Los tangos que nos vislumbraron el mal endémico de la corrupción
LOS DOS POETAS DEL TANGO QUE ALERTARON AL MUNDO SOBRE LA CORRUPCIÓN
Entre 1933 y 1934 nacieron en el gran Buenos Aires dos tangos inmortales emanados de las plumas de los poetas argentinos Enrique Santos Discépolo y Enrique Cadícamo, titulados, en su orden, Cambalache y Al mundo le falta un tornillo.
Iniciamos este relato con la composición que mayor arraigo ha tenido en los 83 años de vigencia porque su contenido le ha caído como anillo al dedo a decenas de regímenes corruptos en todo el orbe.
Nacido con el siglo XX, en Buenos Aires, el 27 de marzo de 1901, y fallecido tempraneramente, de un fulminante ataque cardíaco, el 23 de diciembre de 1951, todos los historiadores del tango coinciden en que el bardo gaucho Discépolo le introdujo al género elementos intelectuales y de reflexión sin antecedentes.
El experto Rodrigo Pareja plantea que Cambalache es la máxima creación de Santos Discépolo y uno de los tangos que tiene mayor número de versiones grabadas. Entre otras, se han hecho famosas las de Sofía Bozán, quien lo estrenó en 1935; Oscar Larroca, Alberto Echague; Tita Merello, Julio Sosa, Ernesto Famá, Fernando Díaz, Roberto Luque, Carlos Lombardi, Tania, (la mujer de “Discepolín”); Albero Marino, Carlos Roldán, Roberto Maida, Roberto Goyeneche. Rubén Juárez, Susana Rinaldi y Slomo Idon, este último en hebreo. Va la proclama completa contra la corrupción:
Cambalache
Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé…
(¡En el quinientos seis y en el dos mil también!).
Que siempre ha habido chorros, maquiavelos y
estafaos, contentos y amargaos, valores y dublé…
Pero que en el siglo veinte es un despliegue de maldá
insolente, ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo
todos manoseaos…
¡Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor!…
ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador!
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro que un gran profesor!
No hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han
Iguala’o.
Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición,
¡Da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón!…
¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!
¡Cualquiera es un señor!
¡Cualquiera es un ladrón!
Mezclao con Stravinsky va Don Bosco y ‘La Mignón’,
Don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín…
Igual que en la vidriera irrespetuosa de los
cambalaches
se ha mezclado la vida, y herida por un sable sin
remaches
ves llorar a la Biblia contra un calefón…
¡Siglo veinte, cambalache problemático y febril!…
El que no llora no mama y el que no afana es un gil!
¡Dale nomás!
¡Dale que va!
¡Que allá en el horno nos vamo a encontrar!
¡No pienses más, sentáte a un la’o,
que a nadie importa si naciste honrao!
Es lo mismo el que labura noche y día como un buey,
que el que vive de los otros
que el que mata, que el que cura
o está fuera de ley…
EL OTRO TANGO
El hermano de Cambalache se titula Al mundo le falta un tornillo; tiene letra de otro consumado poeta gaucho, Enrique Cadícamo y música de José M. Aguilar, pero no alcanzó la misma resonancia, ni ha pasado a la historia con tantos pergaminos. En Colombia, la versión más conocida es la de Lalo Martel con la orquesta de Alfredo de Angelis. Dice así:
AL MUNDO LE FALTA UN TORNILLO
Todo el mundo está en la estufa,
Triste, amargao y sin garufa,
neurasténico y cortao…
Se acabaron los robustos,
si hasta yo, que daba gusto,
¡cuatro kilos he bajao!
Hoy no hay guita ni de asalto
y el puchero está tan alto
que hay que usar el trampolín.
Si habrá crisis, bronca y hambre,
que el que compra diez de fiambre
hoy se morfa hasta el piolín.
Hoy se vive de prepo
y se duerme apurao.
Y la chiva hasta a Cristo
se la han afeitao…
Hoy se lleva a empeñar
al amigo más fiel,
nadie invita a morfar…
todo el mundo en el riel.
Al mundo le falta un tornillo
que venga un mecánico…
¿Pa’ qué, che viejo?
Pa’ ver si lo puede arreglar.
¿Qué sucede?… ¡mama mía!
Se cayó la estantería
o San Pedro abrió el portón.
La creación anda a las piñas
y de pura arrebatiña
apolilla sin colchón.
El ladrón es hoy decente
a la fuerza se ha hecho gente,
va no encuentra a quién robar.
Y el honrao se ha vuelto chorro
porque en su fiebre de ahorro
él se “afana” por guardar.
Al mundo le falta un tornillo,
que venga un mecánico.
pa’ ver si lo puede arreglar.
Tolón Tilín
Los versos de Discépolo y Cadícamo, publicados en los años 30 del siglo XX, parecen escritos en el último “puente Emiliani” de 2016, y coinciden con la despreciable corruptela que nos tiene jodidos a todos desde los tiempos pretéritos del presidente Simón Bolívar, quien ni con la imposición de la pena de muerte consiguió ponerle freno a la sucia práctica que hoy por hoy es el deporte nacional por excelencia en este país del Sagrado Corazón de Jesús.