Biopsia política
Se toma una pequeña parte de un tejido con el propósito de sacar conclusiones sobre el estado del cuerpo completo. Para los efectos de examinar la evolución política de nuestra sociedad, voy a tomar a dos ilustres líderes nacionales. Jaime Castro y Plinio Apuleyo Mendoza.
Jaime fue un aguerrido miembro del MRL. En su ejercicio como destacado constitucionalista, se recuerda su libro Posdata a la reelección. Una combativa pieza contra el deseo de Álvaro Uribe de permanecer en el poder, acompañada de duros fogonazos desde la cabina de RCN, no solo contra la reelección sino contra el propio Uribe.
En la Constituyente de 1991 se aprobaron los artículos transitorios 12 y 13 que dieron amplísimas facultades al presidente para entregar escaños a los guerrilleros desmovilizados, crear circunscripciones especiales de paz y convenir con la propia guerrilla el nombre de los escogidos, que no elegidos, dejando en manos del presidente, incluso, levantar inhabilidades. El lector puede comparar con el Acuerdo del Colón y constatar que éste jamás llegó a tales audacias. También se le concedieron al Gobierno competencias muy amplias para la reincorporación, como proveer a la organización territorial, servicios públicos e integración de cuerpos colegiados locales.
He releído las actas de aquella sesión. No hay el registro de un solo voto en contra. Fue una noche de alegría. Allí estaba Jaime Castro. No lo critico. Lo aplaudo.
Luego se acerca al Centro Democrático y es uno de los cerebros brillantes que inventa cada día escollos al proceso de paz. Puede definirse este trasiego como el viaje de las entrañas del Movimiento Revolucionario Liberal a la apoteosis del Centro Democrático.
En forma casi paralela, Plinio hizo parte de la patota que acompañó a la Revolución Cubana. Vino el desencanto. Ahora se mueve con su brillante pluma en los meandros del miedo al comunismo. Yo también le tengo miedo. Pero hay que confrontarlo con filosofía política, con realizaciones, y no solo invocando fantasmas. Este periplo puede llamarse Viaje desde la Revolución Cubana al corazón del Centro Democrático.
Ambos tendrán sus razones y habrá que respetarlas. Estoy escribiendo como patólogo no como crítico.
Ahora viene la disyuntiva del patólogo: ¿son casos aislados? No. Ellos pertenecen a la mayoría vigente en Colombia. Corresponden a una deriva derechista que ha venido ganando elecciones y que se hace acompañar de sectores verdaderamente radicales. Es también una ola mundial: es la democracia iliberal que está destruyendo el entramado de valores que surgió de la Segunda Guerra Mundial. Es el deseo de la sociedad monolítica. Gobernar en función del estado de opinión. Son los que no entienden que una Corte Constitucional está para frenar a los demás poderes. Los que luego de cultivar un Estado laico se asocian a movimientos religiosos que creen que la Biblia está por encima de la Constitución. Intolerancia. Desconocimiento de la diferencia. Repudio a orientaciones sexuales diversas. Control a la prensa. Y la equidad sólo como adorno retórico. Que la acumulación de capitales por simple goteo rescate a los pobres.
Quizá hasta allá no llegan Jaime y Plinio. Pero andan en malas compañías. La urgencia de Colombia es recuperar el centro. Dijo Petro que el centro no existe. ¿Ven el porqué del voto en blanco?