Iván Duque: ¿Enterrador de la paz?
Las críticas que le han llovido al presidente Iván Duque por haber objetado seis artículos de la Ley Estatutaria de la JEP porque en su concepto no garantiza la aplicación de los principios de verdad, justicia, reparación y no repetición eran de esperarse. Sobre todo porque, al celebrar su triunfo el día de las elecciones, dijo que no haría trizas los acuerdos de paz firmados por el gobierno de Juan Manuel Santos con las Farc. Además porque la objeción a esos artículos es un retroceso en lo que el país había logrado: que un grupo alzado en armas abandonara la guerra sometiéndose a la justicia. Lo que al Presidente de la República le incómoda son los beneficios que les concede a los guerrilleros la justicia transicional. Beneficios que la Corte Constitucional avaló declarando exequible la Ley Estatutaria.
Las voces que en el país se han levantado contra las objeciones que hizo el Primer Mandatario coinciden en señalar que esa determinación es un retroceso en la búsqueda de la paz. Todas esas voces expresan la preocupación de millones de colombianos porque pueda regresar la violencia si los miembros de la Farc interpretan la posición del Presidente de la República como un incumplimiento del Estado a los acuerdos firmados en La Habana. Humberto de la Calle Lombana, jefe del equipo negociador, dijo que cumplir lo pactado era una regla moral. “No se puede desarmar una guerrilla para hacerle trampa”, dijo. Puso como ejemplo el caso de José Antonio Galán, el líder comunero que fue asesinado después de firmar un acuerdo con el arzobispo Caballero y Góngora para desmontar los tributos.
La implementación de los acuerdos es indispensable para consolidar el proceso de paz que adelantó el gobierno de Juan Manuel Santos. Garantizarle a la guerrilla que se le va a respetar lo acordado en los diálogos de La Habana es importante para que el país no regrese a esa violencia que vivió durante más de cincuenta años. Objetando esos seis artículos Iván Duque está demostrando que no es un líder con vocación de paz, sino un hombre de extrema derecha, que no entiende que con una paz concertada Colombia puede alcanzar un mayor crecimiento económico. La paz es un sueño nacional. Pero con la posición del actual inquilino de la Casa de Nariño se le está poniendo a ese sueño un palo en la rueda para impedir que el país avance en la construcción de una paz estable y duradera.
No le queda bien a un mandatario que tuvo en sus manos la oportunidad de consolidar un proceso de paz ser su enterrador. Con la objeción a los seis artículos de la Ley Estatutaria Iván Duque Márquez puede condenar al país a una guerra que dejaria miles de muertos. Habiendo podido pasar a la historia como un constructor de paz, prefirió recibir unas palmaditas en el hombro de su mentor político antes que jugársela por implementar una ley que busca salvar cientos de vidas. El presidente se dejó presionar por los enemigos de la paz. Atendió las órdenes que a través de su cuenta en Twitter le dio Alvaro Uribe Vélez, que trinó insistentemente diciendo qué artículos debían objetarse. El expresidente había dicho: “Duque tiene que enderezar”. Y el presidente lo hizo para darle gusto a su partido.
¿Cuántas vidas humanas se han salvado con la firma de los acuerdos que condujeron a la desmovilización de las Farc? Eso no se lo preguntan quienes quieren que el país vuelva a la guerra. En su alocución para informar sobre las decisiones tomadas en relación con la Ley Estatutaria de la JEP, el presidente dijo que buscará un pacto por la paz. ¿Qué significa esto? Simplemente, llegar a acuerdos con las bancadas parlamentarias para sacar adelante una reforma constitucional que deje sin piso jurídico el acuerdo firmado por el gobierno Santos. Así podrán echar para atrás el contenido de la mencionada ley, dejando los acuerdos en el limbo. Con este acto, Iván Duque desconoce su constitucionalidad. Es decir, no le importa que la Corte Constitucional la haya declarado exequible.
Lo que se viene con esta actuación del presidente Iván Duque es un posible enfrentamiento entre la Corte Constitucional y el Poder Ejecutivo. El congreso de la República debe evitar que esto ocurra negándose a darle debate a las objeciones propuestas, reconociendo que la Ley Estatutaria ya pasó por el tamiz de la Corte Constitucional y, por lo tanto, no deben someterse a debate esas objeciones. En su afán de negar que Colombia vive un conflicto armado, con el nombramiento como director del Centro de Memoria Histórica de un negacionista del conflicto el Primer Mandatario quiere enfatizar en que lo que sufre el país es una amenaza terrorista. ¿Dónde quedó el Duque ponderado por el que millones de colombianos votamos en la segunda vuelta solo para cerrarle el paso a Gustavo Petro?