El triángulo
Eligio Palacio Roldán
Lo tenía en su memoria. También escrito en las pocas líneas de su diario inconcluso. Bueno, sin iniciar se diría. Fue un sueño…
Era una noche oscura y fría. Llovía. El taxi lo dejó en el amplio parque, con la iglesia al fondo. Era quizás el parque más grande de la ciudad. De muchas ciudades.
Corrió hacia un andén para protegerse de la inclemente lluvia. La calle estaba oscura. Tuvo miedo. Miró en todas las direcciones y solo sombras. “Sombras nada más”.
Camino lentamente, pegado a la pared, por la calle diagonal, como una sombra más, hasta que llegó al vértice del triángulo. Una intensa luz envolvió su trémulo cuerpo, se cubrió la cabeza, con las manos, tratando de protegerse de la corriente eléctrica del rayo que no llegaba, que no llegó.
Poco a poco fue girando su cuerpo y se encontró con la luz intensa de la salsamentaria que abría su puerta, en el propio vértice del triángulo. Un hombre, de mediana estatura, emergió tras el mostrador.
- ¿Que busca señor?, interrogó.
- Busco un salón donde hay una fiesta, respondió sin lograr calmar su ansiedad
El hombre saltó hacia un costado de la salsamentaría y abrió una puerta que daba paso a una oscuridad profunda.
- Cruce la calle le dijo, es al frente.
En ese instante, recordó el sueño descrito en su diario. El terror le recorría el cuerpo desde la punta de su cabeza hasta los dedos de los pies. Es la puerta hacia la muerte, pensó.
Y luego, desapareció en medio de la oscuridad.