28 de marzo de 2024

Otro atentado terrorista del ELN?

21 de enero de 2019
Por Albeiro Valencia Llano
Por Albeiro Valencia Llano
21 de enero de 2019

La bomba en la escuela de Cadetes de la Policía, que dejó 21 muertos y más de 80 heridos, nos hizo recordar el terrorismo cotidiano que padecimos los colombianos en nuestra historia reciente. El Gobierno y las autoridades atribuyeron a esta guerrilla el horrible atentado; en menos de 24 horas la Fiscalía General y la Policía recopilaron las pruebas para acusar al ELN como responsable del ataque: concluyeron que el hecho se empezó a planear 10 meses atrás, pero el punto de partida de las investigaciones fueron los datos del vehículo Nissan modelo 93, propiedad de José Aldemar Rojas Rodríguez, alias El Mocho Kiko, quien transportaba los 80 kilos de pentolita; sobre esta base concluyeron que era un experto explosivista del frente “Domingo Lain”.

A las 10:13 minutos de la mañana del jueves 17 de enero, la Fiscalía registró una llamada en la que un hombre reconoce su participación en el atentado; se trata de Ricardo Andrés Carvajal Salgar. Después de su captura los organismos de inteligencia concluyeron que se trataba de otro miembro del ELN, porque en su casa encontraron “un manual del combatiente y una especie de uniforme overol”. Con estas evidencias las autoridades afirmaron que el Comando Central de esta guerrilla estaba detrás del atentado.

Breve historia del ELN

Salió a la luz pública el 7 de enero de 1965 con la toma de la población de Simacota y vivió su gran momento cuando el sacerdote Camilo Torres ingresó a sus filas. La guerrilla empezó a crecer en las zonas de explotación petrolera (Norte de Santander, Magdalena Medio, Arauca y Casanare), en la región bananera de Urabá, en el oriente antioqueño y sur de Bolívar. Pero la muerte de Camilo Torres, el 15 de febrero de 1966, en combate con la Quinta Brigada, en Patio Cemento (Santander), asestó un duro golpe a la organización por el significado de esta pérdida; pero el ELN siguió creciendo lentamente.

Sin embargo, en 1973, el Ejército desarrolló la Operación Anorí, en Antioquia, y logró dar de baja a 80 guerrilleros, entre ellos a sus principales líderes, los hermanos Manuel y Antonio Vásquez Castaño. En este enorme operativo fueron detenidos más de 50 combatientes. Vinieron el desmantelamiento de las redes urbanas y los consejos de guerra y, como consecuencia, la guerrilla se dispersó, se aisló y casi desaparece. En esta crisis su comandante, Fabio Vásquez Castaño, abandonó el país, viajó a Cuba y la organización guerrillera empezó a replantear la concepción foquista. Con semejante golpe el ELN solo empezó a recuperarse después de 1983, con el sacerdote español Manuel Pérez Martínez, El Cura Pérez, pionero de la Teología de la Liberación.

Pasaron los años y en el clima político del vacío del poder y del narcotráfico se fueron desarrollando los otros grupos guerrilleros, llegaron los intentos de paz con algunas administraciones, pero también los “enemigos agazapados de la paz”. Sin embargo muchas cosas cambiaron; en 1998 Fidel Castro dijo que esta forma de lucha había perdido vigencia y afirmó que “yo no recomendaría la lucha armada […] No es hoy lo que predicamos, ha cambiado el mundo mucho en estos tiempos y no podemos estar predicando lo que predicábamos hace 30 años”.

Las negociaciones Gobierno-ELN

Se iniciaron el 7 de febrero de 2017, en Quito, pero en medio de la indiferencia de un alto porcentaje de los colombianos, en un país que sigue dividido después del Acuerdo con las FARC. Luego de varios meses de negociaciones se avanzó poco, pero algo se logró; lo más importante fue el cese al fuego bilateral pactado entre las partes. Pero el 9 de enero de 2018 los guerrilleros del ELN no quisieron prorrogar el cese al fuego, a pesar de la insistencia de los países garantes del diálogo, de Naciones Unidas, de la Iglesia Católica y del Gobierno. En este ambiente las delegaciones de ambas partes se reunieron en Quito, para acordar la fecha de iniciación del quinto ciclo de negociaciones donde se incluiría el capítulo de participación ciudadana y las condiciones de un nuevo cese al fuego.

