El dueño del balón
Hernando Arango Monedero
A los colombianos nos está sucediendo al igual a lo que nos pasó alguna vez en la vida, al menos a los hombres cuando éramos niños, y que algún amigo fuera el dueño del balón y había que convenir con él en todos sus antojos y disposiciones, so pena de que, no permitiera el juego y amenazara con salirse y llevarse el balón. Supongo que a las niñas les pasaba otro tanto, con aquella que era dueña de la casa de muñecas y por cualquier razón dispusiera cerrar la casita y no jugar más.
Pues bien: en las mismas andamos nosotros atrás de las FARC y que día a día se les antoja o se les ocurre cualquier cosa. Que si el gobierno no ha llevado a las famosas zonas una teja; que si no ha dispuesto de la biblioteca que no tenían en la selva pero ahora exigen; que si el puesto de salud; que si pasó un avión por los cielos de la concentración; que si era un helicóptero; que no mandaron las raciones tal y como era debido; que si lo uno, que si lo otro y para cada situación hay una amenaza de “levantarse de la mesa”. Y ni qué decir de las pataletas porque no los dejan entrar al recinto del Congreso a participar en los actos “cívico culturales” que algunos de los adláteres de ellos organizan, actos que en nada tienen relación con la política, según ellos. Y si de pronto quieren entrar con sus escoltas armados a una reunión al Congreso, reunión en apoyo a una candidata a la presidencia, acto para algunos político, pero para otros símil de una primera comunión, a ellos no hay porque detenerlos y ellos y sus guardas armados pasan por el registro de entrada sin figurar en las listas de invitados. Todo, sin que de allí se derive participación en política en tanto no han abandonado las armas. Pero que un soldado ose pisar una zona de concentración si es motivo de protesta y violación a lo Acordado en Cuba.
Ya es hora de que nos pongamos serios. Es entendido que el Acuerdo de Paz tiene que seguir adelante y que las FARC demuestren que están decididas a no dar marcha atrás. Que Timochenco, o cualquiera de los jefes de las FARC, deje de andar pensando en que puede dar orden de interrumpir el proceso por cualquier motivo que se presente. Es hora de que el Estado asuma su función y sin entregas adicionales a lo que ya se comprometió a dar y que las FARC deben dejar de andar en exigencias extravagantes que lo único que están logrando es que los ciudadanos resolvamos sacarnos de encima tantos requiñeques y las elecciones próximas se conviertan en eso, en un pugilato por la paz o por el rompimiento del Acuerdo ese.