Media centuria sin ‘Los Gorilas’
Contraplano
La famosa cuarteta periodística de “Los Gorilas” nació en el mandato del presidente Guillermo León Valencia y colapsó en el cuatrienio del presidente Carlos Lleras. Su vigencia duró lo mismo que un mandato sin reelección, ni agachadas constitucionales de por medio.
El grupo se fue formando sin previo aviso entre sus integrantes, cuando los reporteros eran vistos en todas partes tratando de no perderle pisada al mandatario caucano que les daba muchas facilidades para acceder a él.
Esta prelación suscitaba la natural mortificación entre el resto de la jauría reporteril capitalina, que fracasaba en su empeño por tratar de romper el cerco tendido de manera egoísta por el “gorilato”.
El equipo recibió el apelativo de los primates, porque su presencia en los actos con el hidalgo caucano a bordo hacía recordar el escuadrón de gigantescos guardaespaldas galos que escoltaba al entonces presidente francés, Charles De Gaulle, en su visita oficial a Bogotá, rematada con monumental gazapo por el anfitrión en un banquete en el que lanzó un ¡“Viva España!”, en vez de un “!Viva Francia!”. La metida de guayo presidencial hizo las delicias de caricaturitas y humoristas, en altas dosis, como le sucede ahora al presidente Iván Duque.
Con la anuencia de sus directores y jefes de redacción, conformaban ”el gorilato” Iáder Giraldo, de El Espectador; Camilo López, de “El Tiempo; Alberto Giraldo, de El Siglo, y Darío Hoyos, de La República. El último del equipo era el menos equipado, intelectualmente hablando, pues confundía la sintaxis gramatical con una huelga de choferes como la que jalonó en su juventud, en Manizales, el caudillo Gilberto Alzate. De la cuarteta se decía que acompañaba a Valencia hasta en las idas al baño, cuando le daba por aligerar el riñón.
“El gorilato” dejó de existir el 7 de agosto de 1966, cuando asumió el poder el doctor Lleras, quien no simpatizaba con la práctica valenciana de ir escoltado a todas partes por los cuatro reporteros de los diarios bogotanos, modelo que sí le agradó y puso de moda su antecesor en San Carlos. El nuevo inquilino de Palacio se encargó de marcar distancia con todos los periodistas hasta la culminación de su período. Estadista bastante huraño, muy de vez cuando atendía a regañadientes unas pocas preguntas de los cazadores de primicias. Para los obreros de la noticia quedaban los abordables ministros del despacho, si ellos a bien tenían.
La cuarteta se dispersó paulatinamente y con el correr de los años partieron, uno por uno, hacia la dimensión desconocida.
En el gobierno siguiente, el del afable huilense Misael Pastrana Borrero (el consentido de la Casa Ospina) no hubo resurrección del ”Gorilato”. Ya se consolidaban como excelentes reporteros palaciegos, sin los privilegios de la cuarteta original, entre otros colegas, Daladier Osorio, Carlos Murcia, Gabriel Gutiérrez, Oscar Domínguez, Jorge Enrique Pulido, Marta Montoya, Alvaro García, Guillermo Pérez, Edgar Artunduaga, Marcos Jara, Harvey Ocampo y Edulfo Peña.
La apostilla: Esta anécdota la encontramos en el libro ”Los tiros de Guillermo León”, de los periodistas payanenses Juan Carlos Iragorri y Julián Mosquera, coleccionistas de los mejores chascarrillos de su paisano:
“Expiraba su período presidencial, cuando Valencia inauguró unos silos de papa en Chocontá. Para celebrar el acontecimiento, a los asistentes se les sirvió una magnífica porción de papas a la hora del almuerzo. Fue en ese instante cuando Iáder Giraldo, uno de los periodistas del llamado grupo “Los Gorilas”, le dijo:
Presidente: No se le olvide que esa es la última papa que se va a comer…
Y enseguida Valencia, muy sonriente, replicó;
Yo ya tengo solucionado el problema. Pero usted, Iáder, ¿cómo conseguirá la papa de ahora en adelante?”.