28 de marzo de 2024

La retórica de la libertad.

23 de abril de 2018
Por Javier Darío Restrepo
Por Javier Darío Restrepo
23 de abril de 2018

Etica conversada.

Javier Darío Restrepo

Con la noticia del asesinato de los tres trabajadores de El Comercio, de Quito, apareció la retórica de la libertad. Que la libertad había sido asesinada, que los asesinos habían puesto en peligro la libertad de prensa, que los gobernantes no habían garantizado el ejercicio de la libertad de informar.

Mientras las familias resolvían cómo vivir sin ellos, o cómo recuperar sus cuerpos, la prensa entonaba himnos en honor de  la libertad de prensa a la que se hizo ver como una deidad ofendida.

Es la reacción más repetida después de los asesinatos o atentados contra medios o periodistas. La categoría o entidad abstracta está reemplazando la realidad concreta de los periodistas que trabajan bajo amenaza o con el impacto de algún reciente atentado.

¿No es esta la hora de abandonar el atajo de la retórica y de afrontar las realidades concretas relacionadas con la libertad?

Michael Ignatieff (Los derechos humanos como política e idolatría) denunció la idolatría de la libertad al señalar como una de sus formas “la práctica común de confundir lo que se desea que sean los hombres con lo que sabemos que son en la práctica”.

Sí, deseamos esa libertad como creadora del ambiente en que el periodista puede moverse cuando busca los datos de la realidad para lograr que sus lectores, oyentes o televidentes accedan a ella y, mediante  este conocimiento tomen decisiones que hagan real y sólida su libertad.

Pero esos himnos, esas protestas, esa exigencia obsesiva de libertad de prensa, son reacciones de un día o de semanas, que no son la libertad. Se la confunde con símbolos – la impactante estatua de la libertad que parece emerger del mar a la entrada de Nueva York- o se cree garantizarla con alguna ley. Pero la libertad no es una cosa, ni una ley; la libertad es una realidad del espíritu humano, que nace con todos los humanos y que en ellos crece y se hace fuerte.

El crecimiento y fortalecimiento de la libertad depende de la acción de cada persona cuando decide. La sociedad crea condiciones propicias para este ejercicio, Cuando son positivas, la estimulan; las condiciones negativas la obstaculizan o destruyen. La libertad, por tanto, nadie nos la da ni nos la quita, salvo nosotros mismos.

Estas son consideraciones que ponen en duda la eficacia de las defensas de la libertad que se reducen al discurso y que se oyeron o leyeron en estos días. Esta crítica no es menosprecio de esta libertad, sino, por el contrario, un reclamo para que no se la convierta en una simple sucesión de palabras.

El periodista, como creador de la libertad a través de su información, la activa al acercar a la realidad, al convocar a la participación, y al requerir unas condiciones para informar en libertad.

Los tres colegas ecuatorianos asesinados no tuvieron esas condiciones, . Sería acertado trabajar en la creación de esas condiciones, más necesarias para la libertad que los himnos y las exigencias teóricas de libertad. Como proveer de seguros de vida a los periodistas que informen en condiciones de riesgo.

Así se fortalecerían mutuamente el discurso y las acciones que crean condiciones para la libertad.