28 de marzo de 2024

Café: Producción y sostenibilidad

31 de marzo de 2019
Por Mateo Rivera
Por Mateo Rivera
31 de marzo de 2019

La caficultura es una actividad con un gran impacto desde el punto de vista económico social. El café fue por muchos años la principal exportación del país, siendo una gran fuente de ingresos y de estabilidad económica y social. En la actualidad aproximadamente 560.000 familias colombianas dependen de la caficultura, en los últimos años la situación se ha tornado bastante difícil en gran medida por la consolidación de nuevos productores como Vietnam, Indonesia y Etiopía los cuales además de haber logrado entrar al mercado del café se han consolidado dentro de los 10 principales productores a nivel mundial, generando un incremento en la oferta del grano, lo cual irremediablemente afecta negativamente el precio.

A su vez la caficultura debe enfrentar otra gran amenaza como el cambio climático, con sus respectivas implicaciones negativas como por ejemplo los desequilibrios en las cosechas. En épocas de antaño se podía identificar las temporadas de lluvia y de sequía, en la actualidad la estacionalidad ya no aplica, por el contrario, las predicciones del clima son cada vez más complejas con respecto a décadas anteriores y el clima es cada vez más cambiante, se pueden presentar altas temperaturas y sequias prolongadas en temporadas que anteriormente se caracterizaban por lluvias constantes. Este tipo de acontecimientos genera un alto grado de incertidumbre, reflejado en una alta volatilidad en los precios del café al no saber a ciencia cierta cual es el futuro de la cosecha.

La caficultura en la actualidad atraviesa por un momento de transición, el precio disminuye drásticamente, hace dos años la cotización en la bolsa de New York estaba por encima de los 2 dólares por libra, en la actualidad el precio es de 0,96 centavos de dólar, el cual no alcanza para cubrir los costos de producción, una situación bastante angustiante para los productores, más aún si se tiene en consideración que el café es un cultivo de largo plazo, por ejemplo, cuando se cultiva maíz, algodón o soya se tiene la alternativa de que si los precios no son buenos en menos de un año se puede reemplazar el cultivo, lastimosamente la sustitución de cultivos para el caso puntual de la caficultura es muy compleja por las caracteristicas inherentes de la planta.

El precio del café es el reflejo de una dinámica del mercado, en los últimos años se ha presentado un incremento en la demanda mundial la cual no se ha visto reflejada positivamente en los precios, por el contrario, se ha creado un incentivo para el ingreso de nuevos productores al mercado y por consiguiente, se ha expandido la oferta disponible afectando el precio de manera negativa, este tipo de factores son exógenos o en otras palabras no se pueden controlar por medio de acciones a nivel local.

De acuerdo con lo anterior un plan de choque para remediar la dura realidad de la caficultura debe tener como prioridad un enfoque en la cadena de valor, ya que en la cadena que va desde el caficultor hasta el consumidor, los productores tienen una participación muy baja con respecto a los demás eslabones.  La industria del café requiere de acciones conjuntas, debe haber un cambio de paradigma en el sentido de que ya no es suficiente con establecer acuerdos para formar carteles parecidos a la OPEP.  Es necesario un trabajo más profundo en términos de generar un mayor entendimiento en toda la cadena de valor, el café podría convertirse en un referente para los demás productos básicos en donde todos los integrantes de la cadena se preocupen por el bienestar de cada uno de los eslabones y que el objetivo principal sea hacer crecer el negocio, el café en la actualidad es un negocio que a nivel mundial mueve cerca de 200 billones de dólares anuales.

Para el caso puntual de la caficultura colombiana es fundamental apostar por mejorar la productividad. Brasil se ha consolidado como el principal productor mundial, gracias a los esfuerzos realizados en esta materia. En Brasil la productividad por hectárea es de 27 sacos, mientras que en Colombia es de 18 sacos. Si bien en comparación con Brasil existe una desventaja para Colombia, si se tiene en consideración la productividad de los productores africanos (7 sacos por hectárea), Colombia tiene una ventaja en términos de productividad, de acuerdo con este contexto todavía es posible incrementar los ingresos mediante una mayor producción. No obstante, los incrementos en la productividad pueden traer consigo efectos no intencionados como por ejemplo un escenario en el cual los demás productores también incrementan la productividad, puede aumentar la oferta con sus respectivas implicaciones como una disminución en el precio.

Las perspectivas futuras de la caficultura son muy complejas, dado que las acciones convencionales utilizadas como los fondos de estabilización, subsidios y la fijación de precios no funcionan ante el nuevo contexto del mercado internacional.  Se debe recurrir a nuevas estrategias como es el caso de la diferenciación mediante el uso del marketing, de igual forma se debe explorar nuevas alternativas de consumo como las bebidas frías, aprovechando la disminución en las preferencias en el segmento de las bebidas azucaradas, el café puede convertirse en una tendencia de consumo en las bebidas frías.

A nivel nacional el gran reto es mejorar en primer lugar la rentabilidad de los productores colombianos, trabajando desde el frente de los ingresos colocando más cafés de mejor calidad en los mejores nichos de mercado, con el fin de obtener mejores precios. A su vez se debe promover una mayor productividad enfocada a la disminución de los costos de producción. Finalmente es fundamental el marketing, para diferenciar la calidad del café colombiano, se debe aprovechar al máximo el incremento en la demanda mundial y la sofisticación en los gustos de los consumidores en los últimos 20 años.