28 de marzo de 2024

¡Salve usted a mi hijo, Monsieur Pasteur»

28 de septiembre de 2018
28 de septiembre de 2018

Por Guillermo Romero Salamanca

Ese grito de una madre desesperada al ver a su hijo enfermo cambió el rumbo de la historia de la medicina.

No. Louis Pasteur no era médico. Era químico. Pero, gracias a sus investigaciones, descubrimientos y sabiduría, se han salvado millones de personas.

Nació el 27 de diciembre de 1822 en Dole, casi en el centro de Francia, y era el hijo de un sargento de las guerras napoleónicas, no fue un buen alumno en el colegio, pero si le fascinaba dibujar y hacer retratos, sin embargo, era un gran observador.

En la época de su juventud, la gente creía todavía en algunas teorías de Aristóteles según las cuales la vida aparecía de forma espontánea, por ejemplo, las pulgas salían del polvo y los gusanos de la carne y él no lo creía y a los 20 años comenzó a realizar sus primeras investigaciones. Una de ellas fue demostrar con un caldo recién hervido que no se originaba vida y manifestó que sólo se dañaba con las bacterias que estaban en el aire.

Su principal amigo era el microscopio y con el investigador Robert Koch comentaban que las enfermedades infecciones eran provocadas por gérmenes ambientales que ingresaban en un organismo sano.

Quizá se le conoce ahora por su método de pasteurización. Todo empezó cuando los industriales del vino le pidieron que analizara el por qué perdían tantas botellas. Él, calentó el vino, pero se dañaba el sabor, entonces con sus cálculos logró que aniquilaba las bacterias a los 55 grados de calor. Desde ese momento, se volvió costumbre hervir, por ejemplo, la leche y el agua para matar las bacterias.

Otra de las medidas que adoptó fue trabajar con higiene en los hospitales y centros de salud. Las salas de cirugía no se mantenían limpias y, es más, los médicos no se lavaban las manos en el momento de operar. Pasteur les demostró que la falta de aseo ocasionaba más enfermedades.

Otro de sus descubrimientos fueron las vacunas. Demostró que algunos microorganismos debilitados pueden ayudar a nuestro organismo a pelear contra diversas enfermedades como la viruela o la rabia. Estas enfermedades infecciosas, originadas por virus y que padecen ciertos animales, especialmente los perros, se transmiten entre animales y al hombre a través de la saliva, causaban miles de muertes.

Un momento histórico en su vida fue el 6 de Julio de 1885 cuando una mujer llegó llorando al laboratorio con su hijo de 9 años llamado Joseph Meister y había sido mordido dos días antes por un perro rabioso en 14 sitios diferentes. De puro dolor, casi no podía andar y su muerte en breve plazo estaba prácticamente asegurada.

¡Salve usted a mi hijo, Monsieur Pasteur! – le pidió insistentemente la madre.

Él había ensayado las vacunas en perros, pero le preocupaba hacerlo en humanos. Se enfrentó a ese dilema con Joseph. No estaba seguro de que desarrollaría la versión humana de la rabia, pero ensayó el tratamiento de todas maneras. Joseph sobrevivió.

A los 45 años, sufrió un derrame que le paralizó parcialmente su lado izquierdo. Le montaron entonces un laboratorio móvil para que pudiera trabajar en su lecho de enfermo.

Fue padre de cinco hijos, pero sólo dos sobrevivieron la infancia. Dos de ellas fallecieron atacadas de tifoidea y otra por un tumor.

Pasteur murió en una modesta casa, cerca de las perreras, a los 72 años, el 28 de septiembre de 1895. Francia lo trató como un héroe nacional. Había pedido ser enterrado en el «Institut Pasteur», centro de investigaciones que él había creado. Sus últimas palabras fueron: “Uno debe trabajar, uno debe trabajar. Hice lo que pude”.

Joseph Meister, el niño al que había salvado creció y acabó trabajando de portero de dicho Instituto en cuyos sótanos estaba enterrado el gran hombre que le había salvado la vida de niño. En 1940, con 64 años y siendo todavía portero, los nazis tomaron París. Por curiosidad, un oficial nazi le ordenó que abriese la cripta de Pasteur. Antes que hacerlo el hombre salvado por Pasteur prefirió suicidarse.

Hoy la tumba de Pasteur está en la Catedral de Notre Dame.