28 de marzo de 2024

Borja: como estrella de rock

20 de febrero de 2017
Por Esteban Jaramillo
Por Esteban Jaramillo
20 de febrero de 2017

Por Esteban Jaramillo Osorio. 

Soy seguidor del Palmeiras, por Yerry Mina y Miguel Borja. Lo fui, en el pasado,  cuando Fredy Rincón, Harold Lozano, Victor Aristizábal y el Tino Asprilla  allí brillaron. También  soy del Mónaco, por Falcao; del Real, por James; del  Milan, por Bacca; del inter, por Murillo y  del Brujas por izquierdo. De Boca Juniors por Fabra, Sebastián y Barrios, o del Apoel en Chipre, por Roger Cañas, para citar unos casos. Siempre lo he sido de aquellos clubes que acogen jugadores Colombianos y les dan la debida valoración.

Del Palmeiras conozco su estadio y se que es la “mancha verde”, exigente comunidad de hinchas, desenfrenados en su apoyo, estrictos con los resultados y los ídolos, en permanente presión. Es otro club, es otro país, es otro mundo.

Su entrenador actual es Eduardo Baptiste y sus figuras Jerry, Keno, Michel Bastos, Moisés, Dudu, Guedes, Tche Tche y Ze Roberto, con 42 años, activo y efectivo. Su fútbol es defensivo y su predilección de ataque, el contragolpe. Allí esta  Alejandro Guerra a quien preparan como “falso 9” por su incidencia en la elaboración y conclusión del juego ofensivo.

Su máxima ambición , volver a la cima en  la copa Libertadores la que ganó en 1999. Rival de categoría que se atraviesa en las reforzadas intenciones de título de Atlético Nacional. En su historial figuran dos descensos, 2002 y 2012, catástrofes de las que luego se repuso.

Miguel Borja llega al Palmeiras en su momento de máximo esplendor. Calificado como el mejor de América, por la critica especializada, elevó su cartel por su producción goleadora, su título con Nacional, en copa Libertadores y su influencia con brillo en la  copa Suramericana.

Salto gigante para Borja, artillero de moda en Suramérica, recibido por los aficionados como estrella de rock, lo que agiganta sus responsabilidades y acrecienta la presión. El paso de la exposición pública, con la tribuna ruidosa y expectante, a la realidad del juego, tendrá que encontrarlo  en su máxima expresión, porque los Brasileños, tan apasionados, no tienen fronteras entre la admiración y el  rechazo. En este aspecto, el de la adaptación al juego, todo depende de Borja… Todo depende de él.