28 de marzo de 2024

El costo de ser mujer II

Estudiante Doctoral. Magíster en desarrollo y planificación. Politólogo. Profesor universitario y consultor en políticas públicas. Interesado en educar para la política. Concejal de Manizales.
12 de marzo de 2019
Por Julián Andrés García Cortés
Por Julián Andrés García Cortés
Estudiante Doctoral. Magíster en desarrollo y planificación. Politólogo. Profesor universitario y consultor en políticas públicas. Interesado en educar para la política. Concejal de Manizales.
12 de marzo de 2019

Lo público – político

La política en Colombia ha sido un asunto de hombres, desde la colonia hasta nuestros días los héroes de la patria tienen la impronta masculina, las mujeres han estado a la sombra, pero ejerciendo un papel protagónico y determinante para que hoy el territorio no esté atado a las cadenas españolas, sin embargo y con desconcertante olvido, las mujeres no son recordadas como personajes ilustres. Aunque Policarpa Salavarrieta desafió el machismo recalcitrante de la época y batalló contra las injusticias políticas que silenciaban la voz de las mujeres, que solo se dedicaban a cocinar, atender esclavos y convertirse en damas de compañía de sus varoniles y valerosos hombres, la mujer con mayor recordación y reconocimiento de nuestra historia colombiana, fue fusilada en plaza pública sin la menor consideración y trascendencia, hoy se habla de Bolívar el Libertador, no de Policarpa la mártir que entregó su vida por un sueño libertario.

Si se profundiza en la historia las mujeres han sido invisibles, confinadas en el espacio doméstico y relegadas a las tareas de menos reconocimiento y valor social. La participación política ha estado reservada para los hombres, las decisiones trascendentales para el futuro del país han sido de exclusividad masculina. Aunque las mujeres han transgredido el orden establecido y han obtenido algunas conquistas, el escenario político no es el más importante. Solo hasta los años cincuenta del siglo XX las mujeres ejercieron el derecho al voto, esa práctica era un privilegio del que solo gozaban los hombres, sin los mejores resultados, pues la realidad actual nos muestra que desde que se elige gobierno por voto popular no se evidencia la construcción de un país donde la acción política le haga justicia a los requerimientos sociales.

Esa tardía participación de las mujeres en la política, se evidencia en que hasta hace poco menos de 70 años la mujer asiste por primera vez a unos comicios, y solo hasta hace tres o cuatro décadas se reconoce el liderazgo femenino, sin embargo los peyorativos no faltan, si una mujer levanta la voz para defender sus derechos o para fijar una postura y argumentar sus ideas, en instituciones históricamente dominadas por los hombres, como el Congreso de la República, los Concejos o las Asambleas, es tildada de “loca”, de “gritona” o de “showsera”. Pero si un hombre lo hace, los adjetivos calificativos cambian y pasan a ser “estadistas”, “grandes oradores, pensadores y hasta próceres de la patria”, a ellos se les dice hombres con carácter que fijan posición.

Esto sin contar con que, a la fecha las mujeres no han logrado la votación suficiente para tener importante representatividad en cargos de elección popular. El periódico El Tiempo presentó el siguiente panorama sobre las elecciones al Congreso del 2018, donde los resultados son muy dicientes. De 308 candidatas para el Senado, solo ganaron 25, para el caso de la Cámara de Representantes, 637 mujeres aspiraron y 31 lograron un cupo dentro de esta corporación. Un dato importante que señala el informe es “[…] no hubo ni una sola mujer en el conteo de los 10 senadores más votados de Colombia y solo tres partidos tenían a una candidata como cabezas de lista. De esas colectividades, solo el partido Mira obtuvo la curul”.

Todo esto se puede resumir en que hay 56 mujeres en el Senado y en la Cámara, es decir que, de 258 congresistas que tiene Colombia, el 21,7% son mujeres. Para el caso regional y en específico para el Concejo de Manizales y la Asamblea de Caldas, las cosas empeoran en términos de representación de la mujer. En esas corporaciones, solo hay dos mujeres, una en cada una de ellas. En el caso de la Asamblea de Caldas, la diputada está desde el mes de diciembre de 2017, porque remplazó a un diputado que se presentó a las elecciones del congreso de 2018.

Así las cosas, en el campo de lo público a las mujeres no les ha ido muy bien. Esperemos que como sociedad entendamos que la lucha de las mujeres por sus derechos, no es de interés particular, es de interés general y toda la comunidad debe manifestarse para que estos sean reconocidos, salvaguardados y otorgados, Para ello, es determinante el compromiso que debemos asumir los hombres como compañeros de vida, no como verdugos ni opresores, sino como cómplices en la construcción de familia y sociedad.

@julianelpolit

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