Duque Presidente
Alberto Zuluaga Trujillo
La nave colombiana, aparcada en el hangar de la Historia, inicia mañana su esperanzado vuelo estrenando tripulación y comandada por su novel capitán Iván Duque Márquez quien, en un recorrido de cuatro años (1460 días), deberá entregar a su sucesor una Colombia nueva ajustada al exigente y extenso programa presentado durante su campaña presidencial. Su primera e inaplazable tarea será la de acabar con la polarización y radicalización en que ha estado sumido el país por un enfrentamiento de egos sin parangón en el devenir gubernamental de esta centuria que gravísimo daño ha infligido a la institucionalidad de la República. Sin lugar a dudas su inteligencia y carisma sumadas a su juventud, auguran un mandato limpio y ordenado que habrá de restablecer la credibilidad entre gobernados y gobernante. Seguros estamos que no desoirá los consejos que le dará su principal inspirador y artífice indiscutible de su triunfo, el expresidente Uribe. Lo importante es que éste sepa guardar la prudente distancia que el momento indica y que el Presidente sopese la conveniencia o no de aplicarlos. Su bien estructurado programa de gobierno denominado “Pacto por Colombia”, es en cierta medida “Un Acuerdo sobre lo Fundamental” en el que tanto insistiera su maestro Álvaro Gómez Hurtado, de quien recibiera formidable formación desde su cátedra de Cultura Colombiana, impartida en el claustro del cual egresara, fundada por este y el Dr. Rodrigo Noguera Laborde, la Sergio Arboleda. Si el Acuerdo sobre lo Fundamental era un llamado a la unidad sobre los valores de nuestra sociedad, el Pacto por Colombia es un llamado a superar las diferencias y los enfrentamientos para adelantar una gigantesca cruzada por la legalidad construyendo un mejor futuro para nosotros y nuestros hijos. Bajo su gobierno, será imperativa la dignificación de la política que, como bien decía Gómez Hurtado, es la mejor forma de cuidar la Patria. Uno de sus escritos de campaña resume con exactitud el alcance de su propuesta: “Establecer los precisos compromisos en materia de innovación social, extensión y mejoramiento de la educación y la salud, igualdad de oportunidades, promoción del emprendimiento, derechos humanos, lucha contra la discriminación, derechos de la mujer, respeto a la diversidad, protección de la juventud y de la niñez, equidad, seguridad, inclusión y justicia pronta y eficaz”. Sobre el Proceso de Paz, si bien se apartó de la consigna de su grupo de volverlo trizas, ha sido claro en señalar ajustes para ponerlo a tono con las exigencias del momento. Prometió, igualmente, menos impuestos y contribuciones para lograr mejores salarios y una lucha frontal contra la corrupción y la impunidad. En fin, la Casa de Nariño con su nuevo inquilino, empezará a escribir una nueva historia que esperamos no sea tan controvertida como la que hoy finaliza y podamos los colombianos todos, rendir tanta pugnacidad y odios, como capaces fuimos de rendir las fuerzas realistas en 1819 en la Batalla de Boyacá, que mañana celebramos.
¡Salud colombianos!, el mañana nos espera!