29 de marzo de 2024

Don Ramón Ospina en el palco celestial

Autodidacta. Periodista de largo aliento formado en la universidad de la vida. Destacado en cadenas radiales, diarios nacionales y co-fundador de medios como Colprensa y el diario digital Eje 21. Formador de buenos reporteros en Manizales, Bogotá y Medellín.
13 de octubre de 2018
Por Orlando Cadavid Correa
Por Orlando Cadavid Correa
Autodidacta. Periodista de largo aliento formado en la universidad de la vida. Destacado en cadenas radiales, diarios nacionales y co-fundador de medios como Colprensa y el diario digital Eje 21. Formador de buenos reporteros en Manizales, Bogotá y Medellín.
13 de octubre de 2018

Contraplano

don ramon

Por Orlando Cadavid Correa 

Este lunes, 15 de octubre, se cumplen siete años del viaje sin regreso del irrepetible narrador taurino Ramón Ospina hacia la dimensión desconocida.

Sus cenizas reposan en la cripta de la Catedral de Manizales, entorno en el que también descansan en paz sus dos grandes amigos, el torero Pepe Cáceres y el ganadero Ernesto Gutiérrez.

Uno de estos tres nombres le hubiera venido de perlas a la Monumental Plaza de Toros del barrio La Castellana, a la que en 67 años se le ha negado el derecho a llevar una denominación, así como la tienen sus hermanas “La Santamaria”, de Bogotá; ”La Macarena”, de Medellín, y “Cañaveralejo”, de Cali. O lejos del suelo patrio, “Las Ventas”, de Madrid, o “La Maestranza” de Sevilla, en España.

Don Ramón fue hasta su voluntario retiro de la radio el amo y señor de la sintonía en su muy amado circo de toros de la Avenida del Centenario. En cada transmisión tendía la manta.

Doña Wikipedia cuenta que la actual vino a ser la décima cuarta plaza de toros que tuvo Manizales a lo largo de su historia: “A través de 62 ferias ha llevado el nombre taurino de la ciudad por el mundo de los toros, y que año tras año confirma su título de “la ciudad que hizo las ferias en América”, frase que acuñó el maestro Ospina en sus apoteósicas transmisiones toreras. Por algo incursionó en su juventud en el campo publicitario.

En la gráfica aparecen Ramón Ospina y Carlos Alberto. La fotografía fue tomada en el callejón de la plaza de toros de Manizales.

En cada faena, desde su burladero, don Ramón desparramaba sabiduría y conocimiento. Se anticipaba a lo que iba a ocurrir en la arena. Desde la salida de chiqueros, llamados  por él  “la puerta de lo sustos”, intuía que el toro saltaría al callejón o a los tendidos. Si el burel ofrecía peligro por el pitón izquierdo, lo advertía sin ánimo sensacionalista,  y a los pocos minutos el astifino levantaba al diestro con su cornamenta. Si la estocada final quedaba bien puesta en el morrillo, presagiaba que el animal rodaría sin puntilla, y así sucedía. Era toda una cátedra este comunicador de la fiesta brava que virtió sus conocimientos en la materia en cuatro libros de colección.

De todas las notas que inspiró su deceso, nos quedamos con esta de “El Colombiano”, el principal diario de Antioquia, su tierra natal:

“Pocas personas se han dado el lujo de haberse mantenido más de medio siglo liderando en su profesión. Ramón Ospina fue una de ellas.  55 años al frente de los micrófonos taurinos manteniendo los primeros lugares.

La vida de Ramon Ospina es un claro ejemplo de dedicación a una profesión. Se inició a pulso y fue tanta la pasión y el entusiasmo que le imprimió a su labor que se convirtió en una de las voces más escuchadas de la radio colombiana durante varias décadas.  Ídolo en Manizales y Medellín, también conquistó con su narración y sabiduría plazas difíciles como Bogotá y Cali. Paz en la tumba de este gran hombre de la radio y mejor ser humano y amigo”.

A instancias del Contraplano, e{ periodista Carlos Alberto Ospina, hijo de “El Insobornable”, describió la última temporada de su padre en la cadena radial Caracol:

“Más que «perdonar» a sus enemigos gratuitos, nunca pudo elaborar el duelo en relación con el maltrato, el acoso psicológico y el cambio de las condiciones laborales.

El denominado «Combo Taurino de Caracol» comenzó a desintegrarse con la llegada de Óscar Rentería e Iván Parra. EL cuyabro se abrió  pasó en la compañía con la doble cara de la mentira y el contubernio. La primera estrategia consistió en quitarle la dirección taurina y pasar el programa «Rehiletes» de la franja prime time al horario de los domingos a las 10 p.m. Luego, este espacio fue sustituido por  «Tendido cero».

Al complot para aburrir a Ramón Ospina se sumaron Manolo Molés y Guillermo Rodríguez Muñoz, este último experto en jugar a dos bandas. La imagen de mi padre seguía creciendo, mientras el triángulo Parra-Molés-Rodríguez hacía lo impensable para socavar su prestigio profesional. ¡Nunca lo pudieron lograr!

En privado, Molés destacaba las condiciones de Ospina, y al aire, trataba de mostrarlo como un «viejo decadente». Nada de eso inmutó a mi amado padre.

Hasta el momento de su muerte, mi papá llevó el dolor y la decepción por el trato de quinta categoría. Después de 53 años en Caracol, la cadena sacó su última transmisión a nivel local y sin ningún reconocimiento público, aunque no lo necesitara. El artífice de todo fue Iván Parra Díaz”.

La apostilla: El remate también es de Carlos Alberto Ospina:  “Este año, durante la Feria de Manizales, un taxista no nos quiso cobrar la carrera. Y nos encimó esta conmovedora frase: «Para mí es un honor y un orgullo transportar a los hijos del inolvidable Ramón Ospina. La feria de Manizales no volvió a ser la misma desde la muerte de su papá».

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