país vive por el alto cuestionamiento del Fiscal General, el mismo que aconsejó al Primer Mandatario a objetar la JEP, las que muy seguramente negará el Congreso, nada difícil es que este nuevo anuncio sea una cortina de humo más para tratar de oxigenarse a sí mismo y oxigenar al Gobierno que, quiéralo o no, deberá replantear su manejo administrativo y su nómina ministerial, si realmente decide gobernar.