29 de marzo de 2024

De Iván Duque y Donald Trump

31 de mayo de 2018
Por Jorge Eliécer Castellanos
Por Jorge Eliécer Castellanos
31 de mayo de 2018

Jorge Eliécer Castellanos 

Muy cerca al entorno del capitolio nacional discutían algunos jóvenes partidarios de los dos candidatos presidenciales que se disputarán la presidencia de  Colombia, Iván Duque y Gustavo Petro, en las justas electorales previstas para el próximo 17 de junio.

Uno, de baja estatura, airadamente le reiteraba al otro, -de mayor talla-, la historia de su candidato Duque y este a su vez le respondía que Gustav Petroski provenía de la guerrilla y que como en otras latitudes, Brasil, Nicaragua, Honduras y el Salvador, de esa forma se fue introduciendo el partido comunista en los habitáculos propios del poder que en la actualidad se aprecian en Latinoamérica.

A su vez el otro, airadamente, repicaba que no estaba de acuerdo con que Uribe siguiera mandando a través de Iván Duque y la respuesta de su contertulio era que esa situación es mejor que la que dibuja a Timochenko detrás de Petro. La apuesta consiste en que quien pierda con su candidato en segunda vuelta tendrá que ponerle  a su próximo hijo el nombre de Gustavo o de Iván, según corresponda.

Ciertamente el mundo y desde luego, nuestro país, están polarizados.

También hablaban de Donald Trump precisando como le ganó a Hilary Clinton gracias a la presunta intervención de Rusia y como, desde luego, se abrió paso hacia la Casa Blanca en contra del gran establecimiento norteamericano.

Ahora bien, poco se sabe del origen, justamente, de esos dos nombres trascendentes hoy, Iván Duque para Colombia y Donald para la Unión Americana. Las palabras y los nombres con sus realces contienen verdadero poder y conllevan situaciones de especial significado.

Hay que tener cuidado cuando se maldice a los hijos con una frase intempestiva que diga: “Usted no es bueno para nada…”, dado que lo inhabilita para muchas actividades.

Verbigracia, al definir a Iván duque, acudamos primeramente al origen histórico del nombre.

Iván es un nombre masculino de variante eslava (rusocroata búlgaro) empleado para designar al nombre hebreo Juan. Su significado es el inocente, gracias a su gran fortaleza mental y sobre todo a su gran inteligencia.

Su origen es hebreo de la palabra «Yehohanan» que significa «Aquel que Dios se ha compadecido o ha dado gracia» o «Dios es misericordioso«.

De otro lado, se afirma en Europa que Duque es miembro de la nobleza de categoría inferior.

Vale decir que en latín, dux denotaba el rango militar de general (palabra que, a su vez, deriva su semántica del verbo duco «guiar desde el frente», en oposición a ago «guiar desde atrás»).

De esta manera, «el que guía desde el frente» denotaría originalmente a un guía militar o caudillo.

Acopiando ambas definiciones tenemos, por consiguiente que Iván Duque es “Aquel que Dios da gracia para que guie desde el frente como un caudillo”.

Como el mismo candidato dijo recientemente: “solo el Omnipotente quita reyes y pone soberanos”.

Yendo un poco más allá, estremece verificar el significado y origen de la palabra Donald y concomitante de Trump.

Desde el nombre gaélico Domhnall , que significa «gobernante del mundo», compuesta por dos elementos celtas dumno «mundo» y Val «regla».
El vocablo trump es un apocope de trompeta, es decir la forma abreviada de Trumpet. Hay otra traducción que indica que se refiere a triunfo.

Así las cosas, alguien nos contó que cuando el gobernante del mundo toca la trompeta de guerra se alistan los ejércitos.

Así apreciamos que los nombres tienen sus significados y que hay poder en todo lo que encierran.

La conversación de los dos contertulios irreconciliables en cercanías del congreso nacional, bien pudo haber terminado hasta dividiendo a sus familias. La obligación pactada, si se respeta, derivará en que habrá un nuevo colombiano con el nombre de Iván o de Gustavo.

Lo cierto es que nadie pondría a su primogénito Pilatos porque frecuentemente hará pilatunas.

Claro es que aun si no se cumple la apuesta habrá muchos en este tiempo que bautizaran a los propios con el nombre de Iván, Donald, entre otros, así como cuando nacieron niñas, en otras épocas,  les pusieron nombres de reinas nacionales de belleza, Nini Johana, etc…

Somos pintorescos… hasta en la hora de imponer un sello que como vocablo defina y marque de por vida a los individuos de las generaciones que han de venir después. 

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