Sin embargo llegaron los atentados terroristas contra la Policía, el 27 de enero de 2018. En solo 24 horas se produjeron tres sangrientos atentados. A las 6:30 de la mañana explotaron dos bombas camufladas en morrales, en las instalaciones de la estación de Policía de San José, en Barranquilla; los artefactos fueron ubicados estratégicamente para causar más daño. El resultado fue de cinco policías muertos y 42 heridos. Horas después fue lanzado un explosivo contra el CAI del barrio Soledad 2000, de Barranquilla, que dejó heridos a cuatro policías y a tres civiles. Más tarde se produjo el ataque a la subestación de Policía del corregimiento de Buenavista, en Santa Rosa, sur de Bolívar, que dejó dos uniformados muertos.

Para los organismos de inteligencia del Estado era claro que los atentados habían sido realizados por el ELN, porque tienen el mismo modus operandi de los otros actos protagonizados por esta guerrilla: el 10 de febrero de 2016, en Cúcuta, una bomba estalló en un parque de la ciudad y dejó a 10 policías heridos. Y el 19 de febrero de 2017 estalló una bomba en una esquina del barrio La Macarena, en el centro de Bogotá, donde policías del ESMAD se preparaban para prestar servicio en la plaza de toros. El saldo trágico fue de un policía muerto y 24 heridos. Se aprovecha cuando los uniformados están en formación para activar la carga explosiva.

Ante los hechos terroristas llegó el repudio nacional. En un comunicado el ELN justificó los ataques: “Mientras las dos partes no logremos acordar el nuevo cese, seguirán ocurriendo acciones militares de lado y lado, tal como está aconteciendo actualmente”. Pero estos actos producen respuestas militares de la Fuerza Pública, como el bombardeo contra integrantes del ELN, el lunes 29 de marzo de 2017, a las 9:30 de la noche, cerca al resguardo de Chagpien Tordó, a orillas del río San Juan, lo que produjo pánico entre los indígenas.

El presidente Santos decidió hacer una pausa en las negociaciones, pero muchas voces pedían suspender el proceso. En ese momento el Comando Central del ELN había ordenado “Trasladar el conflicto militar a los escenarios urbanos”.

Cuando Duque llegó a la presidencia la mesa de diálogo de La Habana permanecía suspendida; en ese punto el presidente fijó una serie de líneas rojas para continuar el proceso de negociación, pero los canales de comunicación con los delegados del ELN se mantuvieron abiertos.

¿A quién le sirve el terrorismo?

La explosión del carro bomba y la dimensión de la tragedia ayudan a radicalizar más al sector guerrerista del país. Al respecto twitteó el senador Uribe: “Qué grave que la paz hubiera sido un proceso de sometimiento del Estado al terrorismo”. Luego las redes sociales se llenaron de mensajes guerreristas y de dudas sobre los autores del atentado. Y llegó la oportunidad para el mismo gobierno. El alto comisionado para la Paz, Miguel Ceballos, afirmó que “Frente al terrorismo, el presidente Duque y este gobierno no van a ceder y no van a negociar”. En lo más caldeado del ambiente político el alto gobierno retiró todos los beneficios que Santos había dado al ELN para poner en marcha el proceso de paz y pidió a Cuba capturar a los 10 negociadores que se encuentran en ese país y entregarlos a las autoridades colombianas.

Al respecto contestó el Canciller de la isla, Bruno Rodríguez, afirmando que Cuba actuará “en estricto respeto a los Protocolos del Diálogo de Paz, firmados entre el gobierno y el ELN, incluido el Protocolo en caso de Ruptura de la Negociación. Está en consulta con las partes y otros garantes”. En este caso los países garantes son Chile, Venezuela, Brasil y Noruega.

Por último, el acto terrorista no puede devolvernos a la cultura de la guerra y hacer trizas lo acordado con las FARC. Los llamados del gobierno deben estar dirigidos a seguir avanzando para derrotar todas las violencias, empezando por los asesinatos de líderes sociales.