18 de abril de 2024

Superando los efectos del rechazo

29 de abril de 2018
Por Jorge Eliécer Castellanos
Por Jorge Eliécer Castellanos
29 de abril de 2018

Jorge Eliécer Castellanos

Ejercitarse sobre el impacto de un rechazo, cualquiera que sea, en nuestro estado anímico y sentimental resulta un buen esfuerzo en la senda de superarlo.

¿En nuestra vida normal, cuanto nos afecta un rechazo?

Mucho o poca es la intensidad con la que lo estamos percibiendo y ¿cuál es el grado de valor con que lo afrontamos y deseamos dejarlo atrás?

Si hay lágrimas, bienvenidas porque para muchos produce gran alivio, un poderoso desahogo o simplemente un descanso que lleva al buen reposo.

Siguiendo este hilo conductor, conviene definir la situación, ponerle nombre a todo cuanto se siente en el interior y aqueja el alma. Verbigracia: » Soy una persona a quien han decepcionado en grado supremo porque me excluyeron para ejercer un cargo docente en materias de ingenierías al cual aspiraba con todas mis fuerzas y me dijeron que mejor era que me dedicara a las ciencias sociales, a pesar de mis reales anhelos que he sobrellevado, con sacrificios permanentes, por mucho tiempo. Es más, me han eliminado de la lista de elegibles, confirman a mis compañeros y, por último, el propósito solamente no lo he conseguido yo».

Busca, en lo posible, a una persona del entorno familiar o del grupo de amistades cercanas, para expresarle los sentimientos que te apabullan, procurando que te escuche con detenimiento e igualmente que pueda soportarte anímicamente y ayudarte a salir de la encrucijada.

Puede terminar placenteramente un desahogo con personas de nuestro entorno íntimo porque ellas nos conocen y están en la capacidad correcta de ayudarnos en la comprensión, manejo y superación del dolor que nos embarga.

Estas personas desde un inicio nos permiten claramente entrar en un progresivo ambiente de tranquilidad pues después de la tempestad viene la calma. A ellas podemos decirles cual es nuestra situación, explicarles porque se produjo y cuál ha sido el grado de afectación que nos produce y, desde luego, se crean las condiciones necesarias para generar una atmosfera de comprensión de la situación al reafirmar qué sentimos, como nos sentimos y qué se encierra en nuestro ser intimo por la afectación que estamos padeciendo.

Así las cosas estamos reseñando verbalmente la problemática y los síntomas que nos aquejan, apropiadamente, con personas que tienen interés primario en compartir y/o comprender nuestras situaciones y dolencias.

Es menester identificar el problema, pensar sobre la situación de manera solitaria, reconocerla y lanzarnos a compartir los sentimientos que nos atraviesan el alma con seres que estén dispuestos a oírnos y a ayudarnos a dejarlos en el pasado. Tales acciones, individual y colectivamente, deben tener la dirección fijada en la vía de dejar atrás todo tipo de quebrantos.

Desde luego que se impone una seguridad personal que nos abra la vía de la superación de manera positiva. Un espíritu positivo encamina decisiones y acciones edificantes al tiempo que interiorizar negatividad termina por hundirnos obsesivamente en las profundas aguas del dolor, inevitablemente.

La actitud negativa puede derivar en más rechazos y en el crecimiento de la problemática, irremediablemente. Rechazo, en este nivel, provoca más rechazo.

Llevar a cabo un riguroso análisis de los pensamientos que se anidan en nuestra inquieta mente, es un buen remedio para entender la problemática y formular la terapéutica para extinguirla.

Cabe autointerrogarnos ítems propios de las raíces que provocaron el rechazo, sus repercusiones durante el momento en que sucedió y las consecuencias que derivaron el golpe rudo a nuestra personalidad y modus vivendi, de seguro, sin darse más duro en la cabeza porque de esta forma nada se arregla.

Debemos auto inquirirnos sobre la situación del rechazo, principalmente, en este sentido: Para que se presentó esta situación y dejar a un lado el reiterado sentimiento de repulsión que esta pendularmente marcando nuestra vida: ¿porque a mí me suceden estas cosas?

La respuesta al interrogante debe despejar las incógnitas para atenerse a las consecuencias que deriven de los episodios acontecidos. Al fin y al cabo, lo último que se pierde es la esperanza y mientras haya vida hay esperanza para tu porvenir dijo el profeta Jeremías.

Ejemplificaciones existen muchas sobre el particular.

Podemos cambiar la forma de nuestro lenguaje y transformaremos la forma de vivir. El Apóstol Pablo habla claro sobre el particular desde hace 2000 años al pueblo Romano: (Rom 12:2)

“…transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta

En vez de estar quejándonos porque determinada persona no nos quiso acompañar a un compromiso social, a lo cual estamos queriendo decir que no quiso ir conmigo y me rechazó enfáticamente, podemos más bien, imaginando un motivo, exclamar: “ Julano de tal no me acompañó porque talvez estaba muy ocupado…”. De esta forma sustraeremos la trascendencia del suceso y estaremos más tranquilos y serenos.

Olvidémonos de pensamientos que acribillan nuestra mente porque si los dejamos entrar nos ametrallarán irredimiblemente. Fuera de nuestra mente pensamientos de despecho.

Los pensamientos de dolor suelen estar acompañados de drama interior que nos hacen sentir deprimidos y confusos y de paso, en vez de aliviar, conducen al extravío mental, haciéndonos inclusive perder el objetivo y aumentar el dolor de cabeza.

Ahora bien, contemplar la posibilidad de que somos culpables por tal o cual rechazo no arregla el problema. Es una situación de cuidado porque además que nos resta fuerza para intentar de nuevo conquistar el objetivo, nos deprime y nos decepciona haciéndonos creer que todo está finiquitado.

Cada día trae su afán como rezan las escrituras. El propio Señor Jesucristo apuntó el mensaje perfecto: El afán y la ansiedad (Lc. 12.22-31)

25 Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?

26 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?

27 ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?

28 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan;

29 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos.

30 Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?

31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?

32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.

33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

34 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.

Edificante mensaje para tener siempre grabado de verdad en nuestro corazón.

Siempre ha habido, existe o vendrá un rechazo de diversa índole para cualquiera de nosotros y hay que estar preparado para positivamente enfrentarlo y aprender de la situación que se presente, incluso crecer con el de manera edificante.

Los intentos deben ser múltiples para lograr el éxito porque muy pocos lo logran al primer sacudón.

“Probablemente en un futuro me acepten, de seguro en la próxima oportunidad me reciban, en días venideros me dirán que soy apto…”.  Estas afirmaciones ayudan a reiterar el esfuerzo en la consolidación del propósito y devenir próspero del objetivo proyectado.